Hoy me desperté con la horrible noticia de una nueva ley en Uganda que prohibe y criminaliza a cualquier persona que se identifique como LGBTQIA+. Como una lesbiana africana que fue obligada a abandonar su país de origen debido a la homofobia desenfrenada, esta noticia me afectó mucho. Me trajo de vuelta recuerdos del miedo y la incertidumbre que sentí cuando me di cuenta de que ya no podía vivir en mi propio país.
La homofobia en Uganda no es un problema nuevo. En 2013, se presentó un proyecto de ley en el parlamento que habría impuesto la pena de muerte por homosexualidad. Aunque el proyecto de ley fue finalmente rechazado, el sentimiento detrás de él no ha desaparecido. Las personas LGBTQIA+ en Uganda todavía enfrentan discriminación, violencia y persecución.
Recuerdo el miedo que sentí caminando por las calles con mis amigos, sabiendo que me identificaba como una mujer atraída por mujeres. Estas eran las mismas calles donde aprendí a caminar cuando era niña. Sabía que no podía estar con nadie sin ponerlos en riesgo, y que no podía ser yo misma sin arriesgar todo. Cuando finalmente tomé la decisión de dejar mi país, no fue fácil. Tuve que dejar atrás a mi amada, mi idioma, toda mi forma de vida y todo lo que era mi hogar.
Como personas LGBTQIA+ africanas, de SWANA - Asia del Sudoeste y Norte de África - y del Sur Global en general, estamos cansadas de tener que dejar nuestras comunidades, nuestras culturas y nuestras tierras natales atrás para simplemente sobrevivir. Estamos cansadas de tener que aprender nuevos idiomas coloniales y asimilarnos en culturas coloniales que promueven el individualismo y el odio a sí mismas. Estamos cansadas de la retraumatización y la deshumanización de los sistemas/procesos de asilo. Estamos cansadas de ser reducidas a estudios de casos y campos de investigación para académicos y estadísticas para financiadores, en lugar de ser vistas como los seres humanos que somos.
El desplazamiento forzado o la inmigración por instinto de supervivencia no es una elección, sino una necesidad. No deberíamos tener que sacrificar nuestras identidades y comunidades para poder existir. Es hora de que la comunidad internacional de derechos humanos se levante en contra de los actores anti-derechos que están fortaleciendo a gobiernos conservadores y las recientes prohibiciones anti-LGBTQIA+ en Uganda, las recientes detenciones arbitrarias y encarcelamientos de activistas en Burundi, en otros países africanos y más allá.
La aprobación de esta nueva ley es un golpe devastador para la comunidad LGBTQIA+ en Uganda. Significa que tendrán que vivir con miedo, ocultando su verdadera identidad al mundo, y que serán criminalizados simplemente por existir.
La lucha por los derechos LGBTQIA+ no es fácil, pero es necesaria. Debemos unirnos como comunidad global, apoyar a las personas LGBTQIA+ en Uganda y exigir que se respeten sus derechos humanos básicos. Debemos escuchar sus historias, amplificar sus voces y trabajar juntes para crear un mundo donde cada persona sea libre de ser quien es. Personalmente, no puedo y no podemos quedarnos de brazos cruzados y ver esto suceder.=
Si no luchamos juntes, lloraremos juntes.
Lloraremos por las vidas perdidas debido a la violencia y discriminación, los sueños y aspiraciones que nunca se realizaron. Lloraremos por el futuro que podría haber sido.
Podemos crear un futuro mejor, donde todes puedan ser libres de ser quienes son sin temor a la persecución. Debemos unirnos, levantar nuestras voces y luchar por los cambios que deseamos. Solo entonces podremos co-crear un mundo donde cada persona, independientemente de su orientación sexual o identidad de género, pueda vivir libremente y sin miedo.