Tenzin Dolker escribió el artículo y realizó la entrevista
Edición: Muna Gurung
Ilustraciones de Priyanka Singh Maharjan
En estos últimos años he conversado con varixs y valiosas activistas feministas de diferentes partes del mundo. Al compartir sus profundas reflexiones sobre el pasado y el presente de los procesos organizativos y de movilización de recursos feministas, analizaron las modalidades complejas, múltiples y a menudo invisibles que emplean los movimientos para sostener su trabajo. Con ellxs hablamos de obtener recursos de formas autónomas o por fuera de los modelos filantrópicos y gubernamentales, a los que llamamos «recursos autónomos».
La primera conversación que difundimos fue con Chayanika Shah, activista queer que vive en Mumbai. Continuando con esta serie de conversaciones, dialogué con la Dama Catherine Healy, activista por los derechos de lxs trabajadorxs sexuales y fundadora del Aotearoa New Zealand Sex Workers’ Collective [Colectivo de Trabajadorxs Sexuales de Aotearoa Nueva Zelanda, NZPC]. En sus comienzos, NZPC fue el
New Zealand Prostitutes’ Collective[AS3] [Colectivo de Prostitutas de Nueva Zelanda] y ahora está liderado por trabajadorxs sexuales que hacen incidencia por sus derechos, seguridad, salud y empoderamiento. En 2003, NZPC desempeñó un rol decisivo en la aprobación del Proyecto de ley sobre reforma de la prostitución que despenalizó el trabajo sexual en Nueva Zelanda. Dama Catherine nos compartió cómo, desde la fundación del colectivo en 1987, ellxs han desarrollado su capacidad para generar recursos autónomos en forma deliberada y estratégica.
Como colectivo feminista híbrido, NZPC se mueve con fluidez entre la prestación de servicios esenciales para la vida, la protesta activista contra normas regresivas y la lucha contra conglomerados empresarios creando sus propios mercados con productos como el lubricante a base de agua Wetstuff [Lo húmedo] y otras mercaderías relacionadas. Como dice Dama Catherine: «Somos un híbrido: un colectivo que lucha por derechos y también presta servicios. Somos todo». Ese es el poder de los recursos autónomos: sostienen la creatividad e imaginación de las estructuras feministas, confiriéndoles el poder de decir «NO» a formas tradicionales de financiamiento que no satisfagan sus necesidades y valores políticos.
A continuación encontrarán nuestra conversación, editada para hacerla más breve y más clara.
Tenzin Dolker:
El Aotearoa New Zealand Sex Workers’ Collective [Colectivo de Trabajadorxs Sexuales de Aotearoa Nueva Zelanda, NZPC], ¿se define como grupo feminista? ¿Tiene una estructura basada en la membresía?
Dama Catherine Healy:
Sí, nos definimos como grupo feminista. NZPC es de todxs. Empezamos como fundación benéfica y continuamos siendo una organización sin fines de lucro. Hacemos actividades de tipo sindical pero no nos definimos como sindicato: simplemente somos un colectivo. Tratamos de mantener una estructura horizontal y que lxs trabajadorxs sexuales no necesiten afiliarse: todxs son bienvenidxs.
TD:
¿De qué formas visibles e invisibles quienes forman parte de NZPC aportan recursos para el trabajo de organización que ustedes realizan?
DCH:
Tenemos un consejo directivo que me emplea a mí y yo, en consulta con lxs coordinadorxs regionales, empleo al personal regional. Y luego hay gente que viene y trae ideas. Por ejemplo, el Covid-19 hizo que muchxs comenzaran a trabajar en forma virtual, entonces apoyamos a unx trabajadorx sexual para que desarrollara un recurso que promoviera la seguridad en ese ámbito. Si alguien tiene una idea, la ponemos en práctica. No es necesario haber hecho una investigación como aval para las ideas, pueden surgir de una sensación. El colectivo es una entidad fluida, y hablamos de estrategias pero esa no es mi palabra favorita. Nos gusta que siga siendo algo orgánico.
TD:
Es fantástico ver cómo el trabajo lo piensan juntxs lxs integrantes y el consejo directivo. Para entender mejor el trabajo de ustedes, ¿puedes contarnos un poco más acerca de cómo obtiene recursos el NZPC? Y también ¿qué tipo de donaciones reciben y por qué optaron por esa forma de financiarse?
DCH:
A fines de los años ochenta, el gobierno nos propuso brindar servicios a nuestrxs compañerxs que hacían trabajo sexual. Entonces nos aliamos con el gobierno para pensar los servicios que podíamos brindar y acordar los resultados que esperábamos lograr. Esa relación con el gobierno ya lleva 33 años y la mayor parte de nuestro financiamiento proviene de ese contrato.
Pero también tenemos un emprendimiento que nos da un margen y la capacidad de tomar algo de distancia del gobierno cuando necesitamos criticarlo. Importamos y distribuimos un lubricante a base de agua por toda Nueva Zelanda. Nuestros productos se distribuyen dentro de lo que en general se considera «sector de salud» que también incluye escuelas, clínicas para jóvenes y discotecas gays. Y como hemos logrado mantener bajos los precios, competimos con grandes proveedores corporativos como Durex. También vendemos tampones suaves a lxs trabajadorxs sexuales, pero nuestro objetivo no es hacer dinero con ellxs. Sin embargo, ese producto genera un cierto ingreso para el colectivo.
TD:
Parecería que cuando tienen que hacer determinado trabajo de incidencia, criticar políticas puntuales del gobierno o asumir una postura que no es popular, se les hace evidente la necesidad de contar con recursos autónomos. ¿Podrías contarnos por qué esos recursos son importantes para el trabajo de ustedes?
DCH:
En un momento de nuestra historia nos criticaron porque queríamos la despenalización del trabajo sexual. Para nosotrxs, era un paso necesario para proteger la seguridad, los derechos, la salud y el bienestar de lxs trabajadorxs sexuales. No era algo contradictorio con nuestra preocupación por la salud sexual y reproductiva o la concientización acerca del VIH, pero no todxs lxs políticxs en el Parlamento lo entendieron. Entonces, cuando nos exigieron mostrar cómo estábamos utilizando el dinero del gobierno para bien de nuestra comunidad, nos pareció importante probar que nuestra incidencia por la despenalización del trabajo sexual no la estábamos sosteniendo con fondos del gobierno. Un sábado a la mañana me desperté y me encontré con mi foto en primera página de un periódico bajo un título incendiario: «Prostitutas usan dinero del gobierno para hacer activismo». Pasamos por una auditoría para demostrar que no era así. Nuestra autonomía es realmente importante, no queremos ser marionetas.
TD
En cuanto al presupuesto de NZPC, ¿nos podrías dar algunas cifras?
DCH
Nuestro contrato con el gobierno es de casi 1.1 millones de kiwis o dólares neozelandeses (casi 800 000 USD) y un 10% de nuestro presupuesto lo generamos nosotrxs mismxs. Hace poco vendimos una propiedad y compramos otra con recursos propios. Nos hace sentir muy bien saber que lxs trabajadorxs sexuales pueden tener un lugar propio ya que siempre están rodeadxs de mucho estigma y discriminación: un espacio físico que pueda generar una sensación de seguridad y un reaseguro de que no vamos a poder ser desplazadxs.
TD
En conversaciones anteriores, recuerdo que mencionaste el contexto político polarizado acerca de lxs migrantes sin documentos y lxs trabajadorxs sexuales dentro de esa categoría. ¿Puedes contarnos un poco más acerca del trabajo delicado que ustedes logran hacer en Nueva Zelanda y cómo se relaciona con los recursos autónomos de NZPC?
DCH
Creamos un recurso específicamente para migrantes sin documentos que hacían trabajo sexual con visas de turista. De nuevo nos atacaron en los medios por apoyar a personas que, en opinión de ellos, violaban las leyes. Muy pronto, el debate se volvió agitado y denso. Pensamos que por el bien de nuestra salud pública como nación, es importante que toda persona sexualmente activa en nuestras comunidades tenga acceso a recursos sin importar cuál sea su condición migratoria. Explicamos que era perfectamente apropiado utilizar nuestro financiamiento estatal para que ese recurso les llegara a lxs trabajadorxs sexuales aun si eran percibidxs como personas que quebrantaban las leyes migratorias. Pero si esto no se hubiera resuelto tan bien como se resolvió, podríamos haber dicho: «Muy bien, lo hacemos con fondos propios», sin complicarnos tratando de utilizar el financiamiento del gobierno.
TD
Por supuesto. De los distintos tipos de financiamiento que reciben o que querrían recibir, ¿cuáles les resultan o resultarían más útiles?
DCH
Es una pregunta interesante. No aceptamos donaciones de personas que operan burdeles a menos que sea para apoyar directamente a unx trabajadorx sexual o su familia en una situación extrema en la que no haya ningún otro recurso disponible. Tampoco queremos aceptar dinero de la publicidad. Publicamos unas revistitas en forma regular y nos gusta mantenerlas puras, sin auspicios de nadie de la industria del sexo, porque no queremos aparecer manipuladxs por ellxs. A muchos grupos que defienden los derechos de lxs trabajadorxs sexuales ya se les acusa de ser parte del supuesto «lobby de proxenetas». Nos parece muy importante mantener nuestra distancia a la vez que apoyamos a esos emprendimientos comerciales defendiendo su derecho a existir.
TD
Tiene sentido lo que dices. ¿Reciben algún otro financiamiento institucional proveniente de la filantropía privada o de donantes internacionales?
DCH
Sí, desde hace 20 años tenemos un vínculo con dos fundaciones privadas. Cada año tenemos que postularnos para estos dos financiamientos pero nos llegan de manera regular. También ha habido situaciones en las que nos dieron fondos por única vez pero tratamos de no depender de la filantropía porque hay mucha competencia en ese terreno y se vuelve complicado. También preferimos algo más sostenible.
En cuanto a financiamientos internacionales, no nos sentimos cómodxs postulándonos porque vivimos en un paisito rico. Ideológicamente no nos parece correcto aparecer entre lxs postulantes. Pensando en la necesidad de financiamiento que existe para las organizaciones de trabajadorxs sexuales que utilizan un marco de derechos, de ninguna manera queremos colocarnos en la fila para pedir esos fondos: somos privilegiadxs.
TD
Esa parece ser una opción política importante para ustedes. Si lo piensas, ¿cuál dirías que es la mejor clase de financiamiento que hayan recibido?
DCH
En nuestros inicios como organización tuvimos que aprender a gestionar nuestros fondos, nuestros vínculos y las demandas que se nos hacían como organización. A medida que fuimos creciendo, el financiamiento creció con nosotrxs. Si cuando recién comenzábamos nos hubieran dado todo el financiamiento que recibimos hoy, creo que hubiera sido una carga para nosotrxs. Desde hace 12 años tenemos la misma cantidad de fondos y ha sido un ejercicio interesante; en vez de querer más dinero, pensamos en cómo podemos trabajar más a nivel local, en forma eficiente, con inteligencia y hacer que los fondos rindan lo más posible para que podamos lograr lo que nos proponemos.
TD
Aunque resulta relevante hablar de la capacidad de las organizaciones feministas, también es cierto que no siempre se trata necesariamente de tener más dinero. Desde tu lugar, ¿en qué áreas te parece que falta apoyo y se necesitarían recursos más ambiciosos?
DCH
La cuestión migrante desde ya. Cuando nos atacaron por desarrollar recursos para trabajadorxs sexuales migrantes, me di cuenta de que nuestra postura era muy impopular. Los Comités de Salud distritales que organizan las clínicas de salud sexual optaron por un perfil bajo porque les estaban brindando servicios de testeo y tratamiento a trabajadorxs sexuales migrantes que estaban en Nueva Zelanda con visas de turista. No es bueno socavar la confianza de las personas en sí mismas y hacerlas sentir inseguras por hacer lo correcto. A nosotrxs nos atacaron pero no tuvimos dudas acerca de estar haciendo lo que debíamos. Al Ministerio de Salud lo atacaron por financiarnos y nosotrxs les explicamos por qué hacíamos lo que hacíamos. Por supuesto que nos apoyaron; tuvimos suerte. Pero imagínate si eso hubiera ocurrido en un clima político diferente. Estamos convencidxs de que tenemos que defender con fuerza a quienes están atrapadxs en espacios de ilegalidad. En esos espacios es muy frecuente que haya trabajadorxs sexuales. Y como activistas por los derechos de lxs trabajadorxs sexuales, es lógico que tratemos de que tengan una historia mejor, garantizando que cuenten con todo el apoyo necesario dentro de un marco de derechos humanos.
TD
¿Cómo están trabajando en eso ahora?
DCH
En parte tratamos de pasar desapercibidxs y en parte también nos hacemos oír. El enfoque de pasar desapercibidxs implica trabajar sin hacer ruido concientizando a los grupos contra la trata que —por extraño que parezca— nos apoyan mucho en este país o a funcionarixs del gobierno que sufren una gran presión de algunas personas para que «hagan algo» frente a la ilegalidad de lxs trabajdorxs sexuales. Tenemos una agenda política pero todavía no presentamos un proyecto en el Parlamento. Investigamos mucho y logramos que el Comité para la eliminación de la discriminación contra las mujeres (CEDAW) le recomendara al gobierno prestar atención a este tema.
TD
Es fascinante que desplieguen esa estrategia «desde adentro y desde afuera». ¿Crees que hay espacio para que el ecosistema filantrópico de recursos llegue hasta esas personas y las movilice?
DCH
Tenemos trabajadorxs comunitarixs que saben muy bien cómo contactarse con las poblaciones de trabajadorxs sexuales migrantes. En nuestra ciudad más grande, Auckland, donde vive un millón y medio de personas, hay una trabajadora de NZPC que proviene de una comunidad migrante. Si todo nuestro financiamiento fuera autónomo, podríamos hacer más pero el problema es que así le permitiríamos al gobierno salir por la puerta de atrás sin haber asumido responsabilidad alguna o sin haber ayudado a concientizar a todxs lxs trabajadorxs migrantes de Nueva Zelanda sobre sus derechos. La filantropía … esa palabrita que nos puede facilitar hacer cosas pero que no necesariamente resuelve los problemas.
En cuanto a organizar y movilizar a esas comunidades, es difícil hacerlo porque trabajamos con personas a título individual y también porque hay un patrón dentro de la migración. Por ejemplo, algunas personas solo se quedan en el país durante tres meses. Un buen modelo son las conversaciones en las redes sociales en las que participamos para garantizar que esas poblaciones tengan acceso a preservativos y sepan que pueden venir a una consulta médica. Pero en cuanto a que ellxs asuman el liderazgo, por ahora solo tenemos una trabajadora y una persona voluntaria.
TD
Parecería ser muy complicado que puedan organizarse de alguna manera.
DCH
Sí y son temas que por lo general se abordan con sigilo, pero no debería ser así. Nosotrxs nos aseguramos de mencionar explícitamente «trabajadorxs sexuales migrantes» en nuestros contratos con el gobierno. La situación de lxs trabajadorxs sexuales migrantes es responsabilidad del gobierno. Hace un tiempo apoyamos a una trabajadora sexual que había pasado por una experiencia terriblemente violenta que denunciamos a la policía para que pudieran atrapar al perpetrador. Pero la trabajadora no quería hablar con la policía y estando todavía en el hospital dijo «Me entrego». Me dio escalofríos escucharla decir eso. Claramente creía que la delincuente era ella y que tenía que entregarse. No debería ser así, y por eso estoy convencida de que tenemos que darle visibilidad a estas situaciones, invertir recursos explícitamente para que no vuelvan a ocurrir y no abordarlas con sigilo.