Informe de la Relatora Especial sobre los derechos culturales
Sobre la Relatora Especial en la esfera de los derechos culturales
«La comunidad internacional debe unirse. Esto es una llamada de advertencia para nuestros tiempos. Nos enfrentamos a una avalancha de odio mundial que avanza en múltiples direcciones, a la que debemos dar una respuesta mundial urgente. Debemos construir y reconstruir la cultura de los derechos humanos y la decencia básica en todas partes a través de medidas mundiales efectivas, bien pensadas y conformes al derecho internacional, en un marco universal de derechos humanos».
En su segundo informe al Consejo de Derechos Humanos (34º período de sesiones, marzo de 2017), la Relatora Especial sobre los derechos culturales, Karima Bennoune, considera cómo el aumento del fundamentalismo y el extremismo, en sus diversas formas, plantea graves amenazas a los derechos humanos en todo el mundo.
En tiempos en que fundamentalismos y extremismos de todo tipo van en aumento, el informe reitera que los fundamentalismos no se limitan a una región o religión y que diferentes movimientos fundamentalistas se refuerzan mutuamente mediante una «radicalización recíproca».
La Relatora Especial define el fundamentalismo y el extremismo como ideologías con diversas manifestaciones que tienen elementos comunes en su abuso de los derechos culturales, tales como un trabajo de ingeniería cultural destinado a reconfigurar la cultura sobre la base de cosmovisiones rígidas; también tienen por objeto limitar el disfrute de los derechos humanos de las mujeres, restringir los derechos sexuales y reproductivos de todas las personas y abolir toda expresión cultural contraria a sus propios intereses, incluso reprimiendo la libertad de expresión artística y coartando la libertad científica.
De particular interés son los análisis sobre la dimensión de género del ataque a los derechos culturales, así como la manera en que lxs fundamentalistas contribuyen a otras opresiones concurrentes, sobre todo la raza, la etnicidad y el origen nacional, la orientación sexual y la identidad y expresión de género.
Bennoune describe los abusos fundamentalistas como un problema transnacional que requiere una respuesta transnacional. Al mismo tiempo, el informe reitera que todas las respuestas deben basarse en los principios de derechos humanos, ofreciendo precauciones importantes contra el uso del fundamentalismo o el extremismo como un pretexto para reprimir el disenso o restringir el espacio de la sociedad civil. La Relatora Especial identifica los derechos culturales como esenciales para desmantelar los fundamentalismos:
«Los derechos culturales, integrados plenamente en el sistema de los derechos humanos, son contrapesos decisivos para el fundamentalismo y el extremismo; hacerlos efectivos exige la libre determinación de las personas, el respeto de la diversidad cultural, la universalidad y la igualdad».
Principales conclusiones y recomendaciones:
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Actuar con eficacia en la lucha contra el fundamentalismo y el extremismo para proteger los derechos humanos, incluyendo los derechos culturales, pero de conformidad con las normas de derechos humanos. Esa lucha no debe usarse como excusa para justificar violaciones de los derechos humanos.
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Respetar y garantizar los derechos humanos de lxs defensorxs de los derechos humanos, incluso lxs defensorxs de los derechos culturales y las defensoras de derechos humanos, que se enfrentan al fundamentalismo y al extremismo.
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Integrar a lxs defensorxs de derechos humanos que tengan los conocimientos especializados pertinentes en todas las deliberaciones sobre políticas y programas relativos a la lucha contra el fundamentalismo y el extremismo.
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Eliminar todo obstáculo al funcionamiento de una sociedad civil independiente que promueva los derechos humanos de conformidad con las normas internacionales.
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Propiciar y resguardar la separación entre la religión y el Estado y garantizar la libertad de culto, lo que incluye el derecho a creer, a no creer y a cambiar de creencia.
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Adoptar un enfoque de género para combatir el fundamentalismo y el extremismo – «Cada avance en la lucha por los derechos de las mujeres es también un avance en la lucha contra el fundamentalismo».
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Abogar por políticas para combatir la discriminación en el derecho a participar en la vida cultural, así como respetar y garantizar la libertad de expresión artística.
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Asegurarse de que las escuelas y los planes de estudio no promuevan una ideología fundamentalista o extremista, violaciones de los derechos culturales o discriminación.
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Velar por que todas las víctimas de abusos fundamentalistas o extremistas, también en el ámbito de los derechos culturales, tengan acceso a vías de recurso, reparación e indemnización adecuadas, sin discriminación.
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Velar por que las personas que corren el riesgo de ser sometidas a violencia y abusos fundamentalistas y extremistas, entre otras razones por ejercer sus derechos culturales, reciban asilo, no sean devueltas a los contextos de riesgo y estén plenamente protegidas frente a los ataques xenófobos. Las víctimas de una forma de extremismo deben ser apoyadas y recibir protección para que no sean victimizadas por otras formas de extremismo.
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La sociedad civil internacional tiene que hacer más para documentar el papel de la ideología fundamentalista y extremista en las violaciones de derechos humanos cometidas por agentes estatales y no estatales, y movilizarse tanto contra las violaciones como contra las ideologías que las originan, además de brindar apoyo a lxs defensorxs de los derechos humanos que combaten el fundamentalismo y el extremismo.
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El sistema de derechos humanos de la ONU debería actuar más sistemáticamente en temas relacionados con el fundamentalismo y el extremismo. Se debería organizar una reunión internacional de expertxs sobre los efectos del fundamentalismo y el extremismo en los derechos humanos, incluyendo los derechos culturales, convocando a expertxs y defensorxs de los derechos humanos de todo el mundo, incluidas defensoras de tales derechos, para analizar la mejor manera de responder.