NOTAS DE LOS VIERNES: Un conflicto que duró una década, el lento proceso de paz y reconciliación, así como retrasos en el desarrollo de una nueva Constitución, implican grandes riesgos para las defensoras de los derechos humanos en Nepal.
Por Katherine Ronderos
Durante el conflicto armado de una década (1996-2006) entre fuerzas gubernamentales y rebeldes maoístas para poner fin a la monarquía en Nepal, por lo menos 13,000 personas fueron asesinadas y más de 1,600 se convirtieron en víctimas de “desapariciones”. Aunque el Acuerdo General de Paz, firmado en 2006, terminó formalmente la insurgencia, los maoístas continuaron presionando por la abolición de la monarquía, se convirtieron en el más grande partido parlamentario después de las elecciones en abril de 2008 y finalmente abolieron la monarquía un mes después. La primera Asamblea Constituyente (AC) y el Parlamento (de 601 miembros incluyendo a 91 mujeres), electos en abril de 2008 con el mandato de redactar una nueva Constitución en un plazo de dos años, fueron disueltos en mayo de 2012 tras estancarse por la redacción de la nueva Constitución, dejando al país sin una legislatura. Desde entonces, la ausencia de consenso político ha obligado a prorrogar varias veces la fecha límite de una nueva elección de la AC, ahora programada para el 19 de noviembre de 2013. En este caso, la AC también fungirá como Parlamento.
En Nepal, el proceso de paz de siete años entre las fuerzas gubernamentales y combatientes maoístas sigue en un limbo y continúan sin cumplirse los compromisos en materia de derechos humanos contraídos en el acuerdo de paz. La impunidad de los abusos durante la guerra es la norma y, aunque el Gobierno aboga por que se establezca una comisión de la verdad y la reconciliación, ha promovido a funcionarios gubernamentales y miembros de las fuerzas de seguridad que se sospecha han participado en abusos contra los derechos humanos. Esta conmoción política, sumada a una débil gobernanza, falta de imperio de la ley, corrupción e impunidad, ha contribuido a una continua inestabilidad política y problemas con la ley y el orden.
No hay voluntad política para el adelanto de los derechos de las mujeres
Pese a que en papel la política nepalí parece promisoria para las mujeres, con una Constitución Provisional que provee políticas de protección que abordan los derechos de las mujeres y una política de cuotas para la representación femenina en varios sectores, la realidad es que ni el Gobierno ni ningún partido político ha emprendido una acción significativa para implementar esta promesa.
El Gobierno y la actual Constitución Provisional reconocen las desventajas socioeconómicas y la discriminación que las mujeres enfrentan en Nepal e incorporan disposiciones específicas para brindarles apoyo. En 2006, el Parlamento provisional anunció que un 33 por ciento de roles en las instituciones estatales sería asignado a las mujeres, pero esto aún no ha sido implementado.
Las mujeres nepalíes continúan enfrentando los impactos del conflicto. Siguen sin respuesta las preguntas sobre el paradero de sus esposos, hijas e hijos desaparecidos. Muchas personas que quedaron internamente desplazadas o fueron forzadas a abandonar escuelas o buscar empleo no agrícola fueron explotadas debido a sus condiciones socioeconómicas y quienes combatieron en la guerra han enfrentado el rechazo de sus comunidades y sociedades.
Sin embargo, en el país ha habido cambios positivos en los roles e identidades de género desde que inició el proceso de paz y muchos de estos cambios han sido posibles gracias al trabajo de las defensoras de los derechos humanos (WHRD, por sus siglas en inglés), quienes promueven la implementación de leyes y políticas nacionales que abordan los derechos de las mujeres, así como convenciones y tratados internacionales que el Gobierno nepalí ha suscrito.
El trabajo de las WHRD, a nivel tanto comunitario como nacional, ha sido exitoso debido al fuerte cabildeo e incidencia a través de ONG y la sociedad civil, aunque las mujeres continúan siendo vistas como beneficiarias en vez de personas decisorias capaces de crear cambios. Tanto en tiempos de conflicto como de post-conflicto, incidentes de violencia contra las mujeres—incluyendo casos de violencia doméstica, violencia y explotación sexuales y discriminación por motivos de género propiciados por normas y valores patriarcales—han obstaculizado de manera sustancial las capacidades de las mujeres de realizar su potencial. Asimismo, los sesgos culturalmente discriminatorios han impedido que ellas participen en los procesos de formulación de políticas y toma de decisiones. Aun así, con el paso de los años las WHRD y el movimiento de mujeres en Nepal se han fortalecido. Desde el centro hasta las bases, con más y diversas WHRD haciéndose conscientes de sus derechos, organizándose y procurando activamente la realización de sus derechos, el movimiento ha cobrado impulso.
Diversas redes de organizaciones de mujeres también han jugado un rol fundamental en aglutinar las voces y acciones colectivas de las mujeres y consolidar sus aspiraciones de abogar conjuntamente por un ambiente de formulación de políticas sin discriminación y receptivo a los derechos de las mujeres.
La conciencia general sobre asuntos relacionados con los derechos humanos y los derechos de las mujeres, así como los numerosos roles desempeñados por las WHRD en el proceso de paz y el ámbito político, contribuyeron a que se formulara la Ley sobre Violencia Doméstica en 2010. Aunque el Gobierno también declaró 2010 el Año contra la Violencia por Motivos de Género, estos progresos no han impedido que las mujeres continúen enfrentando todas las diferentes formas de violencia en Nepal. La discriminación en las escuelas, la violencia sexual y la violencia doméstica siguen siendo una seria preocupación para las WHRD. En una entrevista con AWID, Renu Rajbhandari, Presidenta Fundadora del Centro para la Rehabilitación de la Mujer (WOREC Nepal), dijo que las WHRD han pugnado por incorporar la violencia contra las mujeres en el proceso de la Constitución Provisional y en el periodo de transición hacia la paz pero, aunque ha sido debatida, no se le ha integrado pues no es vista como una prioridad. Agrega: “Ningún partido político está defendiendo la eliminación de la violencia contra las mujeres y prefieren guardar silencio”.
Ataques contra las WHRD
WHRD nepalíes tales como Shyam Sah, Presidenta de la ONG Mukti Nepal—quien recibió en 2012 el Premio de Derechos Humanos de la Embajada de Francia en Nepal por la causa de los derechos de las mujeres y su trabajo en casos de acusaciones de brujería y casos de violencia doméstica, violación sexual, exigencia de dote y poligamia—, han reconocido que las WHRD se han lanzado a proteger los derechos de las mujeres debido a la falta de confianza en la policía. La mayoría de amenazas al trabajo de las WHRD proviene de familias, comunidades y actores armados ilegales que pueden estar vinculados a la policía. Cuando Sah intervino en un matrimonio polígamo, fue atacada a plena vista de la policía.*
Bimala Tamang, Tesorera de la Alianza Nacional de Defensoras de los Derechos Humanos (NAWHRD) que defiende los derechos a vivienda, recibió amenazas y fue forzada a ocultarse después de protestar contra acciones supuestamente emprendidas por el Gobierno de Nepal para desalojar por la fuerza a casi 8,000 personas que viven en las riberas del Río Bagmati sin hacer una consulta efectiva a las comunidades afectadas ni ofrecerles vivienda alternativa.
En 2012, mientras defendían un caso de divorcio por violencia doméstica, las organizaciones líderes en derechos de las mujeres WOREC Nepal y Mitini Nepal e integrantes de su personal recibieron llamadas telefónicas amenazadoras y visitas a sus oficinas por parte de la policía, el esposo y parientes de la víctima, provocando preocupaciones por la seguridad de la víctima y de quienes la estaban protegiendo. Según Rajbhandari, el esposo atacó a una integrante del equipo de WOREC y los agentes policiales no intervinieron sino, por el contrario, preguntaron por qué WOREC estaba apoyando este caso.
Las WHRD a nivel de las bases, quienes trabajan primordialmente para defender a mujeres contra la violencia, no reciben reconocimiento público y enfrentan constantes amenazas de perpetradores, incluyendo la sociedad en general y partidos políticos locales liderados principalmente por hombres. Los perpetradores de violencia contra las WHRD se oponen al trabajo de ellas, quienes constantemente están presionando al Gobierno a actuar y poner fin a la impunidad. Según Rajbhandari, aunque las WHRD han tenido éxito en procurar justicia y hay algún reconocimiento de su trabajo, son vistas como “creadoras de problemas” o “alborotadoras”.
Retos para las WHRD en Nepal
En opinión de Rajbhandari, las WHRD en Nepal corren más riesgos cuando defienden a mujeres acusadas de hechicería o brujería o abogan tanto por los derechos sexuales y reproductivos como los derechos a vivienda y a la tierra, contra la violencia doméstica, por la identidad de género, la orientación sexual y la igualdad para lesbianas, gays, bisexuales y personas transgénero. Pese a que en junio de 2011 el Gobierno aceptó las recomendaciones del Examen Periódico Universal respecto a garantizar la seguridad de las WHRD, “no tenemos leyes específicas que protejan a defensoras/es de los derechos humanos. Carecemos de un mecanismo nacional particular para proteger a defensoras/es. Si algo nos sucede, el caso pasa a la policía como un caso general”, dice Rajbhandari.
En su informe de 2012 a la Oficina de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos sobre el uso de la legislación—incluyendo leyes penales—para regular las actividades y el trabajo de defensoras/es de los derechos humanos, la NAWHRD expresó que las restricciones a la libertad de expresión y asociación han sido prescritas principalmente por políticas y funcionarios gubernamentales y están convirtiéndose en un gran obstáculo para las WHRD cuando protestan, realizan marchas o apoyan un levantamiento o movimiento político.
Las WHRD que son públicamente amenazadas, hostigadas o atacadas se ven obligadas a dejar el país o bien a ocultarse dentro de éste por su propia seguridad. El apoyo y la solidaridad de organizaciones internacionales de derechos humanos y de derechos de las mujeres ha sido crucial para su protección y asegurar la rendición de cuentas por parte del Gobierno al llevar casos ante la justicia. Aunque las WHRD continúan cabildeando al Gobierno por el establecimiento de mecanismos específicos y garantías de seguridad, ellas “dependen mucho principalmente de las redes de mujeres, que son muy fuertes, y de la solidaridad internacional para su protección”, dice Rajbhandari.
* Las defensoras de los derechos humanos: la primera línea del activismo, Jennifer Allsopp, 25 de noviembre de 2012 (disponible en inglés).
El gobierno de Nepal no protege a las defensoras de los derechos humanos de las mujeres, Amnistía Internacional, 10 de abril de 2009.
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Fuente: Notas de los Viernes de AWID, 23 de agosto de 2013. Título original: Lack of Proper Legislature and a Constitutional Limbo Increase Risks to Women Human Rights Defenders in Nepal. Traducción: Laura E. Asturias