Anna creció en Lewes, Sussex (Reino Unido) y se mudó a Bristol, donde se hizo plomera, luego de decidir que no iba a continuar con su carrera de Inglés en la Universidad de Sheffield.
Dedicó mucho de su tiempo a defender a las personas marginadas y sin privilegios, a participar de marchas antifascistas y a ofrecer apoyo a las mujeres de la Granja Dale cuando estuvieron bajo amenaza de desalojo. Vegana y amante de los animales, participó en sabotajes a partidas de caza y su nombre es honrado en el Monumento «Árbol de la vida», de PETA. En mayo de 2017, Anna se trasladó a Rojava llevada por su fuerte compromiso con el empoderamiento de las mujeres, la plena representación de todas las identidades étnicas y la protección del ambiente.
Murió el 15 de marzo de 2018, al ser alcanzada durante un bombardeo aéreo de fuerzas turcas a la ciudad de Afrin, en el norte de Siria. Anna cayó combatiendo junto a las Unidades de Protección de las Mujeres (YPJ).