Estoy en Argentina, sentada a una mesa con un grupo de extrañxs, esperando para realizar una caminata guiada, cuando ocurre uno de esos incidentes reveladores. La guía nos pregunta a todxs qué estamos haciendo en Sudamérica, y la mayoría responde que están viajando por la región. «Vine a Buenos Aires para protestar contra el G20», explico.
El G20 es un foro que reúne a las y los jefes de los estados más ricos y a las instituciones financieras internacionales para deliberar sobre la política económica para el resto del mundo, con poca o nula voz de otros países y de la sociedad civil. Unx de lxs turistas me responde: «Espero que no hayas tirado ninguna piedra». Bueno, no esta vez.
Sospecho que muchas otras personas a nuestro alrededor viven la imagen distorsionada que reciben de los medios: quienes protestan son simplemente alborotadorxs que gritan en las calles sin motivos. En verdad, las realidades de resistencia son espacios de conexión y generosidad, de escucha y aprendizaje, de formulación de estrategias y búsqueda de justicia.
En AWID llamamos a estos espacios «realidades feministas».
«Generosidad» es, precisamente, la palabra que me surge cuando pienso en el Foro Feminista contra el G20 que se realizó a fines de noviembre en Buenos Aires, Argentina. Generosidad de conocimientos y experiencias, de energía transformadora feminista, de solidaridad. Dejen que les muestre.
El Foro Feminista aglutinó a cientos de feministas de la región latinoamericana (en particular de Argentina y Brasil) y a algunxs invitadxs internacionales, unidxs en resistencia a la agenda neoliberal promovida por el G20. Compartíamos la idea fundamental de que las pautas políticas y económicas de privatización, austeridad y extracción ilimitada de los recursos naturales tienen un costo terrible para las sociedades humanas y el medio ambiente. Y compartíamos también una sensación de urgencia, sabiendo que el cambio es posible, y encontrando soluciones en los pasados ancestrales, en nuestras experiencias y prácticas vividas, y en nuestra imaginación.
Para comprender la importancia de la movilización feminista contra el G20 debemos tener en cuenta la profundidad de la cooptación corporativa de los derechos de las mujeres. El G20 nos trajo el W20, un proceso formal para influir sobre el G20 de modo de incrementar la participación de las mujeres en las economías. Al mismo tiempo, Christine Lagarde, la Directora del Fondo Monetario Internacional (FMI) habla del empoderamiento económico de las mujeres. Podría pensarse por un momento que la economía está funcionando para las mujeres. Pero cuando la gente es arrojada de sus hogares y de sus territorios ancestrales, cuando las mujeres trabajan en condiciones de explotación y violencia, y cuando la evidencia muestra el aumento de la pobreza y las desigualdades, sabemos bien que esto no es así.
Berta Cáceres, Marielle Franco y otras hermanas asesinadas por resistir las injusticias del patriarcado y el capitalismo estaban allí con nosotrxs, presentes y amadxs.
Quizás no ha sido casual que el Foro Feminista contra el G20 coincidiera con el Día Internacional de las Defensoras de Derechos Humanos, cuando recordamos y honramos a lxs feministas y activistas que ya no están con nosotrxs, muchxs de ellxs asesinadxs por resistirse a los abusos de las corporaciones y el estado.
Recuperar la economía
El Foro Feminista contra el G20 arrancó con seminarios y educación popular, continuó con tribunales feministas, y concluyó con una marcha por las calles.
En la Escuela de Economía Feminista analizamos cómo funciona la economía global, y cómo el poder corporativo y los intereses corporativos vulneran la vida pública. Desmitificamos los flujos financieros ilícitos, y reflexionamos sobre su conexión con nuestra vida diaria; analizamos las economías digitales y el acceso a los servicios públicos; e intercambiamos ejemplos y experiencias de resistencia feminista contra las injusticias económicas, sociales y políticas.
Lxs economistas y lxs responsables políticxs hablan de la economía como si fuera una ciencia objetiva neutral, reservada a lxs expertxs. Pero cuando asumimos el conocimiento y la comprensión de la economía entendemos cuán lejos está de ser neutral. El campo de la economía no solo es profundamente ideológico y político: las ideologías que la impulsan son patriarcales, capitalistas y neocoloniales. No es debido a la ciencia ni al destino que la economía global sirve a los intereses de las corporaciones multinacionales y a la élite, en lugar de atender al bienestar de las personas y a la sustentabilidad de nuestro medio ambiente. La respuesta no es la simple participación de las mujeres en este sistema económico: sí lo es la transformación feminista del sistema.
Exigir justicia y reconocimiento
Como parte del Foro Feminista, el Tribunal Popular Feminista aportó fuertes testimonios, en tres sesiones: avances del fascismo en América Latina, defensa de la tierra y los territorios y la lucha contra el extractivismo, y mujeres y sexualidades disidentes en migración. Una tras otra, las mujeres subieron al escenario para denunciar los crímenes de las instituciones financieras internacionales como el FMI y de los gobiernos cómplices de la propagación del neoliberalismo y la intensificación del racismo y el sexismo. Un público de 250 personas escuchó cada palabra.
Un panel de juradxs presenció los testimonios y emitió su sentencia el día siguiente. Esta sentencia fue leída durante la protesta masiva contra el G20. Fue la primera vez que experimenté esta forma de reconocimiento y justicia popular y ética. No esperaba conmoverme tanto, y me sentí abrumada por este recordatorio del poder que tenemos, como comunidades, de buscar y otorgar reconocimiento mutuo, en especial cuando las instituciones oficiales estatales y judiciales no están equipadas para reconocer suficientemente las formas estructurales e históricas de violencia, o cuando estas mismas instituciones se encuentran entre los culpables.
La semana de movilización feminista contra el G20 finalizó con una protesta masiva, en la que cientos de miles marcharon bajo las banderas de numerosos y diversos grupos, movimientos sociales y sindicatos.
El estado desastroso del mundo en que vivimos no es un accidente sorprendente, ni un producto derivado, sino un resultado directo de las agendas impulsadas por el afán de lucro y alimentadas por la codicia (y los combustibles fósiles). Con la crisis financiera global, el avance de las políticas de derecha y los fascismos, el poder corporativo irrestricto, y la catástrofe climática en ciernes, la Cumbre del G20 encontrará ciertamente la resistencia popular, en cualquier lugar donde se celebre. Y las feministas estarán allí. Las iniciativas como el W20 y las promesas de participación de las mujeres en la economía no alcanzan para hacernos olvidar cuán inherentemente explotadora e injusta es esta economía, y cuán profundamente debe ser impugnada.
Al reunirnos para debatir sobre los mundos por los que luchamos ya estamos, de hecho, construyéndolos; los vislumbramos y los saboreamos, y obtenemos energía e inspiración. Llevamos esta inspiración a nuestras vidas diarias, a nuestras luchas futuras, a nuestros encuentros con otrxs.
Este es nuestro poder en acción.
Por este motivo, aquellxs de nosotrxs que vivimos fuera de la región latinoamericana nos sentimos «en casa» en esta realidad feminista de Buenos Aires, entendiéndonos perfectamente a través de los idiomas y las fronteras nacionales (las dificultades para obtener una visa es una historia completamente diferente, y seguimos luchando contra los regímenes restrictivos).
Y es por este motivo que, cada cuatro años, organizamos el Foro Internacional de AWID. Estos valiosos días juntxs, y los extensos procesos colectivos preparatorios que preceden al Foro, nos recuerdan (en el cuerpo, en la mente, en el espíritu) que las realidades feministas son tan reales como mágicas. Esto es lo que el Foro Feminista contra el G20 nos recordó, y generosamente.