Cierra los ojos e imagina cómo serían los sistemas económicos ideales para ti a escala global. Serían modelos que incorporaran la teoría y la práctica feminista y en los que conceptos como solidaridad, compartir recursos y bienestar colectivo tomarían el lugar de otros como mercado, crecimiento y lucro.
¿Qué es necesario cambiar?
El modelo neoliberal que está motorizando la economía global ha demostrado que es incapaz de hacer frente a las causas estructurales de la pobreza, las desigualdades y la exclusión. Más aún: ha contribuido a crear y a exacerbar esas injusticias.
En el contexto actual, los obstáculos son muchos pero se han identificado cinco grandes amenazas ya documentadas para la lucha por economías feministas y justas:
- La creciente financialización de la economía mundial
- Los acuerdos comerciales nocivos
- Una escalada de amenazas sin precedentes contra los ecosistemas y la biodiversidad
- La veloz comercialización de la tierra y de la apropiación de recursos
- Una base patriarcal arraigada que le da estructura al sistema capitalista
Estas amenazas nos cuestionan a lxs feministas y nos hacen repensar nuestros marcos de referencia y nuestras estrategias, renovando y reactivando nuestro compromiso de construir movimientos con otrxs por una economía justa.
Por dónde comenzar
No estamos comenzando de cero, ni estamos solxs en este intento de imaginar que otro mundo es posible. Diversos sectores ya han propuesto o llevado a la práctica distintas experiencias que cuestionan y resisten al mercado y los sistemas económicos basados en el crecimiento dominantes.
Un proyecto virtual conjunto de AWID, el Centro para el Liderazgo Global de las Mujeres (CWGL) y la Red de Desarrollo y Comunicación de las Mujeres Africanas (FEMNET) brinda un espacio para compartir, documentar, analizar, criticar y mejorar algunas de estas propuestas por una agenda feminista para la justicia económica.
En las luchas feministas por la justicia de género, en la construcción de la paz, económica, social y ambiental, sabemos que no existe una receta única para crear un sistema económico alternativo sino una gama de posibilidades que pueden hacer que sucedan cambios y efectivamente lo están haciendo. Las oportunidades son tan diversas como nuestros movimientos y como las comunidades en las que vivimos y luchamos.
Las propuestas
¿Qué ocurriría si fueran las comunidades que dependen de ellos las que decidieran el valor de los bienes y los servicios, y no la lógica del lucro y las empresas? ¿Y si la norma fueran los vínculos humanos, la generación de buena voluntad y la atención volcada a que la sociedad entera se potencie y no solo determinadxs individuos?
Economía solidaria
Eso es exactamente lo que propone el marco de referencia de la economía solidaria. Quienes lo defienden llevan años experimentando, resistiendo y coexistiendo con el sistema capitalista a través de cooperativas y otras asociaciones.
Las experiencias de economía solidaria guardan un potencial enorme pero no se las debe idealizar. Es importante identificar los rasgos capitalistas, las normas patriarcales, el sexismo, el racismo, la discriminación por clase y por cualquier otra característica así como la opresión que se reproducen dentro de este marco de referencia.
Conocimientos comunitarios para construir futuros justos
El conocimiento comunitario corre riesgo de desaparecer de la práctica, mercantilizado y colonizado. Pese a esto, las comunidades continúan haciendo aportes enormes en cuanto a incorporar la producción y la reproducción como procesos inseparables de la economía. Un ejemplo es el concepto de Buen Vivir, adaptado del acervo de los pueblos indígenas andinos, que se refiere a los logros colectivos con base en vínculos armónicos y equilibrados entre los seres humanos y con todos los seres vivientes, en reciprocidad y complementariedad.
Desde una perspectiva feminista ha habido críticas importantes a sus interpretaciones binarias del género que dejan poco margen para analizar con mayor profundidad el heteropatriarcado. No obstante, uno de los principales aportes del buen vivir como principio central de marcos de referencia políticos, económicos y sociales es que la igualdad deja de tener como paradigma a los derechos individuales y los reemplaza por la transformación de la sociedad como un todo.
Agroecología y soberanía alimentaria
La agroecología y la soberanía alimentaria proponen una ruptura con el modelo hegemónico de desarrollo rural, basado en los latifundios de gran extensión y los monocultivos que utilizan tecnologías nocivas para el ambiente. En lugar de eso, involucran a las poblaciones rurales y especialmente a las mujeres, poniendo el acento en las prioridades y conocimientos locales. Las reflexiones sobre los roles de género socialmente construidos también son importantes para promover el potencial emancipador de la agroecología como forma alternativa de producción de alimentos.
Reivindicar los bienes comunes
El concepto de bienes comunes se apoya en la práctica cultural de espacios y recursos compartidos para la supervivencia (que incluye recursos ligados a los conocimientos, la herencia, la cultura, los espacios virtuales e incluso el clima) entendidos como un don de la naturaleza para el bien común y para la sostenibilidad de lo que es común a todxs. Las experiencias que buscan reivindicar los bienes comunes se proponen restaurar los derechos legítimos de las comunidades a estos recursos comunes. Cuando a las mujeres y a otros géneros oprimidos se les niega el acceso y control de estos recursos, se refuerza el patriarcado. Una perspectiva feminista de los bienes comunes reconoce los roles de las mujeres y de otros géneros oprimidos, además de brindar igualdad de oportunidades para la toma de decisiones ya que considera que todas las personas tienen el mismo derecho a esos recursos.
Cuestionar el modelo de crecimiento económico
Como respuesta a la premisa de que la economía de un país siempre debe 'crecer o morir', las propuestas de decrecimiento buscan pasar a un nivel más bajo y sostenible de producción y consumo. En esencia se trata de achicar el sistema económico para dejar más espacio a la cooperación y los ecosistemas humanos. Analizando esta propuesta desde una mirada feminista, vemos que el decrecimiento puede quitarle valor a las actividades impulsadas por el capital que alimentan el modelo actual de crecimiento económico para redefinir y revalidar el trabajo no remunerado y el pago, el trabajo de cuidados y el que se realiza en el mercado, así como superar los estereotipos de género tradicionales y las brechas salariales y desigualdades en el ingreso que actualmente desvalorizan el trabajo de cuidados.
Algunas de las críticas importantes a esta propuesta surgen desde el Sur Global. No todo el mundo puede costearse el decrecimiento: los países en la periferia todavía tienen que dejar atrás el colonialismo, construir y adaptar modelos de producción sostenible. Muchos de ellos todavía no tienen acceso a necesidades básicas como el agua, los alimentos, el cuidado de la salud y la educación. Todo eso les dificulta volcarse al decrecimiento.
Una invitación para crear juntxs entre movimientos
Las propuestas feministas por una economía justa son fundamentales para abrir grietas en el sistema y para aprender de ellas cómo generar cambios sistémicos y transformadores. Ahora es el momento de imaginar futuros libres de opresión, injusticia, guerra y violencia, y de desarrollar estrategias concretas para las personas y el planeta basadas en nuestra humanidad común.
Este es un llamado a la acción
El próximo 13º Foro Internacional de AWID que tendrá lugar en Costa do Sauípe, Bahía, Brasil, del 8 al 11 de septiembre de 2016, es un proceso y un espacio para volver a imaginar y crear juntxs nuestros futuros. Allí 2000 participantes de una amplia diversidad de movimientos y sectores — desde los movimientos por los derechos de las mujeres y feministas (prestándole una atención especial a lxs activistas brasileñxs por los derechos de las mujeres) hasta los movimientos por la paz, la justicia económica, ambientalistas y de derechos humanos, entre otros —pensarán en conjunto estrategias para los futuros feministas.
Esta es una oportunidad clave para aprovechar nuestro poder colectivo como movimiento y comenzar a construir juntxs una economía feminista y justa.
Como dijo Arundhati Roy «Otra 'munda' no es solo posible, sino que viene en camino. En un día tranquilo, puedo escucharla respirar»