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Solidaridad decolonial en la lucha contra el poder corporativo en Marruecos

En un mundo donde la expropiación y el poder corporativo son la norma, la socióloga, cineasta y activista franco-marroquí Soraya El Kahlaoui realizó una película sobre la lucha de la tribu Ghich L’Oudaya, en Marruecos, y especialmente sobre el rol de las mujeres.


Con una educación formal en derecho y sociología y siendo una documentalista autodidacta, El Kahlaoui hace un seguimiento de la lucha urbana en el contexto post-revolucionario marroquí. Durante los últimos años, El Kahlaoui ha seguido la lucha por el derecho a la vivienda de la tribu Ghich L’Oudaya, a quienes les han expropiado su tierra, por lo general sin compensaciones. Su primer campo de estudio estuvo centrado en un barrio que se estaba construyendo a partir de un asentamiento informal y en el que había muchas luchas con las autoridades. A través de su lente y de una investigación, hizo una comparación entre el enfoque militar y el científico, ofreciendo las herramientas del arte participativo y la sociología.

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AWID: ¿Podrías contarnos algo acerca de ti y de tu proyecto?

Soraya El Kahlaoui: Ya sea en mi investigación o en mi activismo, uso una combinación de dos enfoques: soy una «socióloga participativa», es decir que participo junto con la gente. No hago investigación como lo hace la mayoría de lxs sociólogxs: como observadorxs, apartadxs de la realidad social que están estudiando. Considero que mi papel como socióloga consiste en participar, apoyar y dar difusión a esas mismas luchas que estoy observando.

Conocí a muchxs de lxs habitantes de la tribu Ghich L’Oudaya en 2014, cuando me mudé a Marruecos para instalarme a vivir allí. Cuando lxs conocí, yo estaba aprendiendo a hacer cine, y fue una de las primeras etapas de la película. La comunidad me pidió que lxs filmara. Pasaron los meses y los años y de pronto me di cuenta de que tenía valiosas imágenes que había tomado durante dos años, y así fue como poco a poco se me ocurrió la idea de hacer un documental. Te aclaro que soy una completa aficionada en ese campo. No estudié cine y nunca antes había sostenido una cámara. La primera vez que filmé fue en 2012, cuando estaba en Siria como parte de un colectivo.

«No hago investigación como lo hace la mayoría de lxs sociólogxs: como observadorxs, apartadxs de la realidad social que están estudiando. Considero que mi papel como socióloga consiste en participar, apoyar y dar difusión a esas mismas luchas que estoy observando.» - Soraya El Kahlaoui

En esa época, habíamos ido allá a ayudar a la población siria, quienes ya entonces estaban padeciendo gravemente debido a la falta de comida. Fue ahí que aprendí sola a filmar, de hecho, con mi teléfono celular. Me gustó, así que para mi cumpleaños me regalaron una pequeña cámara para aficionadxs, lo cual me llevó a la creación del documental Landless Moroccans (Marroquíes sin tierra), en el cual estoy trabajando actualmente.

AWID: Es muy interesante escucharte hablar sobre tu participación en la lucha luego de haber sido invitada por la comunidad. Anteriormente, has escrito un artículo sobre la invasión de Femen en Marruecos, con una mirada crítica acerca de qué significa ser unx aliadx y meterse en la lucha. ¿Podrías contarnos cómo llegaste a esta posición acerca de la participación en la lucha?

SEK: Me parece que apoyar las luchas y estar cerca de la gente y de su contexto es algo que surge de los enfoques decoloniales y activistas que he encontrado en este grupo, quienes han sido parte de mi propio desarrollo y educación política. En el enfoque decolonial, una de las cosas que aprendemos en particular es a respetar las demandas y los modos de vida de la gente que está luchando y a apoyarlxs sin imponer nuestra propia visión de las cosas o enajenarlxs o aplicar un modelo de emancipación uniforme que se copia y se pega sobre cualquier lucha.

Pienso que el enfoque decolonial tuvo mucho que ver con mi propia madurez y sin dudas tuvo que ver con que aprendiera la modestia. Me enseñó a dedicarle tiempo cuando me estoy involucrando con gente que está luchando por su derecho a la vivienda y me enseñó a ajustar mi perspectiva. Esto también proviene de mi formación en antropología, que ayuda a deconstruir los prejuicios eurocéntricos y también clasistas acerca de la gente que está luchando y que se transforman en las clases oprimidas.

Es un enfoque que realmente valoro mucho. Espero y creo que la comunidad se verá a sí misma en el documental porque sus habitantes dicen mucho en este film. Intenté ponerlxs a ellxs y a su lucha en primer plano, así como a su propia concepción de la política, de la emancipación y realmente poner en primer plano sus demandas a través de imágenes. Me gustaría mostrarle al público cómo sobrevive la gente que ha sido expropiada de su tierra debido a la modernización urbana. Y cómo esta modernización termina dejándolos como apátridas. Por eso el título del documental en árabe es « واش حنا مغاربة؟?», que se puede traducir aproximadamente como «¿Todavía somos marroquíes?» Es una pregunta que lxs habitantes repiten una y otra vez, debido a la forma en que les han expropiado la tierra, y a que el nuevo barrio se llama «Hay Ryad», un barrio con un alto estatus en la ciudad de Rabat, donde lxs indígenas fueron perseguidxs en su propia tierra y por lo tanto no sienten que tienen el derecho de ciudadanía.

AWID: ¿Podrías decirnos algo más acerca de lxs habitantes y poner en contexto la expropiación que tiene lugar en Marruecos y en otros lugares del mundo?

SEK: Lxs habitantes de Douar Ouled Dlim pertenecen a la tribu Ghich L’Oudaya, una antigua tribu guerrera a quienes el sultán Moulay Abderrahmane les otorgó la tierra en 1838 a cambio de sus armas. El sultanato de esa época lxs obligó a dejar sus armas a cambio de tierra cerca de Rabat. Es por esto que la tribu Ghich L’Oudaya pasó de ser una tribu guerrera a ser una tribu de campesinxs agricultorxs. Es importante saber que esta tierra, que consistía en cerca de 400 hectáreas de árboles frutales, es extremadamente fértil y alimentaba a la ciudad de Rabat.

Cuando el poder colonial llegó a Marruecos, hubo una oportunidad para la expansión de tierras fuera de la ciudad de Rabat, donde había poca propiedad privada. Frente a un sistema de propiedad colectiva de la tierra, el poder colonial partió el colectivo, los bienes comunes, las tribus: una estrategia empleada para establecer el poder colonial y penetrar y dominar el territorio.

El poder colonial creó un estatuto llamado «le Statut des terres collectives» (el Estatuto de las Tierras Colectivas) y quitó la propiedad total de la tierra a lxs habitantes. Lxs habitantes no tenían nada más que el derecho al disfrute de su tierra, pero la propiedad total había sido transferida a la Oficina de Asuntos Indígenas. Así es como poco a poco la tierra de la tribu Ghich L’Oudaya fue expropiada para servir como reserva de tierras para la expansión de la ciudad de Rabat.

En la época de la independencia, el estatuto siguió vigente, lo cual significó que la tierra Ghich en Marruecos, al igual que todas las tierras colectivas, pertenece al Ministerio del Interior. Es decir, la propiedad total no fue transferida a lxs habitantes sino que pasó a la Oficina de Asuntos Indígenas y de allí al Ministerio del Interior. Desde entonces, continúa la práctica de la expropiación y de la toma de tierras.

La expropiación de la tierra Ghich verdaderamente se aceleró durante la década del ’80, porque la ciudad de Rabat comenzó a expandirse y estas tierras eran la reserva, no sólo para los grandes proyectos urbanos, sino también como tierras cedidas a lxs funcionarixs públicxs como forma de comprar su lealtad.

Durante estos años, la mayor parte de la tierra Ghich fue tomada y, en especial, se decidió el desarrollo del barrio de Hay Ryad, el barrio de mayor estatus de Rabat, que está asentado sobre tierra Ghich L’Oudaya. Expropiaron a lxs habitantes para construir casas de campo y edificios lujosos.

En 2003, el Ministro del Interior firmó un Memorándum de Entendimiento que cedía la tierra Douar Ouled Dlim, entre 80 y 90 hectáreas, a la Société d’aménagement Ryad, una agencia inmobiliaria contratada para subdividir el barrio de Hay Ryad.

De manera que por un simbólico 0 dirham, o en otras palabras gratis, la Société d’aménagement Hay Ryad obtuvo la propiedad de la tierra. Dentro del Memorándum de Entendimiento, la ciudad invocó el programa «Ciudad sin villas miseria», utilizando la retórica social propia de la lucha contra la vivienda precaria para expropiar y privatizar la tierra Ghich, 90 hectáreas que se extienden a través del medio de Rabat. Bajo el disfraz de la retórica social contra la vivienda precaria, desplazaron a una población, privatizaron la tierra y construyeron edificios en su lugar.

Como si todo eso no fuera suficiente, en 2006 comenzó la destrucción de Douar Ouled Dlim y ciertxs habitantes comenzaron a recibir compensaciones mientras que otrxs esperaban que fuera su turno.

En 2014, cuando me reuní con habitantes de Douar Ouled Dlim, el barrio ya había sido completamente demolido. Encima, se había decidido agregar restricciones a las compensaciones, lo que dejó a lxs hijxs de las madres de la tribu Ghich sin compensación. El estado está interponiendo legislación patriarcal que deja bloqueadas a las mujeres al no permitir que lxs hijxs de las madres Ghichiya se beneficien de la herencia de sus madres. La compensación se detiene en las mujeres. ¿Por qué? Porque las mujeres no son consideradas jefas de hogar.

Según lxs habitantes, 126 familias todavía no han sido compensadas debido a esto. Es una injusticia contra las mujeres y sus descendientes. Es una legislación económica funcional al pretexto del desarrollo económico al servicio de la clase dominante. Es increíble que lxs hijxs de las madres Ghichiya no fueran compensadxs en 2014 y hasta el día de hoy les queda o estar en la calle o los cupones y citatorios.

En mis lecturas, me topé con el testimonio de unx funcionarix de servicios sociales, quien ya en 2009 se quejaba de que los criterios para las compensaciones eran vagos y de que cambiaban constantemente. Todo para decir que la lista de beneficiarixs era modificada constantemente, para nada transparente y que había un montón de corrupción subyacente. Lo que quizás podemos suponer, aunque no haya pruebas, es que ciertos lotes que debían ser para lxs habitantes fueron otorgados a extranjerxs con recursos, lo que significa que en 2014 se inventó un criterio patriarcal para apartar a todxs lxs descendientes de las madres Ghichiya. No sólo no se compensa a lxs descendientes de las mujeres, sino que, de forma realmente extraña, tampoco son compensadas las mujeres cuyos maridos son Ghichi. Entonces, si una mujer está casada con un miembro de la tribu, ella no recibe compensación, pero si una mujer está casada con un foráneo que no es miembro de la tribu, es compensada. Francamente, estos criterios no tienen ningún sentido, como no sea el de quitar a algunas personas de la lista de beneficiarixs.

Apuntan a lxs más débiles y, por supuesto, las mujeres pagan el mayor precio.

AWID: Has sido muy concisa en la explicación de la situación. Es un fenómeno que vemos en todo el mundo y que parece surgir del desarrollo capitalista neoliberal. Es mucho más interesante escuchar el aspecto de género del problema. ¿Qué lugar tienen las mujeres en la estrategia interna de esta lucha?

SEK: Las mujeres están muy presentes en la lucha, tal como están muy presentes en la película. Es importante saber que en todas las luchas por la propiedad colectiva de la tierra las mujeres siempre están en la línea de frente porque cada vez que hay una expropiación de tierra colectiva, son siempre ellas las que son dejadas de lado y quienes pierden su derecho a las compensaciones. La presencia de las mujeres en la lucha también se explica por el contexto histórico de marginación de las mujeres y la resistencia de estas mujeres marginadas.

En el caso específico de Douar Ouled Dlim, de las mujeres que no recibieron el derecho a compensación, porque son lxs descendientes de las mujeres, niñas y niños, el hecho de que las mujeres estén en la primera línea también se explica porque ellas protegen a los hombres que son víctimas de la represión policial directa: arrestos, golpes, etc.

Al interior de la lucha hay una división por género. Los hombres van a negociar con las asociaciones, lxs políticxs y están a cargo de los aspectos formales, pero las mujeres lideran la lucha diaria. Por ejemplo, las mujeres siempre están en el campamento, son las que cuidan el hogar y encabezan las manifestaciones y marchas. Son las mujeres las que enfrentan a la policía mientras los hombres permanecen detrás o directamente ni aparecen por miedo a la represión o para evitar el arresto.

Hay una fuerte solidaridad entre los hombres y las mujeres y una complementariedad hermosa.

La participación de las mujeres en la lucha es un buen ejemplo de un feminismo decolonial que rompe por completo con los prejuicios que solemos tener sobre las mujeres árabes como introvertidas u ocultas. Al contrario, las mujeres están en la primera línea, son conscientes de su papel como protectoras. No son los hombres quienes protegen a las mujeres, sino al revés.

Así que para una persona cubierta de conceptos europeos y prejuicios, como por ejemplo yo, es también una buena lección, ¡una buena bofetada en la cara!

Category
Análisis
Source
AWID