NOTAS DE LOS VIERNES: Las personas kurdas en Turquía viven principalmente en el este y sureste del país. Son la minoría étnica más grande en esa nación y desde el establecimiento de la Turquía moderna han sido marginadas y oprimidas.
Este artículo es parte de una serie de Notas de los Viernes que examina algunos de los asuntos y debates relacionados con el tema del Foro Internacional AWID 2012 y establece conexiones entre las cuestiones de derechos de las mujeres y el poder económico. Noticias, artículos e informaciones sobre Turquía están disponibles aquí.
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El grupo étnico kurdo habitó históricamente Kurdistán, un área que ahora está dividida entre los Estados modernos de Turquía, Iraq, Irán y Siria. Este grupo constituye aproximadamente el 20 por ciento de la población turca. Desde la formación del Estado de Turquía, el pueblo kurdo en este país ha enfrentado marginación y supresión de su identidad cultural, así como una muy severa política de asimilación. En 1984, el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) inició una lucha armada contra el Estado turco exigiendo una patria kurda independiente. Millares de personas fueron asesinadas y cientos de miles quedaron desplazados en el conflicto que siguió. De vez en cuando hay treguas en los combates, pero hasta la fecha no ha habido una resolución final al conflicto.[1]
AWID conversó con dos mujeres kurdas sobre los retos singulares que las mujeres kurdas enfrentan para asegurar la igualdad de derechos como parte de un grupo marginado. La Dra. Handan Çağlayan[2] es investigadora independiente y escritora, mientras que Nurcan Baysal[3] es una activista que trabaja en desarrollo rural.
Las mujeres turcas enfrentan varias barreras a la igualdad plena, pero la situación de las kurdas es exacerbada por prejuicios respecto a su identidad étnica y lingüística. Çağlayan atribuye la discriminación contra las turcas al patriarcado en los espacios privados y públicos. Las mujeres tienen cargas laborales domésticas más pesadas y esto obstaculiza su participación en el trabajo fuera del hogar. También están marginadas social y políticamente. “El capitalismo se beneficia del poder patriarcal sobre las mujeres”, afirma Çağlayan. “Ellas son marginadas en el proceso de producción y su empleo es cada vez más informal”. Agrega que el conflicto armado, las evacuaciones de aldeas y la migración forzada empobrecen aun más a las mujeres kurdas y las expone a violaciones de sus derechos humanos.
En opinión de Baysal, dado que no hay muchas oportunidades de empleo, varios proyectos de emprendimiento para mujeres kurdas han iniciado con apoyo extranjero, pero muchos han fallado. Çağlayan señala que los datos recolectados por el Instituto Turco de Estadística (Turkstat) no distingue sobre la base del origen étnico. Aun así, lo que puede deducirse de los datos recolectados es que las mujeres kurdas participan menos en el mercado de trabajo, devengan salarios más bajos y trabajan en condiciones más precarias que los hombres kurdos o las mujeres no kurdas. “En el este”, dice Çağlayan, “ellas no participan en la mano de obra pagada, o tienen empleos precarios y de bajo salario como trabajadoras [domésticas] no remuneradas, jornaleras agrícolas estacionales o trabajadoras textiles”.
Baysal resalta la falta de acceso a la educación y al empleo como uno de los obstáculos más significativos que las mujeres kurdas enfrentan, lo cual es exacerbado por la barrera lingüística. “Ellas inician su [trayecto] educativo [formal] en un idioma que no es el suyo y esto les plantea muchos retos—distanciamiento de su propia cultura, incomprensión de las lecciones enseñadas y discriminación dentro del sistema escolar”.
Las políticas estatales que prohíben todo uso oficial del idioma kurdo[4] marginan todavía más a las mujeres kurdas. A fin de acceder a la educación, al empleo y a la seguridad social, ellas deben poder hablar fluidamente el turco. Según Çağlayan, para comunicarse con el mundo exterior a menudo requieren la intervención de un pariente—usualmente hombre—que hable turco y eso refuerza el control masculino sobre las mujeres.
Experiencias migratorias
Baysal resalta algunos problemas que suelen enfrentar quienes migran—especialmente de manera forzada—hacia el occidente de Turquía: por ejemplo, pérdida de la unidad familiar, las dificultades que implica no hablar turco y no poder siquiera comprar pan en la tienda local.
Çağlayan coincide en que quienes se mudan a Estambul y los pueblos egeos en el occidente de Turquía tienen dificultades para acceder a bazares, lugares de trabajo, hospitales y otras instituciones si no pueden hablar turco. Sin embargo, en su opinión, las personas que migran a ciudades orientales como Mersin y Adana, que están más cerca y también tienen comunidades de migrantes, no enfrentan esas mismas dificultades.
La investigación de Çağlayan sobre mujeres que se han visto forzadas a migrar a Estambul mostró que el idioma kurdo fue abandonado gradualmente en la vida cotidiana y las personas migrantes terminaron hablando turco en casa. En algunos casos se usan dos idiomas en un mismo hogar; las madres comprenden el turco pero no lo hablan, mientras que niñas y niños entienden el kurdo mas no lo hablan. Esto impide la transmisión de conocimientos y experiencia de una generación a otra. “Los sentimientos de exclusión e inseguridad son prevalentes entre migrantes”, dice Çağlayan.
Impacto de la guerra
Çağlayan afirma que las repercusiones de la guerra para las mujeres han sido multifacéticas. “Las mujeres han sufrido el traumático impacto de conflictos, violaciones de derechos, migración forzada y empobrecimiento”, dice. Aun así, en su libro Madres, camaradas, diosas escribe que la situación de conflicto ha brindado a las mujeres oportunidades de activismo y una voz más fuerte. “El conflicto ha tenido el efecto de politizarlas”.[5]
Combatiendo estereotipos
A menudo se estereotipa a las mujeres kurdas como ignorantes, víctimas, objeto de los llamados “asesinatos en nombre del honor”,[6] etc. Baysal dice: “Las mujeres kurdas son presentadas como pasivas, dignas de lástima, ignorantes y oprimidas por su cultura”. Pero éste no es el caso. “Ellas luchan por sus derechos y los de sus hijas e hijos pese a toda la desposesión y las pérdidas; a pesar de todo”, señala.
Tanto Baysal como Çağlayan enfatizan que es un disparate presentar a las mujeres kurdas como homogéneas. “Una gran mayoría de ellas pasó por una socialización política durante el proceso de movilización política basada en la identidad kurda y está empoderada”, dice Çağlayan. “No son víctimas”. Por el contrario, participan en la toma de decisiones y están representadas en la política. Más recientemente ha surgido el estereotipo de que las mujeres kurdas están a favor del conflicto y la violencia, según Çağlayan, quien cita caracterizaciones mediáticas hechas de Emine Ayna, del Partido de la Sociedad Democrática (BDP), como un “halcón”. Dice que, por otro lado, las mujeres son estereotipadas por la ideología del liderazgo político kurdo; es engañosa la homogenización de la “mujer kurda libre” que es crucial para la identidad política kurda. “Reducir la emancipación de las mujeres a la demostración de una activa participación política... puede trivializar el control patriarcal, la opresión y la violencia que las mujeres enfrentan”, dice Çağlayan.
Activismo de las mujeres kurdas
Según Baysal, Turquía tiene varias leyes que son favorables para los derechos de las mujeres, pero su implementación suele ser débil, especialmente fuera de las principales ciudades. Dice que en áreas remotas hay un desgobierno significativo respecto a los derechos de las mujeres y que el activismo por los derechos de las mujeres kurdas se centra primordialmente en la violencia contra las mujeres y en los asesinatos en nombre del honor.
Çağlayan comenta que varias organizaciones proporcionan servicios para afrontar los conflictos, la migración forzada, las violaciones de derechos y la pobreza. “Tales instituciones usualmente están afiliadas a municipalidades y se centran en los servicios, no en la formulación de políticas”, señala.
A fin de reforzar su activismo, las organizaciones de derechos de las mujeres suelen formar redes: “Hay redes amplias y sólidas en la región, construidas principalmente por los departamentos de la mujer de los partidos políticos u otras asociaciones”, dice Çağlayan. “Organizan campañas regionales y nacionales a favor de los derechos de las mujeres”.
Con frecuencia, las defensoras de los derechos humanos en Turquía están expuestas a violencia, incluyendo muerte, por parte de actores estatales. “Actualmente muchas activistas kurdas se encuentran en prisión”, dice Baysal. Según la Asamblea de Mujeres Roj, una organización que defiende los derechos de las mujeres kurdas y turcas, “Las mujeres son arrestadas por su activismo político y sufren abusos como una manera de desmoralizarlas a ellas y sus comunidades”. La Asamblea dice que se ha abusado de los amplios poderes discrecionales otorgados a la policía en el contexto del conflicto en curso y que es difícil confrontar las acciones policiales.[7]
Hay varias iniciativas por los derechos de las mujeres kurdas. Madres de los Sábados es un grupo de mujeres que por más de 17 años han estado buscando justicia para sus familiares desaparecidos.[8] Iniciativas de Mujeres por la Paz reúne a mujeres jóvenes, tanto kurdas como no kurdas. Las jóvenes kurdas apoyan activamente a estos grupos y, según Baysal, hoy día casi todas las asociaciones de mujeres kurdas son dirigidas por jóvenes menores de 30 años. Ella dice que en su mayoría participan políticamente y, aunque pueden diferir sobre ciertos asuntos, están unidas en cuanto a la cuestión del kurdo como idioma para la educación.
Participación política en la cuestión kurda
Las mujeres kurdas están involucradas muy activamente en el frente político. Çağlayan dice: “Ellas participan en mecanismos para adopción de decisiones y tienen una fuerte representación. El partido BDP, predominante en la región, aplica una cuota que exige un mínimo de 40 por ciento de representación femenina”.
Baysal cree que la razón por la cual las mujeres kurdas participan muy activamente en la política es su sensibilización influenciada por más de 30 años de guerra. “[Ha hecho] a las mujeres kurdas más [firmes] respecto a los derechos de las niñas y los niños que han perdido [y] de sus [familias]”, dice. Agrega que, si bien han tenido muchas pérdidas, “la guerra las ha transformado en actoras políticas significativas”.
El movimiento por los derechos de las mujeres kurdas está estrechamente relacionado con el movimiento político kurdo. Según Baysal, la guerra y la pobreza han sido factores claves para su movilización. El movimiento kurdo ha abierto espacios para que las mujeres se organicen; las municipalidades kurdas han establecido centros de mujeres y se han aplicado cuotas de género. Ella dice que si bien hay una conciencia y lucha en común, el movimiento de las mujeres kurdas no depende del movimiento político kurdo más amplio. En opinión de Çağlayan, el discurso de la igualdad de género dentro del movimiento kurdo ha abierto espacios donde las mujeres pueden afirmarse como sujetas de derechos independientes y en pie de igualdad. Ellas tienen una relativa libertad de movimiento, aunque los conceptos de honor y poder patriarcal no han sido eliminados por completo.
“Las mujeres kurdas”, dice Çağlayan, “están politizadas y organizadas prevalentemente y en masa bajo el paraguas del movimiento político kurdo”. En el contexto más amplio de represión y violencia, su incidencia por los derechos de las mujeres no está separada del movimiento político kurdo.
Éxitos y retos
Baysal dice que un gran reto es la restricción a la libertad de expresión.[9] “Siempre sé dónde y hasta qué punto yo debería hablar como mujer kurda”, comenta. “Siempre hay un límite”. La imposibilidad de acceder a recursos y financiamiento, así como la escasez de recursos humanos competentes, son otros retos.
Sin embargo, dice Baysal, “El éxito más importante podría ser el hecho de que las mujeres kurdas son más activas en la política y en las ONG”.
Çağlayan agrega que al convertirse en agentes políticas efectivas, aun sin una educación formal, las mujeres kurdas han subvertido la imagen turca prevaleciente de “la mujer emancipada y moderna” como aquélla que tiene una educación y una carrera.[10]
Saira Zuberi contribuyó a la investigación de este artículo.
Notas:
Ver: Perfil de Turquía.
La Dra. Handan Çağlayan ha publicado dos libros sobre las mujeres en el movimiento kurdo, la identidad de las mujeres kurdas y las experiencias de migración forzada de las mujeres kurdas: Analar Yoldaşlar Tanrıçalar: Kürt Hareketinde Kadınlar ve Kadın Kimliğinin İnşası [Madres, camaradas, diosas: Las mujeres en el movimiento kurdo y la formaciónde la identidad de las mujeres], Estambul: İletişim, 2010 (3a. edición), y Ne Değişti? Kürt Kadınların Zorunlu Göç Deneyimi [¿Qué ha cambiado? Experiencias de migración forzada de las mujeres kurdas], con las coautoras Şemsa Özar y Ayşe Tepe, Estambul: Ayizi, 2011.
Nurcan Baysal es la fundadora y Directora del Programa de Desarrollo Rural de la Fundación Hüsnü M. Özyeğin. También es cofundadora del recientemente establecido instituto kurdo DISA (Instituto de Diyarbakır para Investigaciones Sociales y Políticas). Es asesora e integrante de las juntas directivas de varias organizaciones como el Fondo Global para Mujeres, el Fondo de Acción Urgente y la Plataforma de Trabajo y Empleo de las Mujeres. También escribe sobre asuntos relacionados con el desarrollo en Turquía. En 2010 ganó elPremio a la Creatividad de la Mujer en el Medio Rural, otorgado por la Fundación Cumbre Mundial de la Mujer (WWSF).
El uso del idioma kurdo en público estuvo criminalizado hasta la década de 1990. Ver: ‘Turkish president rules out official use of Kurdish language’ [Presidente turco descarta uso oficial del idioma kurdo], New Istanbul Times, 13 de enero de 2011.
Ver también: Handan Çağlayan, ‘Voices from the Periphery of the Periphery: Kurdish Women’s Political Participation in Turkey’ [Voces desde la periferia de la periferia: Participación política de las mujeres kurdas en Turquía], documento presentado en la 17a. Conferencia Anual de la Asociación Internacional para la Economía Feminista (IAFFE), Turín, Italia, 19 a 21 de junio de 2008.
Ver: Maximiliano Sbarbi Osuna, ‘Mujeres asesinadas en nombre del honor’, Observador Global, 23 de septiembre de 2010.
Ver el informe sombra presentado a las Naciones Unidas (Comité contra la Tortura) por la Asamblea de Mujeres Roj en octubre de 2010.
Ver: Lucas Farioli, ‘La Ronda de las Cumartesi o Madres de los Sábados’, A la Turca, 3 de diciembre de 2010.
Generalmente, el récord de Turquía en materia de libertad de expresión es deficiente. La calificación de Turquía en libertad de expresión, ocupando el lugar 148 en el mundo según Reporteros sin Fronteras, sólo es superada por Siria, Irán y China. Ver también el Informe mundial 2012 de Human Rights Watch.
Irónicamente, Turquía tiene una de las tasas más bajas a nivel mundial en cuanto a la participación de las mujeres en la fuerza laboral, ocupando el lugar 125 entre 130, según elÍndice de Disparidad entre Géneros 2011 del Foro Económico Mundial.
Lecturas adicionales:
BBC Mundo, ‘Fuerzas turcas matan a 15 rebeldes kurdas’, 24 de marzo de 2012.
Feride Acar y Gülbanu Altunok, ‘Paths, Borders and Bridges: Impact of Ethnicity and Religion on Women’s Movement in Turkey’ [Senderos, fronteras y puentes: Impacto de la etnia y la religión sobre el movimiento de mujeres en Turquía], documento preparado para la Conferencia de QUING, Budapest, 2 y 3 de octubre de 2009.
Francisco J. Ruíz González, La situación del Kurdistán turco y sus implicaciones regionales. Madrid: Fundación Ciudadanía y Valores, noviembre de 2011.
Nurcan Baysal, Dilan Bozgan y Nina Henkens, ‘The Kurdish Issue in Turkey: The Right to Exist Is Not Enough’ [La cuestión kurda en Turquía: El derecho a existir no es suficiente], documento presentado al Instituto de Seguridad de Praga para la Conferencia ‘¿Hacia dónde se dirige Turquía?’, 4 de mayo de 2011.
Fuente: Notas de los Viernes de AWID, 13 de abril de 2012. Título original: ‘Kurdish Women: Resilience in the face of double discrimination’
Traducción: Laura E. Asturias