En el contexto de incremento en la frecuencia e intensidad de la violencia contra las mujeres defensoras de derechos humanos, es de suma importancia reconocer todos los tipos de violencia que ellas enfrentan, así como la manera en que la condición de género influye en las formas e impactos de la violencia.
Actualmente existen pocos programas de protección para las y los defensores de derechos humanos, y los existentes ofrecen un conjunto genérico de medidas que no toman en cuenta la manera en que factores como el género, orientación sexual e identidad de género, raza o etnia afectan las formas en que las defensoras experimentan violaciones a sus derechos humanos.
Este conjunto de recomendaciones busca responder a la necesidad de contar con un concepto integral de seguridad que vaya más allá de la protección física de la persona. La seguridad integral afirma la importancia del desarrollo de medidas de prevención y toma en cuenta la necesidad de las defensoras de sentirse seguras tanto en su casa como en el trabajo y la calle. La seguridad integral abarca el bienestar físico y psicológico de las defensoras, sus organizaciones y familias.
Estas recomendaciones ofrecen sugerencias específicas dirigidas a una gama de actores, claves para facilitar el diseño de medidas de protección y programas que no sólo sean sensibles al género sino que también respondan a otros factores contextuales o de identidad que afectan la manera en que las defensoras sufren violaciones de sus derechos.
Las recomendaciones son el fruto de un proceso de consulta en el que participó un grupo de defensoras de África, Asia, América Latina y el Medio Oriente que defienden varios tipos de derechos humanos, incluyendo los derechos de las mujeres. Las recomendaciones incorporan las ideas, esperanzas, sabiduría y necesidades de las numerosas defensoras que gentilmente compartieron con nosotras sus vivencias del trabajo de defensa de los derechos.
Esperamos que estas recomendaciones ayuden a avanzar la incidencia de las defensoras y sus aliados ante los Estados, mecanismos regionales e internacionales de protección de los derechos humanos, agencias de cooperación internacional, donantes y empresas nacionales y transnacionales. La meta es contribuir a la creación de un ambiente propicio y libre de violencia en donde las defensoras puedan seguir su imprescindible trabajo en la defensa de los derechos humanos.