En Brasil, la centenaria tradición de protestar mediante el arte marcial está experimentando un resurgimiento en las capoeiristas que se expresan contra el régimen de Temer.
En Brasil, la capoeira se utiliza como instrumento de resistencia desde hace siglos. En el presente, las mujeres utilizan este arte marcial para protestar contra Michel Temer, el nuevo presidente del país.
«Como feministas y capoeiristas hemos estado protestando en la calle contra el presidente Temer,»
comentó Paula Barreto, capoeirista desde hace unos 32 años y todavía una de las pocas mujeres que llegan a ser maestras de esta práctica en Brasil.
«Antes, teníamos a la presidenta Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores. Durante su mandato, las personas negras, indígenas y marginadas, así como las mujeres, comenzamos a tener apoyo de las instituciones. Ahora nuestra democracia han entrado en un período muy difícil.»
Barreto habló durante el Foro de la Asociación para los Derechos de las Mujeres y el Desarrollo (AWID), que tuvo lugar en Bahía, norte de Brasil – la zona donde surgió la capoeira Angola, variante de esta práctica ligada a las raíces africanas.
La escuela de capoeira de Barreto, de la que ella fue una de las fundadoras hace veintiún años, a menudo interviene en demostraciones callejeras. Últimamente sus protestas han sido contra lo que ellxs consideran la destitución sexista de Dilma Rousseff, la primera mujer electa presidente del país.
Miles de brasilerxs que tomaron las calles para protestar sostienen que los cargos presentados contra Rousseff en el juicio político al que se la sometió y el ascenso al poder de su vicepresidente, Temer, configuraron un golpe de estado parlamentario.
El grupo de Barreto protestó bajo el slogan Golpe, só de capoeira –«Golpes, solo en capoeira». Se trata de un juego con la palabra ‘golpe’, que significa tanto ‘derrocamiento de un gobierno’ como ‘patada’.
«Estamos en contra del golpe político – apoyamos solo el ‘golpe’ de capoeira,» explicó Barreto.
En su obra Librito de Capoeira, Nestor Capoeira, un reconocido maestro, denomina a esta práctica como una «cultura del oprimido». Surgida en siglo XVII, se desarrolló como una forma de autodefensa entre los esclavos disidentes en el vasto territorio colonial formado por las plantaciones de azúcar y café en Brasil. Sus excelsas habilidades para la lucha les permitieron a muchos esclavos escapar de sus captores y formar enormes quilombos (asentamientos).
Rápidamente la capoeira quedó asociada a las bandas y la criminalidad. No fue sino en 1932 que se formó la primera academia legal de capoeira en Brasil, y a las mujeres se les permitió participar en esta práctica recién al final de los años sesenta.
«Incluso en aquel entonces, la capoeira todavía se consideraba algo inapropiado para las mujeres», afirmó Barreto. «Como feministas, tuvimos que confrontar las normas de género dentro de ese espacio machista».
Durante el Foro de AWID, estudiantes de la escuela de Barreto formaron una roda, o círculo. El grupo, mayoritariamente femenino, cantaba y batía palmas al ritmo del sonido del berimbau, una especie de arco musical, mientras dos capoeiristas viraban, caían en picada y se rodeaban mutuamente sin tocarse nunca.
«Los hombres aprenden a luchar y a mover sus cuerpos», sostuvo Barreto. «Según las normas de género, hay ciertos movimientos que las mujeres no pueden hacer. Nosotras contradecimos esto al abrir nuestras piernas, al colocarnos en posición invertida, e incluso al luchar contra los hombres dentro de la roda. Se trata de un juego pero también de una lucha. La capoeira empodera a las mujeres puesto que tenemos que aprender a luchar y mover nuestros cuerpos de diferentes maneras».
Cuando Barreto comenzó a practicar capoeira a fines de los setenta, estaba surgiendo un nuevo estilo: la capoeira Contemporánea.
«La capoeira Angola procede de la filosofía y los rituales africanos, y es una afirmación de la negritud«, explicó Barreto. «La capoeira Contemporánea se hizo conocida como una forma artística ‘brasilera’ sin otro adjetivo, apartándose de sus orígenes africanos o afrobrasileros.”
Las feministas capoeiristas vieron en ese nuevo estilo un intento de estigmatizar las prácticas culturales africanas, y eso hizo que integraran las relaciones raciales a sus espacios de resistencia.
«Tuvimos que defender la capoeira Angola«, agregó Barreto. «No podíamos aceptar la invisibilización de las raíces negras y africanas de esta práctica.»
En el 2003, el presidente Lula da Silva tomó medidas para atacar la discriminación racial en el país mediante la propuesta del Estatuto de Igualdad Racial. En ese mismo año, el músico Gilberto Gil se sumó al gobierno de Lula como una de las solo dos personas negras que se desempeñaron en ese gabinete
«Cuando Gilberto Gil asumió su puesto como ministro de Cultura en 2003, la capoeira fue reconocida como un aspecto clave de la cultura brasilera», dijo Zoë Marriage, que investiga la política económica de la capoeira en la Universidad Soas de Londres.
«Gil mismo apareció en el escenario de la ONU en Ginebra con algunxs practicantes de capoeira, utilizando el hecho de que fueran diversxs y provinieran de contextos difíciles como un mensaje para promover la paz en el mundo.»
Cuando finalmente se aprobó el Estatuto de Igualdad Racial en 2010, lxs descendientes de las comunidades quilombolas contaron con reconocimiento oficial y un compromiso de apoyo financiero. La capoeira también fue declarada deporte oficial.
En el poco tiempo que lleva de gobierno, Temer ha intentado disolver el Ministerio de Cultura, y ha relegado el Ministerio de la Mujer, la Igualdad Racial y los Derechos Humanos a una subsecretaría del Ministerio de Justicia, dos medidas que generaron resistencia entre las mujeres y lxs afrobrasilerxs.
«Temer es un hombre blanco patriarcal que proviene de la elite. Estigmatizó a Dilma como mujer por no ‘actuar como tal’ o ‘no tener familia’. Esto refleja las actitudes patriarcales que prevalecen en América Latina y en Brasil particularmente,» expresó Barreto.
Este contenido se reproduce como parte de nuestra asociación actual con The Guardian y Mama Cash.