Estrés, desgaste, arrebatos emocionales incontrolables, depresión, ansiedad, migrañas y cáncer son algunos de los efectos que el trabajo de defensa de los derechos humanos tiene en las defensoras de derechos humanos en todo el mundo y que a menudo las hacen renunciar a su importante trabajo. AWID conversó con Jessica Horn, Asesora Principal del Instituto Africano para Respuestas Integradas a la Violencia contra las Mujeres y al VIH/Sida (AIR), sobre la política del autocuidado y el bienestar para las defensoras.
AWID: Con base en tu experiencia, ¿puedes hablarnos sobre la importancia política del bienestar y el autocuidado en las vidas de las defensoras de derechos humanos? En tu opinión, ¿qué es lo más relevante acerca de esto?
Jessica Horn (JH): Nuestro trabajo consiste en crear sociedades que sean justas, en las cuales la gente pueda vivir bien, saludable y equilibrada, como también sin temor a la violencia. Estar emocionalmente bien es esencial para ser capaces de participar plena y activamente en la sociedad. Para mí es realmente fascinante que este elemento de la existencia humana, y en particular de la existencia de las/os activistas, ha sido descuidado por tanto tiempo. Muchas feministas plantean (y Audre Lorde es una de ellas) que vivimos en sistemas de poder que están diseñados para hacernos infelices—que están estratégicamente diseñados para borrar la felicidad y el bienestar de ciertos grupos de personas. De modo que afirmar la felicidad de las mujeres en una sociedad patriarcal es en sí y por sí mismo un acto político.
Creo además que subestimamos la cantidad de estrés emocional y mental que la opresión y la injusticia ocasionan y no reconocemos que el estrés es un estrés colectivo. Tendemos a olvidar que, cuando una persona es atacada, esto afecta a toda la gente. La persona que es atacada tiene una necesidad directa inmediata, pero las personas a su alrededor y las que la apoyan también se ven afectadas. Como activistas sobrellevamos la carga de esta constante herida en nuestras comunidades. De modo que es necesario abordar esa carga porque nos agota.
Viendo más ampliamente el sector de los derechos de las mujeres, creo que es justo decir que tenemos un reto de recursos humanos. No hay tantas personas que estén trabajando en los derechos de las mujeres a nivel global en comparación, digamos, con el sector tecnológico, por lo que también perdemos una valiosa capacidad técnica cuando la gente se desgasta o no puede lidiar con más tristeza y siente que debe hacer un trabajo diferente, o termina en situaciones en las cuales su salud emocional y física se ve afectada. También en esto tiene sentido político pensar en la sostenibilidad de nuestro sector de activistas por los derechos de las mujeres y prestar más atención a su bienestar.
AWID: ¿Cuáles son los retos que, a tu criterio, están impidiendo que defensoras de derechos humanos, activistas y movimientos sociales consideren seriamente el autocuidado y el bienestar como parte de sus agendas políticas?
JH: En las organizaciones y los movimientos por los derechos de las mujeres no estamos reconociendo a cabalidad que nuestro trabajo involucra dar testimonio constantemente de violaciones y violencia y que con frecuencia la violencia está cerca de nosotras—está siendo infligida ya sea a personas que conocemos o a personas como nosotras. Hay un límite para las veces que puedes escuchar historias de cosas terribles que le están sucediendo a alguien antes de que esto empiece a afectarte. Y la mayoría de activistas no cuentan con un mecanismo organizacional que les ayude a lidiar con eso.
Dentro de nuestras organizaciones tenemos que incorporar en nuestros protocolos de recursos humanos el apoyo para el bienestar ocupacional y la salud mental. Esto existe en el sector humanitario y, por supuesto, en la psicología y el asesoramiento, pero aún no como una práctica regular en el trabajo por los derechos de las mujeres. El financiamiento para esto es un gran reto y en AIR hablamos mucho al respecto. Sabemos que hay muy poco apoyo básico disponible para las organizaciones que trabajan por los derechos de las mujeres, y el bienestar ocupacional es algo que tendría que ser financiado a través del financiamiento básico. Cuando estás luchando por conseguir dinero para implementación de proyectos se hace difícil argumentar a favor de fondos adicionales o tiempo de personal para el bienestar emocional y la salud mental. Es necesario que los donantes empiecen a reconocer que esto es muy serio y a asignar recursos para crear estos sistemas antes de que sea demasiado tarde. Es injusto esperar que la gente trabaje en la línea del frente sin ninguna defensa. Pienso que es una responsabilidad ética que los donantes apoyen el bienestar de las personas a quienes apoyan para que lleven a cabo el valiente trabajo de transformar sociedades violentas y carentes de igualdad. Se trata de la longevidad del movimiento—tenemos que defender a quienes defienden.
En la práctica también tenemos problemas con las metodologías. Sé por propia experiencia en la región africana que, cuando estamos haciendo trabajo de movilización con activistas LGBTI y personas que enfrentan otras discriminaciones en la sociedad, nos es muy difícil encontrar profesionales especializadas/os en bienestar que no discriminen. Tenemos el problema básico de no contar con alguien a quien acudir para recibir apoyo. Dicho eso, también podemos ser más creativas/os con nuestras metodologías para el bienestar emocional, particularmente apartándonos de la idea impulsada por la psicología occidental de que la ‘terapia de conversación’ es la única solución. Hay muchas maneras diferentes de apoyar el bienestar emocional y la salud mental, incluyendo métodos que ya existen en el contexto—y distintos métodos funcionan para diferentes personas.
AWID: ¿Podrías decirnos qué significa para ti un “enfoque holístico integrado” para lidiar con violaciones a los derechos humanos? ¿Cuáles serían sus elementos distintivos?
JH: El enfoque integrado de AIR fue desarrollado a partir de la experiencia interdisciplinaria de las profesionales que creamos AIR. Aportamos reflexiones provenientes de nuestros diferentes puntos de entrada en el trabajo relacionado con la violencia contra las mujeres y las niñas y el VIH/sida—psicología, promoción y defensa, movilización y prevención comunitarias, prestación de servicios de salud e investigación. El activismo por los derechos humanos y su histórico enfoque en las violaciones contra los derechos civiles y políticos de hombres han tendido a ser muy legalistas en su comprensión de la justicia y la reparación. En el caso de los derechos de las mujeres, aunque la justicia legal es un aspecto crucial de la respuesta, existen muchos otros. Por ejemplo, la salud: las violaciones que las mujeres sufren afectan el cuerpo en diferentes formas—e incluyo la mente en el concepto del cuerpo. También tenemos que pensar en eso y abordar la dimensión social de la violación. Sabemos que la marginación de las defensoras de derechos humanos funciona por medio del estigma social: las mujeres son seleccionadas y etiquetadas como personas inaceptables en la sociedad, como ‘mujeres malas’ o ‘malas madres’. Todas éstas son maneras de socavar nuestra reputación social y disminuir nuestro poder político.
El área económica es un aspecto en el cual hemos pensado menos. Necesitamos un enfoque que comprenda que en las violaciones de los derechos de las mujeres suele haber un impacto económico. Además, al ver las violaciones contra mujeres que ya viven en la marginación económica, el apoyo para que se vuelvan económicamente autónomas puede por sí mismo ser sanador. Hay una indignidad que se deriva de no ser capaz de mantenerte a ti misma o mantener a las personas que son importantes para ti. Propiciar que la gente adquiera o recupere capacidad económica puede ser crucial para el proceso de reequilibrarse o sentirse bien mental y emocionalmente. Este reconocimiento del poder potencialmente transformador de los medios de sustento viene de la experiencia de profesionales de AIR y de lo que saben que resulta efectivo al responder a violaciones de derechos de las mujeres en comunidades que han sido afectadas por el conflicto armado y el VIH, así como en contextos de migración y desplazamiento forzados.
AWID: Cuéntanos sobre la iniciativa de AIR y cómo las defensoras de derechos humanos, las organizaciones y los grupos podrían involucrarse.
JH: AIR fue establecido como una iniciativa por y para profesionales africanas/os. Reconocemos que en el África existe una tremenda cantidad de conocimientos, reflexiones y experiencia técnica en cuanto al manejo de la violencia contra las mujeres y las niñas, el VIH/sida, el bienestar emocional y la salud mental que hasta la fecha no se ha documentado o abordado rigurosamente. También reconocemos que las personas que trabajan en estos contextos son quienes mejor los conocen y tienen metodologías y enfoques que son útiles para compartir con profesionales en otros países o contextos africanos, porque han sido adaptados para responder a retos similares: falta de infraestructura cívica, bases de apoyo que tienen un estatus migratorio complejo, personas que están enfrentando un legado de violencia masiva, falta de servicios estatales y una opresión económica generalizada.
Desde AIR nos interesa en particular los enfoques africanos que funcionan desde una perspectiva feminista transformadora, lo cual significa una perspectiva que se interesa en plantear las preguntas más grandes acerca de las causas fundamentales de las violaciones por motivos de género e incluye maneras de abordar las causas fundamentales y no sólo las manifestaciones individuales de los problemas. Esto incluye prevención-movilización para cambiar las dinámicas de poder y frenar el problema desde sus raíces.
Todas las herramientas que AIR produce se encuentran disponibles en línea gratuitamente y cualquiera puede usarlas. Aunque están centradas en África, son pertinentes para personas que trabajan en contextos similares en otras regiones del mundo—por ejemplo, iniciativas en comunidades que están viviendo en contextos de violencia estructural extrema, con Estados que son muy complejos y no rinden cuentas, y afrontando retos relacionados con recursos e infraestructura. En ese sentido, AIR está haciendo una contribución desde el Sur Global a los debates en torno a la justicia, el bienestar y los derechos de las propias defensoras de derechos humanos, particularmente cuando se trata de la iniciativa que estamos implementando sobre la (re)conceptualización del trauma.
Mira el nuevo video de AIR: Working on trauma creatively: African practitioners rethink the field [Trabajando creativamente en el trauma: Profesionales africanas se replantean el campo]
Lee el más reciente informe de AIR: (Re)Conceptualizing Trauma. An AIR Convening [(Re)Conceptualizando el trauma. Una reunión de AIR]
* Agradecemos a May Abu Jaber por sus contribuciones para este artículo.