En las últimas dos semanas, a muchxs trabajadorxs se les ha pedido que trabajen de forma virtual, debido a la pandemia global del COVID-19.
Muchxs activistas han señalado que existe una contradicción evidente: durante años, lxs activistas por los derechos de las personas con discapacidades han venido reclamando el derecho de trabajar desde sus hogares y, en muchos casos, se les ha respondido que esto no es posible.
¿Por qué hizo falta una pandemia para demostrar que el trabajo virtual es una opción legítima, especialmente para las personas cuyo sistema inmunológico se encuentra comprometido, o que tienen otras necesidades de salud? Ahora, cuando le conviene al capital global, el trabajo desde casa se ha convertido repentinamente en una opción atractiva para varias compañías. Es importante reconocer que muchas clases de trabajadorxs no tienen el privilegio de trabajar de forma virtual, y que muchxs más están enfrentando el desempleo, la inseguridad laboral, o deben continuar trabajando en la atención directa al público, a pesar de los riesgos sanitarios que deban enfrentar.
Para varias organizaciones feministas (incluidas APC, AWID y FRIDA), trabajar de manera descentralizada y emplear personal que trabaje desde donde sea que viva ha sido una elección política deliberada. Esta política de trabajar de manera descentralizada ha permitido a estas organizaciones contratar activistas de procedencias diversas, que pueden aportar la riqueza de su activismo local a las organizaciones que trabajan de forma global.
También implica que estas organizaciones pueden priorizar el trabajo con personal del Sur Global, sin exigir que sus colaboradorxs se muden al Norte Global, por ejemplo.
Margarita Salas, Gerente de Comunicación de AWID, sostiene: «Como feminista y activista LGBT de Costa Rica, es muy importante para mí poder continuar el trabajo de incidencia y organización política que realizo, y, a la vez, ser parte de una organización internacional. Contar con personal que efectivamente vive en distintos países de todo el mundo también nos permite entender nuestras cuestiones programáticas desde la perspectiva de esas realidades diferentes.»
La opción de permitir al personal trabajar de forma virtual es una opción política, como dice Ledys Sanjuan Mejía, Gerente de Incidencia, Comunicaciones y Tecnología de FRIDA: «Poder trabajar de manera virtual también nos permite trabajar en forma anónima», lo cual es crítico, especialmente para aquellxs activistas que pueden ser atacadxs por el trabajo que realizan.
Sin embargo, es importante no romantizar el trabajo virtual.
El trabajo de construcción y de colaboración a través de una serie de movimientos feministas y por la justicia social requiere pasar tiempo juntxs en forma física, para aprender unxs de otrxs, para planificar y elaborar estrategias colectivamente, y para crear conjuntamente nuestras realidades feministas. Esta es una complementariedad importante para el trabajo de organización política que muchxs de nosotrxs también hacemos de manera virtual. Poder trabajar de forma virtual es también un enorme privilegio. La brecha digital implica que muchas comunidades, en todo el mundo, quedan desatendidas, y en algunos casos carecen de conexión a Internet o experimentan problemas de conectividad.
Es importante reconocer esto y encontrar soluciones alternativas, cuando se trabaja con personal o asociadxs de todo el mundo. Por ejemplo, la gente debería tener opciones para participar en llamadas: algunxs pueden elegir conectarse solo con audio, sin usar el video, ya que ocupa más ancho de banda. También es sumamente importante que las organizaciones que trabajan de manera remota prioricen la protección y la seguridad digitales. Muchas organizaciones feministas han producido contenidos útiles sobre este tema, como, por ejemplo, este recurso de Frontline Defenders [en inglés] sobre protección física, emocional y digital cuando se usa el hogar como oficina en tiempos del COVID-19.
En reconocimiento de este momento histórico particular, y sabiendo que muchos movimientos pueden verse obligados a depender cada vez más de la organización en forma remota durante los próximos meses, APC, AWID y FRIDA tuvieron, hace unos días, una conversación con integrantes de AWID y sus distintxs asociadxs, para compartir lo que hemos aprendido acerca de cómo organizarnos políticamente en las esferas virtuales.
Como nos recuerda FRIDA, «la felicidad debería ser el núcleo de nuestro activismo feminista».
Esto significa reconocer que el cuidado individual y el cuidado colectivo son estrategias políticas de resistencia.
En términos prácticos, implica respetar los derechos del personal, garantizando que el trabajo sea una buena combinación de desafíos y estímulos. Como expresó Erika Smith de APC, implica también que, una vez que se ha conseguido el personal idóneo, es importante confiar en que estas personas cumplirán con su trabajo. También es vital establecer los apoyos necesarios para habilitar a las personas a dar lo mejor de sí mismas. En la conversación mencionada, Margarita habló sobre la importancia de contactar regularmente al personal, en forma individual y en reuniones de equipo. Estos contactos también incluyen saber cómo están las personas (y sus gatxs, perrxs, plantas, niñxs y demás seres vivos relevantes para ellxs).
«Si no puedes cambiar tus herramientas, cambia tus prácticas», dice Erika.
Es importante preguntar quién está desarrollando las herramientas que estás utilizando, y con qué propósito. Muchas compañías, como Google y Skype, por ejemplo , han establecido acuerdos con los gobiernos sobre qué tipo de información compartirán con ellos. En un clima de represión estatal y represalias contra activistas, esto resulta preocupante. Muchxs activistas y organizaciones de activismo eligen premeditadamente qué plataformas utilizar, y en la guía para la «organización política virtual» que compartimos más abajo hay una lista de algunas de las herramientas y plataformas que usamos: lxs alentamos a agregar sus propias herramientas y plataformas favoritas, con sus pros y sus contras.
El tema de los recursos es clave para los movimientos feministas, que están siempre subfinanciados. Como señala Ledys, se necesita que los donantes financien la infraestructura feminista. Es importante crear conjuntamente y gestionar recursos para las herramientas y las plataformas feministas que estén en concordancia con nuestros principios. Los donantes también tienen un papel clave: deben utilizar estas tecnologías feministas, y obtener su tecnología y su infraestructura de datos de las propias comunidades con las cuales trabajan.
Faye Macheke, Directora de Finanzas, Operaciones y Desarrollo de AWID, señala la importancia de proveer al personal de los equipos (dispositivos, computadoras, etc.) y de la conectividad que necesitan para hacer el trabajo que hacen. También es importante pagar a la gente equitativamente (a igual trabajo, igual remuneración), y brindar a todxs los beneficios adecuados, incluidas las licencias pagas por enfermedad, en cualquier lugar del mundo en que vivan. Estas son algunas de las políticas que AWID ha implementado para garantizar la justicia y la equidad para el personal de la organización.
Como nos lo recordó Felogene Anumo al comienzo de la conversación sobre la organización política en los mundos virtuales, las repercusiones del COVID-19 evidencian las fallas del capitalismo y el neoliberalismo dominantes. Esta crisis visibiliza todas las grietas del sistema: la debilidad del sector de atención a la salud, las brechas en las protecciones sociales (especialmente para lxs más vulnerables) y en los derechos laborales (o su completa ausencia), la influencia y el poder de las corporaciones, y el trabajo de atención y cuidado impago de las mujeres, para señalar algunas. También deja en claro que las economías feministas propiciadoras no solo son necesarias en este momento, sino también indispensables para renovar el proceso de imaginar un mundo diferente.