NOTAS DE LOS VIERNES: AWID entrevistó a la activista pro-democracia y conferencista Dra. Ala’a Shehabi[1] acerca de la violencia y persecución actuales contra ciudadanas y ciudadanos bahreiníes y de cómo las mujeres están contribuyendo a la lucha por la democracia y los derechos.
Por Rochelle Jones
Agitación latente en el Bahréin contemporáneo
El Reino de Bahréin es un pequeño archipiélago de 33 islas cerca de las costas occidentales del Golfo Pérsico, con Arabia Saudita al oeste e Irán al norte. El Rey Hamad fue el Amir entre 1999 y 2002, y ha sido el rey desde entonces, y la familia al-Jalifa ha mantenido el poder por siglos. Alentadas por el viento de las revoluciones de la Primavera Árabe en Túnez y Egipto, como también cansadas de que se les nieguen una ciudadanía y derechos reales, personas manifestantes salieron a las calles a principios de 2011. El Gobierno de Bahréin respondió con una represión violenta y opresiva en la que, hasta la fecha, unas 80 personas han sido asesinadas y centenares encarceladas.
El Gobierno bahreiní asevera que desde entonces ha instituido varias reformas de derechos humanos y democráticas; por ejemplo, el Rey encargó a la Comisión Independiente de Investigación de Bahréin (BICI) indagar en los abusos que ocurrieron en febrero y marzo de 2011 y prometió implementar las recomendaciones. Sin embargo, tanto el propio informe de la BICI como la respuesta del Gobierno a éste han recibido críticas por considerarse que no son lo suficientemente buenos. ElObservatorio de Bahréin, a través de su proyecto llamado Inacción Gubernamental, dice que “las recomendaciones distan mucho de estar a la altura de la gravedad de los hallazgos. Algunos asuntos están completamente ausentes y otros son incorrectos... las recomendaciones en el informe van dirigidas al Ministerio del Interior, presentando el problema como uno que se debe a una fuerza policial disfuncional, en vez de uno en que hubo una estructura operativa de mando que siguió órdenes provenientes de los niveles más altos del poder”.
También Amnistía Internacional ha criticado la implementación de las recomendaciones de la BICI por parte del Gobierno. Su directora adjunta del Programa Regional para Oriente Medio y el Norte de África, Hassiba Hadj Sahraoui, dijo recientemente: “Las autoridades sostienen que la situación de los derechos humanos ha mejorado, pero imponen restricciones a las ONG, incluidas organizaciones como Amnistía Internacional, que no está autorizada a permanecer en Bahréin durante los fines de semana, precisamente cuando se celebran la mayoría de las protestas y la policía recurre al uso de la fuerza y de gases lacrimógenos”.[2]
AWID entrevistó a Ala’a Shehabi—cofundadora del Observatorio de Bahréin—y le preguntó cómo es actualmente la situación en su país: “Ahora nos encontramos en un estado normalizado de represión, frente a una frecuencia incesante de protestas. En los últimos meses, una represión silenciosa ha puesto en la mira a muchos de los organizadores locales de las protestas, incluyendo a activistas muy conocidos como Zainab Abdulhadi al-Khawaja y Naji Fateel [y] el periodista Ahmed Humaidan... Las cárceles están literalmente atestadas de presos políticos—tantos que es difícil llevar la cuenta. Las fuerzas de seguridad seleccionan diferentes aldeas cada noche [y] las mantienen sitiadas mientras hacen redadas en casas y arrestan a hombres jóvenes. Muchas de las personas arrestadas continúan quejándose de tortura sistemática y confesiones obtenidas por la fuerza, incluidas dos mujeres que fueron arrestadas después de haber protestado en el circuito de carreras de Fórmula 1”.[3]
La violencia y persecución continuas contra ciudadanos y ciudadanas demuestra que el Gobierno no sólo no ha atendido las demandas del pueblo concernientes a una reforma política y económica sino además de hecho está activamente tratando de silenciarlas. Desde 2011, las protestas han persistido y los casos de violaciones a los derechos humanos continúan sin disminuir; por ejemplo, el de la activista por los derechos humanos Zainab Abdulhadi al-Khawaja, cuya sentencia a tres meses en prisiónpor un cargo relacionado con ‘reuniones ilegales’ fue refrendada el 9 de mayo. Dicha sentencia será ahora agregada a la que ella está actualmente cumpliendo—tres meses y 22 días en prisión por “insultar a un oficial” en un hospital militar. Su hermana, Maryam al-Khawaja, también es un blanco del Gobierno—huyó de Bahréin y ahora no puede regresar por temor a ser detenida y torturada. El padre de ambas, Abdul-Hadi al-Khawaja, es un prominente defensor de los derechos humanos que fue golpeado, detenido y torturado en 2011 y actualmente está cumpliendo cadena perpetua. También acaba de ser publicado un reportaje sobre seis personas que fueron sentenciadas a un año en prisión por usar Twitter para “insultar” al Rey, “usar indebidamente el derecho a la libertad de expresión” y escribir comentarios que “socavan los valores y tradiciones de la sociedad bahreiní”.
Bahréin refractado a través de los ojos de las mujeres
Las mujeres han sido participantes importantes en el levantamiento. A principios de abril salieron a las calles del pueblo de Malkiya, en la costa occidental, para protestar contra el Gran Premio (Fórmula 1) y manifestar su apoyo a presos políticos, pero fueron dispersadas con granadas de concusión y gas lacrimógeno.[4]
Refiriéndose al rol de las mujeres, Shehabi dice: “Quienes conocen la historia de Bahréin saben que la escala y el volumen de la participación de las mujeres en el levantamiento no tienen precedentes. La túnica negra [abaya] ya no es estereotípicamente un símbolo de pasividad forzada; es el uniforme de una mujer manifestante que la protege contra la mirada depredadora de policías que la persiguen por los callejones de su aldea”. Ella agrega: “Dentro del movimiento, las mujeres son socias en pie de igualdad, si es que no lideresas. La principal estrategia es usar diversas formas de protesta y que las bahreiníes logren que su indeseada presencia sea sentida y visible a través de actividad subversiva. El Gobierno quisiera que la gente permaneciera en los confines de sus aldeas para dar la impresión de que las cosas están bien en el país. En su variedad de roles—como abogada, doctora, maestra, madre, etc.—la práctica del disenso ocurre en formas a veces visibles y en ocasiones sutiles. Las médicas, por ejemplo, son importantes para tratar en los hogares a manifestantes lesionados a fin de que no se les arreste; al mismo tiempo, las mujeres están manteniendo casas seguras para centenares de manifestantes con órdenes de arresto [en su contra] que están ocultándose”.
Las mujeres comparten las mismas demandas de democracia que los hombres frente a un Gobierno opresivo, lo cual suele significar que asuntos específicos de los derechos de ellas quedan rezagados para centrarse en reformas democráticas más amplias. En opinión de Shehabi, la igualdad “sobre la base de la clase, el sexo y la secta es el deseo nato de las mujeres que están luchando por cambios estructurales en el sistema político”. Las mujeres reconocen que “todo el sistema necesita una reforma profunda y radical, un sistema que se sustente en la ciudadanía, no en la servidumbre. El concepto de ciudadanía debería proteger los derechos de las mujeres; por lo tanto, el enfoque está en exigir una ciudadanía igualitaria en un sistema democrático que ponga fin a la corrupción, los abusos contra los derechos humanos y la discriminación, lo cual afecta a todas las personas. Las mujeres no han reiniciado el debate respecto a las leyes sobre estado personal que comenzó en 2005”.
Aunque mujeres y hombres pueden estar luchando la misma batalla en Bahréin, las activistas y defensoras de los derechos humanos son, en la mayoría de los casos, tratadas de manera diferente por el solo hecho de ser mujeres. Shehabi asevera que las mujeres enfrentan una doble discriminación por parte tanto del Gobierno como de la sociedad: “Muchas mujeres, incluida yo, perdimos nuestros empleos como resultado de una selección sectaria y política”.
Según el informe de la BICI, el uso de la violencia sexual ha resurgido como una herramienta de tortura por parte de las autoridades y Shehabi lo corrobora diciendo que las mujeres son frecuentemente amenazadas con ser violadas durante la detención, “como más recientemente lo aseveraron las dos mujeres, Nafeesa al-Asfoor y Rayhana al-Mosawi, que fueron arrestadas mientras trataban de protestar en el circuito de carreras de Fórmula 1 de Bahréin el mes pasado”. Shehabi resalta, sin embargo, que “hay muchas evidencias de que también a los hombres se les abusa sexualmente de rutina mientras están detenidos. Mi esposo sufrió abuso sexual en la cárcel, al igual que muchos amigos que han sido arrestados en algún momento. Se considera que es la manera más efectiva de humillar y deshonrar a un ser humano, por lo cual es una herramienta importante que un brutal aparato de seguridad usa en el proceso de castigos, coerción y obtención de confesiones por la fuerza. Esto sucede rutinariamente en comisarías de policía y centros de tortura clandestinos. La lucha por poner fin a la tortura contra hombres y mujeres, incluyendo la violencia sexual, sigue en curso y empieza primero por exponerla y documentarla. El Estado se rehúsa a exigir cuentas a quienes supervisan el aparato de la tortura y el cargo de ‘tortura’ es raras veces invocado. Lo sé porque presenté un caso en nombre de mi esposo, quien identificó por nombre a los agentes que lo torturaron y al coronel que les ordenó [hacerlo]. El caso fue desestimado por falta de pruebas, pese a las sólidas evidencias forenses”.
El camino a futuro para Bahréin es incierto en este momento, pero la estabilidad del país es de considerable interés estratégico y económico para Estados Unidos—cuya Quinta Flota Naval tiene ahí su base. No está claro si Estados Unidos ejercerá presión sobre el Gobierno bahreiní, pero el Departamento de Estado estadounidense criticó a Bahréin en sus recientemente publicados y anuales Informes por Países sobre Prácticas de Derechos Humanos para 2012. Lo que está haciendo más tensas las relaciones es que el Gabinete bahreiní acaba de aprobar una propuesta parlamentaria para “poner fin a la interferencia del Embajador estadounidense Thomas Krajeski en los asuntos internos de Bahréin”.
Shehabi cree que el único camino posible es una transformación completa del actual marco del poder, algo que no llegará desde dentro. Dice que el caso de su esposo “ha moldeado en parte mi convicción de que el sistema político es incapaz de reformarse a sí mismo pues carece de la voluntad y el deseo de cambiar—como un drogadicto que necesita rehabilitación intensiva para dejar una adicción. Bahréin precisa una sacudida radical en los niveles más altos del poder y un cambio en toda la estructura gubernamental. Ésa es la única manera de poner fin a la opresión y garantizar las libertades”.
Notas:
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La Dra. Ala’a Shehabi, nacida en Gran Bretaña y residente en Bahréin, es una conferencista, escritora y activista pro-democracia bahreiní. Tiene una Licenciatura en Economía por el Colegio Imperial de Londres y trabajó durante dos años como analista política en RAND Europa. En Bahréin es cofundadora del Observatorio de Bahréin y de la Organización Bahreiní para la Rehabilitación y contra la Violencia (BRAVO).
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Amnistía Internacional, El lado oscuro de Bahréin: Vanas promesas mientras continúa la represión, 17 de abril de 2013.
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Ver: Bahréin: Dos mujeres presuntamente golpeadas bajo custodia policial y amenazadas con descargas eléctricas para que firmaran confesiones, Centro para los Derechos Humanos de Bahréin, 1 de mayo de 2013 (disponible en inglés).
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Ver: La policía de Bahréin disuelve una protesta de mujeres con granadas cegadoras, EuroNews, 2 de abril de 2013; Las protestas envuelven Bahréin ante la celebración del Gran Premio de F-1, El País, 15 de abril de 2013; Las protestas contra el Gran Premio de Bahréin se recrudecen a cinco días de la carrera, ABC, 17 de abril de 2013; ONU condena la violencia contra manifestantes en Bahréin, AFP, 29 de mayo de 2013.
Fuente: Notas de los Viernes de AWID, 31 de mayo de 2013. Título original: A Women’s Perspective On The Violent And Oppressive Bahraini Regime. Traducción: Laura E. Asturias