Pensamos que la economía, el mercado, el sistema financiero y las premisas sobre las que se basan son todas áreas fundamentales para la lucha feminista.
Por eso, nuestra visión de una economía justa va más allá de promover los derechos y el empoderamiento de las mujeres en una economía de mercado, sino que busca evaluar el rol que juegan las opresiones de género en dar forma al modelo económico y ver como podemos transformarlo para garantizar la justicia de género y económica.
El proceso
No estamos comenzando de cero ni estamos solas en nuestro intento de presentar propuestas feministas para una economía justa. Muchas de nuestras propuestas ya han sido presentadas o existen en la práctica de las diversas comunidades que confrontan y desafían a los sistemas económicos dominantes basados en el mercado y el crecimiento.
También somos concientes de las limitaciones que algunas alternativas presentan para abordar las injusticias del actual sistema capitalista a escala global. No siempre las propuestas a nivel micro son la respuesta a los problemas macro, si bien representan espacios importantes de resistencia y construcción de movimientos.
Metas
Sin embargo, las alternativas feministas para una economía justa son fundamentales para socavar el sistema y para aprender a generar cambios transformadores y sistémicos. No podemos presumir de ofrecer un relato exhaustivo ni completo acerca de cómo crear un modelo económico feminista justo, o varios modelos de esa clase. Lo que sí podemos hacer es recoger elementos de diálogos con otros movimientos (sindicales, ambientales, rurales y de campesinxs) para formular propuestas que nos permitan acercanos a esa visión.
¿Qué queremos cambiar?
El modelo neoliberal que dirige la economía global ha demostrado una y otra vez su incapacidad para hacer frente a las causas estructurales de la pobreza, las desigualdades y la exclusión. Lo que en realidad ha hecho el neoliberalismo ha sido contribuir a crear y exacerbar esas injusticias.
En estas últimas tres décadas, las políticas dominantes para el desarrollo se han caracterizado por la globalización, liberalización, privatizaciones, financialización y ayudas condicionadas, y han destrozado los medios de vida de la población. El recorrido de estas políticas también ha estado marcado por la profundización de desigualdades, las injusticias con marca de género y la destrucción ambiental que el mundo ya no puede continuar soportando.
Hay quienes no dudan en sostener que el crecimiento económico, que debe ser facilitado dando plena libertad a las grandes corporaciones y empresas, puede generar y sostener una una marea alta que (con el tiempo) levante todos los barcos.
Sin embargo, la noción de desarrollo que ha prevalecido durante las últimas décadas, construida sobre la premisa de un crecimiento económico ilimitado, está atravesando una crisis ideológica.
El mito del crecimiento económico como panacea para todos nuestros problemas está perdiendo cada vez más prestigio.
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