1936-2018 | Sudáfrica
I. Una madre nunca muere.
Sigue viva, vive a través de sus hijxs. No solo de lxs hijxs de su vientre, sino también de lxs de su espíritu. Sus frutos son infinitos, no tienen límites. Un espíritu que rompe barreras, fronteras, traspasa culturas y géneros. Nacida de una madre olvidada, dando a luz a una nación.
Winnie, así es como la conocía el mundo. Nomzamo, la que intenta y la de muchos intentos, como la llamó su familia. Luchadora. Luchadora de la libertad. Zanyiwe, la que es puesta a prueba y enfrenta todos los desafíos. Libertadora. Vivió todos sus nombres. Vivimos a través de su nombre.
¿Sabía el mundo que de una aldea de Bizana en el área rural de la Provincia Oriental del Cabo surgiría una guerrera? La resiliencia del pueblo Xhosa corría por su sangre. Con un padre que fue testigo de las guerras, vio a su gente destrozada, Nomzamo persistió. Cargando a su gente consigo, la llevó al mundo, a Johannesburgo, las luces de la gran ciudad. Una ciudad donde a veces los sueños son robados.
Se aferró a sus sueños. Prosiguió sus estudios, se ocupó de cada una de su gente. Noble profesión ejerció, el trabajo social, que le mostró las realidades: lxs negrxs en su tierra, luchando; lxs blancxs en la tierra de lxs negrxs exigiendo más, ejerciendo brutalidad, matando, dividiendo y prosperando. La gente negra, su gente, una mayoría que vivía atemorizada, oprimida por una minoría.
Cuando lxs blancxs vieron su poder, tomaron represalias y le dieron nuevos nombres. Silenciaron su fuerza femenina, existía sólo a través de los ojos de un hombre. Encarcelado, el hombre desapareció de nuestra vista. Solo a través de sus ojos, el mundo veía la imagen de este hombre. La maquinaria blanca trabajó para desaparecerla. Pero su resiliencia negra siguió brillando. Nomzamo seguía.
Dando a luz a dos hijas, alimentando la libertad.
Winnie maternó a una nación. Como aprendió de Colombus, su padre, cuidó de su familia, de su gente. Sin madre, se convirtió en madre de sus hermanxs. Colombus lo comprendió: su hija estaba destinada a ser algo grande. Y Nomzamo asumió el rol de su padre y amó a su gente, como a sus hijxs.
II. Ser madre es político.
Guerrera, en alerta constante, está siempre lista. Cuando lxs hijxs están en peligro, la madre lo sabe. Traza estrategias para mantenerles a salvo.
Pero lxs hijxs dudan de ella. «¿Cómo podría ella, sola, saber cómo salvarles?» Lloran. La madre les calma. Cuando olvidan, la madre les recuerda. La madre recuerda, lxs hijxs han estado solxs durante demasiado tiempo.
Promete no abandorarlxs nunca.
Ante el dolor, se queda. Todo lo soporta.
«Debería irse. Se le debería castigar, torturar, prohibir, se debería exiliar» vociferan sus enemigos. Su crimen es recordarles a lxs hijxs sobre su tierra. La tierra en la que nacen, la tierra que les pertenece, que les define. Ella conoce el poder de la tierra, la fuente del orgullo de la gente. Les recuerda a lxs hijxs, pero estxs eligen olvidar. «¿Cómo se atreve ella, una mujer?», preguntan los esposos.
Lxs hijxs claudican, se rinden: venden, se conforman, venden todo. Ella observa. Una madre a veces es una testigo, y con eso basta. Ella mira y lxs hijxs recuerdan. Por un momento, se cubren los ojos, deseando olvidar.
Los ojos de la madre nunca se cierran.
Lxs hijxs de lxs hijxs crecen. Preguntan por la madre. Todos los ojos miran al padre. Él mira al mundo. La madre se queda, en segundo plano. Vigila. Lxs hijxs de lxs hijxs la ven. Ellxs miran, y miran con más atención. En los ojos de la madre ven su dolor. Lxs hijxs de lxs hijxs resuenan.
Preguntan al padre. Él exige la verdad. Él implora a la madre
una reconciliación. Ella se niega. En la desobediencia ella se reconforta.
Lxs hijxs corren con el padre y sus hijxs.
Libres, quedan en el apartheid. Siguen siendo negrxs, en una tierra que es blanca.
Pronto sus hijxs recordarán, la mirada en los ojos de la madre. Regresan a ella otra vez, y otra vez. Siempre allí, nunca se cansa. Rendirse no es opción. Lxs hijxs se salvarán, cree ella. Sus estómagos tienen hambre, sus mentes en llamas. Ellxs preguntan y ella les recuerda.
Lxs hijxs de los hijxs regresan a la tierra. Es el afán de su madre. La tierra es la libertad de la madre. La tierra es su nación, su primer amor. Siempre hacia adelante, ellxs persiguen el anhelo de la madre. Ellxs también se enamoran de la tierra. La madre respira y sonríe prometedoramente.
III. Nomzamo vive.
En la vida de Nomzamo, hemos venido a reconocernxs unxs a otrxs, a comprender las vidas de las mujeres de nuestra nación. Sobrevivió a todo y experimentó la brutalidad del sistema del apartheid. Sin embargo, fue condenada al ostracismo por sus propixs camaradas. Declarada como una enemiga, divisionista, una asesina, y puta, nos creímos esas palabras. Como pueblo la ignoramos. Bebimos en la libertad y la euforia del momento posterior, nos olvidamos.
Cuando cumplió 80 años, regresamos a Winnie. Nunca se había ido. Siempre allí entre su gente, Nomzamo irradiaba la luz más brillante. Ese día le recordó a su gente que nunca se perdieran de vista. Preocupada por las viudas y lxs hijxs de Marikana, cuyos esposos y padres fueron masacrados frente a sus ojos, pidió indemnizaciones para ellas. Todavía estaba pendiente de su nación.
Nuestros recuerdos de Winnie son conflictivos. Ese punto entre aclamarla como heroína y estigmatizarla como villana está lleno de contradicciones. Con ella no hay posiciones excluyentes. Es complicada, compleja y completa. Su vida es el estado real de la nación. Configura un futuro mientras lucha con el pasado en el presente. Y así asumimos esta figura, llenxs de expectativa, pidiendo más de ella, siempre.
Y Winnie falleció a los 82 años. En su descanso eterno, la mantenemos viva. Lloramos y hacemos el duelo, juntxs. Winnie ya no está. El futuro es oscuro, el presente es real. El país se pausa. Una mujer deja de respirar, una nación exhala. En ese momento el movimiento se levanta, #SoyWinnie.
Durante semanas la emulamos. Ella reencarna en cada mujer negra, su vestimenta, su estilo, su porte. En discurso, acto y forma. Está en todas partes. Descubrimos sus verdades y deshacemos las mentiras. Reescribimos su historia y nos aferramos a esta mujer. Reivindicamos sus acciones. La hacemos valiente. Es valiente. Esto es fácil de hacer. No está ahí para preguntar por qué y por qué ahora.
Encarnamos a Winnie. Al mantenerla viva, una parte nuestra comienza a respirar. Cada día la energía se desplaza de cuerpo en cuerpo. Las viejas luchas encuentran desafíos cargados de nuevo vigor. Las mujeres y las personas de género disidente exigen un #ApagonNacionalTotal. Están cansadxs, cansadxs de estar cansadxs. Sus cuerpos ya no pueden seguir siendo zona de guerra para el poder de los varones. Sacan fuerzas de la Winnie que llevan dentro.
Nomzamo vive. Esto lo aprendemos cuando decimos su nombre. Ella nos ayuda a seguir intentando, a ser lo mejor de nosotrxs mismxs. Mientras nos apoyamos en nuestros propios poderes tomamos conciencia, Winnie dio a luz a la libertad. Ella fue la madre. Ya no somos niñxs. Como nación declaramos: nuestra madre no murió. ¡Se multiplicó!
¡Descansa en el poder Mangotyana, Qhawe lama Qhawe*!
* Guerrera de guerrerxs.