Nos encontramos en un momento significativo en la historia. Por un lado, las defensoras de derechos humanos –de los EE. UU. a China, El Salvador y Rusia—se enfrentan a la vigilancia, la persecución, la cárcel y la violencia por manifestarse contra las injusticias. El racismo generalizado, la brutalidad policial, la xenofobia, los levantamientos populistas y fundamentalistas, así como el ecocidio y las violaciones de los territorios, tierras y cuerpos de los pueblos indígenas, están a la orden del día.
Por otro lado, estas crisis han dado lugar a momentos cruciales y movimientos de resistencia, a menudo con feministas jóvenes en la vanguardia. En las marchas de mujeres de los EE. UU. a la Antártida, en el movimiento #NiUnaMenos, contra los violentos asesinatos de mujeres en América Latina, en los esfuerzos de los Dreamers (soñadores) en los EE. UU. para combatir la injusta reforma migratoria, en el movimiento #FeesMustFall de Sudáfrica que exigió la descolonización de los sistemas educativos, en las campañas #BlackLivesMatter que llamaron la atención sobre lxs víctimas negras de la violencia policial, en el movimiento por el derecho al aborto en Polonia, lxs activistas jóvenes trabajan con determinación, apasionamiento y creatividad.
Son las mujeres trans jóvenes de la Haus of Khameleon en las Islas del Pacífico, que abogan por la igualdad de las personas trans y la justicia climática. Son las fundadoras de Copper Rose, mujeres jóvenes que trabajan para dar a las chicas acceso a la higiene menstrual y aumentar la concientización sobre salud sexual y reproductiva en Zambia. Son las mujeres queer africanas que empezaron Holaafrica, donde comparten sus experiencias y conocimientos de sexualidad y placer, desafiando el statu quo. Son las “Semillas de Libertad” que, como hijas de trabajadorxs sexuales, se resisten a la discriminación y la violencia contra los cuerpos de las mujeres en El Salvador. Lxs jóvenes activistas feministas rechazan los contextos patriarcales dondequiera que estén.
Los grupos de feministas jóvenes de hoy, que surgen en una era donde la tecnología y una vigilancia sin precedentes se están moviendo a la velocidad del rayo, eligen alternativas a las ONG formales, como colectivos autónomos y con liderazgo comunitario, para promover ese trabajo. Muchos de estos grupos rechazan los modelos de liderazgo y las estructuras organizacionales tradicionales y se organizan de manera informal y clandestina.
El cuarenta y seis por ciento de las organizaciones feministas jóvenes que participaron en una investigación conjunta de AWID y FRIDA sobre “el estado global de las organizaciones feministas jóvenes” no tienen registro formal. Sus motivos incluyen la falta de acceso al financiamiento, la elección personal, las cargas administrativas y las amenazas a la seguridad.
Sin embargo, esta informalidad supone un mayor riesgo y la dificultad para acceder a los fondos. Nuestra investigación sobre 1,500 organizaciones en más de 120 países mostró que más de la mitad de lxs jóvenes activistas feministas se sienten insegurxs a veces o todo el tiempo.
Lxs jóvenes feministas están expuestxs a amenazas diarias, intimidación y violencia, desde provocaciones en la Internet hasta el acoso sexual en la calle y los ataques físicos. A menudo, estas amenazas son el resultado de la reacción violenta de los gobiernos locales, estatales y nacionales, así como de los líderes tradicionales y grupos no estatales y fundamentalistas. Nuestros estudios también revelan que los grupos de jóvenes de la oposición se han organizado efectivamente contra los grupos feministas jóvenes en las redes sociales y en persona (por ejemplo, en la Comisión sobre la Condición de la Mujer de la ONU), lo que revierte los logros anteriores.
Otro desafío importante es que los recursos disponibles siguen sin llegar a sus iniciativas de base. a mayor atención a las cuestiones de igualdad de género, que incluye un objetivo independiente dedicado a la igualdad de género en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU, aún no se ha traducido en los recursos económicos críticos necesarios para que lxs jóvenes feministas se organicen. El ingreso promedio para los grupos feministas jóvenes en 2014 fue de $5,000 por año; por lo menos un cuarto de los grupos trabajan con menos de $500 al año.
Este alejamiento de la dependencia de lxs donadorxs simboliza un giro más amplio en sentido opuesto a las ideas convencionales del desarrollo.
De hecho, lxs feministas jóvenes están trazando nuevos caminos, experimentando con tácticas creativas y adoptando modelos de organización informal. También representan a las futuras generaciones de activistas y aportan nuevas habilidades y comprensión a nuestros movimientos.
Aunque sus luchas no son únicas, las mujeres jóvenes, las niñas y lxs jóvenes trans padecen la discriminación y la violación de sus derechos de distintas maneras, ya sea que se trate de novias niñas, que experimenten acoso callejero o en Internet, o que no puedan acceder a servicios de aborto, y por lo tanto tienen sus propias experiencias y respuestas a los problemas actuales.
Es crucial que lxs financiadorxs encuentren formas de apoyar sus esfuerzos y acercar los recursos a las comunidades.
Esto significa canalizar recursos hacia enfoques no convencionales para el cambio, y apoyar a los grupos informales y no registrados con financiamiento general, flexible y constante a lo largo de varios años, que les permita ser ágiles y responder al cambio. También implica correr riesgos y confiar en lxs jóvenes activistas feministas que desafían al statu quo en sus estructuras organizacionales, tácticas y modelos de liderazgo.
Cuando sea posible, lxs financiadorxs y las organizaciones deben colaborar para apoyar la trayectoria de grupos nuevos y emergentes, sin buscar sobrecargarlos o formalizarlos, sino más bien reduciendo las cargas administrativas, trabajando mediante patrocinios fiscales, organizaciones receptoras y fondos de mujeres.
El dinero por sí solo no garantizará el éxito.
Lxs jóvenes activistas feministas necesitan apoyo integral, que incluya oportunidades de relacionarse con otrxs activistas, con otras generaciones y con la comunidad de financiamiento, así como el acceso a roles de liderazgo en el ámbito de las donaciones.
Lxs jóvenes feministas trabajan en contextos de violencia considerable y, por lo tanto, priorizar su seguridad es imperativo para garantizar la permanencia de sus movimientos. Las organizaciones y lxs financiadorxs pueden trabajar de diferentes formas con las personas activistas para priorizar su seguridad integral, comenzando por tomar en serio la seguridad y el autocuidado en sus propias instituciones, dedicando recursos y transformando las políticas y prácticas para asegurar que no se ponen en riesgo a sí mismxs ni a sus contrapartes que reciben subvenciones. Más allá de otorgar a los grupos financiamiento flexible y general, lxs financiadorxs pueden apoyar la mayor capacidad y resiliencia de los grupos mediante el otorgamiento de fondos dedicados a la seguridad y el bienestar.
Tomar estas medidas cruciales contribuirá a cambiar las actitudes de todo el sector con respecto al autocuidado y la seguridad, para que se perciban como elementos clave para la sostenibilidad y eficacia de las organizaciones.
Lxs jóvenes feministas son valientes, creativxs y resilientes y necesitan toda la solidaridad y apoyo que puedan conseguir.
Felogene Anumo es una joven activista feminista de Nairobi. Ha contribuido a la igualdad de género a través del activismo de base y en línea, la investigación y la capacitación de mujeres jóvenes activistas. Es autora de “Feminist Leadership and Development Curriculum for Adolescent Girls” (Programas de estudios en liderazgo y desarrollo feminista para niñas adolescentes) y coautora del “Report on the Status of Ratification on the Rights of women in Africa” (Informe sobre el estado de ratificación de los derechos de las mujeres en África). Trabaja en la Asociación para los Derechos de las Mujeres y el Desarrollo (AWID).
Ruby Johnson es una joven activista feminista originaria de Sídney, Australia, que vive en Oaxaca, México. Ruby tiene más de diez años de experiencia en la promoción de la justicia de género y los derechos humanos trabajando en ONG internacionales, fundaciones, agencias de la ONU y organizaciones de base. Actualmente es codirectora de FRIDA | The Young Feminist Fund, el único fondo global dedicado exclusivamente a proveer recursos para las organizaciones de jóvenes feministas en todo el mundo.
Se pueden obtener más detalles en el informe de AWID y FRIDA sobre organizaciones feministas jóvenes aquí.
Este artículo fue publicado originalmente por Open Global Rights