Ninguna madre quiere ver a su hija o hijo en prisión, pero Rawia Sadek no se está dejando abatir por el encarcelamiento de su hija Yara Sallam.
Durante todo el año transcurrido, Rawia se ha esforzado para que las múltiples revisaciones a que la someten en la cárcel, la espera incómoda en el salón de las visitas, o el mero hecho de que a su hija se la designe como 'presa' arruinen las valiosas visitas de una hora de duración que consigue tener con ella. Desde hace un año, Rawia ha estado escribiendo acerca de Yara y de todas las personas detenidas injustamente en Egipto en las redes sociales, además de difundir fotos de su hija con la etiqueta #FreeYara.
Yara Sallam es una defensora de los derechos humanos egipcia de 29 años de edad. Antes de ser detenida injustamente, investigaba sobre justicia transicional para la Egyptian Initiative for Personal Rights ([Iniciativa Egipcia por los Derechos Personales, EIPR]. El 21 de junio de 2014, 23 jóvenes activistas, entre ellos/as Yara y otras 6 muchachas, fueron arrestadas/os por manifestarse contra una ley draconiana para regular las protestas.
Esa ley se promulgó en Egipto en 2013 para impedir protestas no autorizadas por el gobierno. La ironía del asunto es que el gobierno actual del presidente Abel Al Fattah el Sisi no habría llegado al poder si en 2011 multitudes de egipcias/os valientes y desafiantes no hubieran tomado las calles en protesta y derrocado al entonces presidente Hosni Mubarak.
El 21 de junio, cuando fue arrestada, Yara ni siquiera estaba participando de una protesta no autorizada. Estaba con su prima, comprando una botella de agua en un comercio, y allí las arrestaron a ambas. Su prima fue liberada, pero cuando la policía descubrió que Yara trabajaba en EIPR, la derivó a la fiscalía.
Tanto Yara como las/os otras/os 22 activistas que fueron arrestadas/os ese día ya completaron el primero de los dos años de cárcel que les fueron impuestos. En diciembre de 2014, un Tribunal de Apelación egipcio decidió que a esos dos años de cárcel les seguirán otros dos de vigilancia policial.
El Observatorio para la Protección de los Defensores de Derechos Humanos (OBS) es un programa conjunto de la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH) y la Organización Mundial contra la Tortura (OMCT). En diciembre pasado, el Observatorio difundió un comunicado en el que afirmó que esas/os activistas estaban languideciendo en la cárceles "solo por ejercer su derecho a la libertad de expresión y de reunión", y que su detención y condena arbitrarias "solo buscaban sancionar actividades legítimas por los derechos humanos".
Rawia describe a su hija con afecto: “Yara es una persona honesta, y fue criada para hacer lo correcto. Todo lo que hace lo hace con pasión. No se preocupa solo por sí misma sino que siempre está pensando en otras personas. "El derecho no es solo la carrera que Yara eligió, sino que ella lo vive como un llamado. Rawia recuerda: "Solía decirle a Yara 'Eres abogada' y ella me respondía 'No, mamá: soy defensora de derechos'. Tenía apenas catorce años y ya participaba en una organización que defendía los derechos de la niñez".
En la cárcel de mujeres de Qanater, diecinueve kilómetros al norte de El Cairo, Yara comparte una celda con otras cinco mujeres jóvenes que también fueron arrestadas el 21 de junio de 2014. Rawia la visitó el 9 de junio pasado y ese fue un buen día para Yara. "Algunas veces no está feliz y no se siente bien con su situación. Pero ese día estaba contenta, se reía", señala su madre.
Al comienzo, Rawia temía por su hija. Ella sabe que en las cárceles egipcias los abusos por parte de las fuerzas de seguridad del estado son rampantes. Temía que a su hija la maltrataran en la cárcel o que abusaran sexualmente de ella, pero Yara le confirmó que nada de eso le ha ocurrido.
Aun así, perder la libertad sin causa alguna que lo justifique no es algo fácil de soportar, pero Yara es fuerte. Una vez le escribió a su madre desde la prisión, confesándole que "No estoy arrepentida, ni me siento derrotada: no llevo la cárcel dentro de mí".
Al igual que Mahienour El Masry, un reconocido activista político detenido en este momento en Alejandría, Yara está tratando de hacer un buen uso del tiempo que pasa en la cárcel. Rawia contó que cuando un grupo de defensoras/es de derechos humanos visitó la cárcel de Qanater, Yara y Sanaa Seif (otra activista joven muy conocida que hizo campaña contra los juicios de civiles ante tribunales militares en Egipto) insistieron en denunciar el caso de una joven que estaba en una celda de aislamiento sin causa justificada. Yana y Sanaa también se han quejado del hacinamiento en la prisión.
Cuando un funcionario de la cárcel le preguntó a Yara si la estaban tratando bien, la defensora respondió que a ella sí, pero que no podía decir lo mismo de otras detenidas. "Eso muestra quién es Yara y cómo no puede quedarse callada frente a las injusticias", comenta Rawia con orgullo. "Podría hablar durante horas de lo maravillosa que es mi hija". Pero las alabanzas y los comentarios positivos acerca de Yara no provienen solo de su madre.
Radwa Medhat fue compañera de equipo de Yara en EIPR. Para Radwa, no se trata solo de una colega sino de una amiga muy cercana. Nos cuenta que Yara es la amiga más cuidadosa, reflexiva, divertida y solidaria que se pueda tener. Y agrega: "Que Yara esté en la cárcel es mi peor pesadilla, y esto lleva ya casi un año. Para mí significa la desaparición de una muy buena amiga y de una colega, y también un sentimiento de culpa que me acompaña haga lo que haga, incluso cuando lo estoy pasando bien. También es la pregunta permanente de por qué no me habrá tocado a mí. Sin ella, nada tiene sentido."
La cárcel no la cambió
“No nos gustan las cárceles, pero no les tenemos miedo". La cita es de Mahienour El-Masry y es muy importante para Rawia, ya que le da un 'cable a tierra'. La madre de Yara dice que el año pasado en prisión no ha cambiado a su hija, porque Yara sabe que no hizo nada malo. "Se equivocaron encarcelándola", afirma Rawia. "Son ellos los que no respetan la ley. Las acusaciones contra Yara son todas falsas".
Un amigo de Yara, recientemente liberado de la prisión, dijo en broma a Rawia: "La cárcel es bonita. Dile a Yara que se lo diga a los guardias: que la cárcel es bonita". En una de sus visitas, Rawia le comentó a su hija que, según su amigo Mohamed, la cárcel era bonita. Yara se quedó un momento pensando y luego respondió: "Si yo estuviera afuera, con todo lo que está pasando en el país, me sentiría culpable e impotente. En ese sentido, tal vez sea bueno para mí estar en la cárcel".
Rawia señala que Yara y las otras muchachas a las que se les impuso la misma pena continúan compartiendo celda pero muchas otras jóvenes, por ejemplo las que forman parte de la Hermandad Musulmana, reciben un trato diferente. Las separaron y están compartiendo celdas con otras personas acusadas de delitos comunes.
Dentro y fuera de los muros de las cárceles egipcias, las injusticias persisten. Y continúan saliendo a la luz historias de jóvenes a quienes las fuerzas de seguridad egipcias arrestan, hacen desaparecer y asesinan. Resulta difícil dar un seguimiento a todos los casos. "Pero no son solo cifras ni nombres al azar. Son personas con rostros, historias y sentimientos que deberíamos conocer. Yara dice que sabe que su historia continúa presente en los medios gracias a la gente, pero ella quisiera que se hablara de las historias de todas las otras personas detenidas con la misma intensidad, o más aún. Ella quiere que todas las personas injustamente detenidas queden libres", sostiene Rawia.
El 20 y 21 de junio, activistas egipcios organizaron dos días de acciones internacionales en solidaridad con las personas detenidas por razones políticas en Egipto. Su objetivo fue poner fin a la represión y conseguir el apoyo mundial para las distintas campañas en curso por la liberación de las personas que son prisioneras políticas en Egipto. Nunca como ahora ha sido tan importante presionar al gobierno egipcio para que inmediatamente ponga fin a toda represión de las protestas; libere a las personas detenidas por razones políticas; ponga fin a las desapariciones; asegure un juicio justo para todas/os y termine con los abusos, la tortura y las ejecuciones.
Rawia no quiere que su hija o cualquiera de sus compañeras de celda estén tras las rejas ni un segundo más. Espera que sean liberadas antes de concluir su sentencia, aunque no se permite grandes esperanzas. Esto le resulta imprescindible para poder seguir adelante.
Si bien Yara y otras personas continúan cumpliendo penas injustas y sin justificativo, Rawia dice que su hija agradece a todas las personas que continúan solidarizándose con ella, apoyándola, hablando de su caso y orando por ella.
Quienes quieren que haya libertad en Egipto no han descansado nunca. La lucha continúa.