Como escritora, feminista africana y DJ, la cita “¿qué sentido tiene la revolución si no podemos bailar?" es más que un aforismo, es un evangelio.
Es a través de la música y el arte que nos permitimos imaginar nuevas posibilidades. Binyavanga Wainaina, cuyo reciente fallecimiento lamentamos, pidió a lxs africanxs que expandieron su imaginación. Activistas queer y académicxs feministas africanxs me recuerdan que la libertad es algo vivido. Es algo parapara imaginar y practicar. La libertad no es un ideal abstracto para ser alcanzado «algún día, cuando...». Libertad es una palabra de acción: «construcción de la libertad, creación de la libertad, búsqueda por la libertad, mantenimiento de la libertad?» para utilizar las palabras de Keguro Macharia en su ensayo «Toward Freedom» [«Hacia la libertad»], publicado en el New Inquiry.
En 2019, feministas africanxs se están organizando durante estos tiempos sombríos. Están luchando para revocar las leyes injustas que discriminan a las mujeres y las minorías sexuales, como la sección 162 del código penal de Kenia; están defendiendo los derechos de las mujeres jóvenes embarazadas en Tanzania para que puedan continuar con su educación en la escuela; están luchando contra la erosión del acceso al espacio público y del derecho de sindicación y reunión de lxs ugandesxs de todas las clases. Mientras observamos que las fuerzas racistas y fundamentalistas ensombrecen a las sociedades «liberales» de occidente, la lucha puede a veces parecer sombría. Pero Angela Davis nos dije en «Freedom is a Constant Struggle» [«La libertad es una lucha constante»] que el optimismo «es una necesidad absoluta».
La música, como una expresión y catalizador de este optimismo, se mueve de una manera que las palabras no lo hacen, y en África, la música es parte de la trama. Desapercibida, rastrera, y sin embargo esencial. En esta tradición de canciones de libertad, la música sudafricana de liberación es la que suena más fuerte. Pienso en los toyi-toyi que fueron la banda de sonido de su movimiento anti-apartheid, convirtiendo a la tristeza de los funerales de los mártires en una controlada y efectiva fuerza de ira; en las inolvidables y precisas armonías de los coros de Isicathamiya de los hombres que dejaron sus tierras, ahora estériles, por los huecos sombríos y abarrotados dormitorios en las minas. Pienso en el brillante mbaqanga jazz de los municipios donde nacieron Masekela y Makeba, porque la música de liberación no solo lamenta y conmueve, sino que celebra la vida que lxs oprimidxs han construido. Restaura la energía y recupera las narrativas.
Y ninguna discusión acerca de la música de liberación está completa sin Mama Miriam Makeba. Makeba, cuya vida y carrera musical pueden ser leídas como un apéndice panafricanista, llevándonos a toda la increíble música de liberación de la diáspora negra. Alice Coltrane, Sun- Ra, Calypso Rose son solo tres ejemplos de una vasta y extensa tradición en la que lxs artistas de ascendencia negra continúan inspirándose y que es, para ser sincerxs, toda la base de la música popular contemporánea occidental.
Para las mujeres, la música también ha sonado nuestra liberación sexual. Artistas populares como Tshala Muana, Lebo Mathosa y la reina Brenda “Mabrrr Fassie” han usado su música para ampliar nuestras definiciones de lo que las mujeres africanas pueden y no pueden hacer, cómo se les permite vestirse y tocar, los temas sobre los que pueden hablar. Durante una actuación en Kampala en los años 90, la visión del muslo interno de Tshala Muana en el escenario fue suficiente para iniciar una conversación pública sobre el vestido de las mujeres (y quién puede vigilarlo). Seguimos discutiendo este tema hoy, mientras los ministros de Uganda intentan legislar sobre las ropas de las mujeres, mientras que los asesinatos y agresión sexual de más de 40 mujeres que viven en áreas urbanas siguen sin resolverse.
Y para celebrarnos, y a lo que Maya Angelou describió como los diamantes entre nuestros muslos, tenemos el espíritu perdurable de Vogue y la música de salón. La música house se originó en las comunidades de negrxs y gays en los Estados Unidos y en la necesidad de girar, zigzaguear, atacar y acabar con la homofobia y el patriarcado.
Es en este contexto que los sonidos de nuestra liberación sexual, el twerking (ya sea en Dar es-Salaam o en Nueva Orleans) se convierte en una cuestión de importancia y urgencia. No estamos revoleando nuestras nalgas en vano, estamos bailando por nuestras vidas. Cada movimiento es una expresión de la propiedad de nuestros cuerpos y un reproche a los hombres que buscan controlarnos y sacar provecho de nuestra sexualidad mientras nos niegan nuestras opciones reproductivas.
De hecho, es Bi Kidude y no Beyonce quien me viene a la mente cuando pienso en la música de la liberación sexual de las mujeres negras. El brillo en los ojos de la cantante de más de cien años de edad mientras cantaba sus letras provocativas sobre los elegantes sonidos a menudo formales de la música taarab de Tanzania. Nacida en un pequeño pueblo de Zanzíbar, la música fue la liberación personal de Bi Kidude, lo que le permitió recorrer su país y más tarde el mundo como una de las pocas cantantes públicas de música tradicional de Tanzania. Entre las primeras en quitarse el velo para tocar, Bi Kidude tomó las canciones de su mentora Siti Bint Said con sus mensajes feministas, la música de Unyago, los ritos de iniciación de las jóvenes, y así empoderó a sí misma y a su comunidad. A pesar de que a menudo se la ve con un cigarrillo en la boca, y su propensión a estallar en una danza provocativa, no parece haber conflicto en que sea vista y celebrada como un ícono de la cultura tanzana.
Bi Kidude falleció en 2013, pero en su música es un modelo para practicar la libertad. Sus canciones y otras en este sentido se han compilado en una lista de reproducción para tu disfrute y liberación.
Kampire Bahana es una escritora y DJ de Kampala, y co-fundadora de la instalación de arte Salooni