NOTAS DE LOS VIERNES: Con ocasión del Foro Social Mundial, decenas de miles de personas provenientes de todo el mundo[1]se reunieron en la capital de Túnez, del 24 al 28 de marzo de 2015. De este modo, movimientos sociales, organizaciones de la sociedad civil, redes formales e informales y activistas que se oponen al neoliberalismo, al capitalismo y al imperialismo, se reunieron para debatir, intercambiar, compartir experiencias y formular propuestas. Esa semana, AWID se interesó en las distintas apuestas y desafíos en la construcción de un movimiento feminista en el seno de ese espacio antiglobalización.
El Foro Social Mundial (FSM) es un espacio de articulación de acciones concretas entre una pluralidad y diversidad de actoras y actores que tiene por objetivo el establecimiento de “otro mundo”. Dicho foro se revindica como un espacio no confesional, ni gubernamental, ni partidario. Sin embargo, y debido al contexto en cual se inscribe, el FSM 2015 engendró numerosos desafíos para una convergencia real entre actrices y actores con visiones diferentes.
Un clima de violencia subyacente
Como consecuencia del atentado en el Museo del Bardo de Túnez del 18 de marzo, durante el cual murieron 23 personas y 47 resultaron heridas, el comité organizador del Foro Social Mundial difundió ese mismo día un comunicado señalando la continuidad del evento: “el comité organizador hace un llamamiento a todos los miembros y participantes a intensificar sus esfuerzos para movilizar y convertir este momento en un éxito que permita la victoria de la lucha pacífica y cívica contra el terrorismo y el fanatismo que amenazan la democracia, la libertad y la tolerancia ». Debido a dicho ataque, el Ministerio del Interior tunecino, temido bajo el régimen de ben Ali por su represión hacia las y los militantes de derechos humanos, estuvo a cargo de la seguridad del FSM. En ese clima, muchas y muchos participantes, que se oponen al lenguaje de la “guerra contra el terror”, temieron por una instrumentalización del FSM con fines políticos nacionales, y a su vez ese clima de seguridad pública se reveló problemático para la mayoría de las y los participantes. En relación con esto, una declaración impulsada por la Asociación Nacional de Abogados, firmada por una veintena de organizaciones incluida AWID, alertaba sobre los potenciales abusos de los derechos humanos asociados a la justificación de la militarización de la sociedad tunecina en favor del complejo militar-industrial y la seguridad pública.
A pesar de que la Carta de Principios estipula que el FSM es un espacio que rechaza todo uso de la violencia, se observaron diversas formas de violencia contra las y los participantes del FSM a lo largo de toda semana. En primer lugar, grupos de personas, que se decían ser enviadas por el poder autoritario argelino, vinieron a perturbar algunos talleres y recurrieron a la violencia contra otras y otros participantes, pasando del sabotaje del stand hasta la amenaza con un arma blanca. Esta violencia, simbólica, física o verbal, fue también promovida por otras y otros participantes a propósito de problemáticas tales como la autonomía del Sahara occidental, el régimen sirio de Bachar el- Assad, el conflicto israelí-palestino o también con ocasión de la Asamblea de las mujeres. Del mismo modo, las y los activistas LGBTQI presentes y visibles por primera vez en Túnez en el seno de manifestaciones públicas, debieron arreglárselas con las numerosas injurias e intentos de intimidación perpetrados en su contra. El acoso sexual así como la masculinización de algunos espacios fueron también percibidos por las y los participantes en el seno mismo del campus El Manar donde tenía lugar el FSM.
Movimientos feministas activos
A pesar de estos desafíos, de todos modos las feministas lograron hacer visibles sus preocupaciones en cuanto a la igualdad de género, y el establecimiento de nuevas alianzas en vista a la justicia social.
Bajo el slogan “por la igualdad, contra las violencias”, la Asamblea de las mujeres que inauguró el FSM fue la oportunidad para recordar la solidaridad entre las mujeres de todo el mundo, aunque resulta lamentable que esta haya tenido lugar al mismo tiempo que la Asamblea de las y los jóvenes, lo cual demuestra una falta de consideración de la inteseccionalidad del género en el seno mismo de la organización del FSM.
Luego de un minuto de silencio por las víctimas del imperialismo, el terrorismo y de todas las formas de violencias, diversas expositoras provenientes de Túnez, Marruecos, Costa de Marfil, México, Mozambique y Francia recordaron la necesidad de unificar las luchas de todas las mujeres del mundo. Una expositora de la Marcha Mundial de las Mujeres recordó que “las mujeres seguirán marchando hasta que todas las mujeres sean completamente libres”. “La convergencia de nuestras luchas es nuestra puerta de salida” dijo una expositora de Costa de Marfil. A pesar de un intento de provocación por parte de hombres jóvenes[2] y la dificultad para poder dar la palabra a todas las mujeres presentes en la sala[3], la Asamblea fue la ocasión de recordar diversos aspectos de la violencia, tales como la pobreza, el femicidio, el racismo, e incluso el establecimiento de las fronteras imperialistas.
Las actividades organizadas de manera autogestionaria con ocasión del Foro fueron también la oportunidad de subrayar distintas preocupaciones de los movimientos feministas asociadas especialmente a la inclusión del género en el programa post-2015 y en los desafíos ambientales, a la construcción de un movimiento por los derechos sexuales y reproductivos – relacionados entre otros a los derechos LGBTQI – en la región de Medio Oriente y África del Norte, a las dificultades de las jóvenes activistas feministas que actúan en esa región, a las consecuencias del imperialismo y el fundamentalismo religioso sobre las mujeres, a la importancia de un sistema de protección social, a la justicia económica, a la unión de las luchas feministas contra el capitalismo y el patriarcado, así como a la consolidación de un feminismo que emancipe la religión del patriarcado.
Así es como se recordó durante un taller consagrado a los derechos de las mujeres lesbianas en palestina, la importancia de tomar en cuenta los derechos individuales en un contexto marcado por la concentración sobre los derechos colectivos. “A nivel informal, la gente comprende hasta qué punto es importante la educación sexual, pero no lo dirían en público”, remarca una de las expositoras del Muntanda – Foro Árabe por la Educación Sexual y la Salud. La codirectora de Asawt-Palstina Gay Women expresa en cuanto a ella se refiere la idea según la cual “no podemos abordar la desigualdad de género en términos de orientación sexual sin abordar el sistema social de opresión”, recordando al mismo tiempo la problemática por la cual el Estado de Israel instrumentaliza la cuestión de las y los palestinas/os LGBTQI para promover su propia agenda política y aparecer como progresista. FRIDA el Fondo de Jóvenes Feministas, se concentró también sobre los derechos de las personas LGBTQI en la región de Medio Oriente y África del Norte, organizando una reunión con jóvenes activistas que permitiera poner de relieve las dificultades con las cuales estas últimas deben enfrentarse, a saber la seguridad y la protección de las y los activistas, la falta de documentación histórica sobre esos movimientos underground, el lugar del movimiento LGBTQI en el seno del movimiento feminista, la brecha generacional con otras activistas, la homofobia e incluso el acceso de los grupos marginalizados.
AWID por su parte, en colaboración con otras organizaciones feministas, organizó un taller titulado “Imaginaciones Feministas para una Economía Justa” para volver sobre las maneras de desmantelar los sistemas económicos de opresión más allá de la simple regulación del capitalismo. En esa ocasión, las expositoras y expositores remarcaron la necesidad de apuntar a diversos desafíos tales como la justicia fiscal, la soberanía alimentaria y el derecho a la tierra. Una veintena de participantes tuvieron así la oportunidad de intercambiar sobre la necesidad de crear alternativas a los actuales modelos de consumo, privatización, tributación, propiedad, gobernanza y dominación capitalista que están en el origen de la opresión de los pueblos, señalando al mismo tiempo la necesidad de tomar en cuenta la interseccionalidad de las luchas por una justicia económica así como la transformación de las relaciones sociales actuales.
Esta convergencia de luchas fue además destacada en ocasión de un taller titulado: “Las feministas se unen y pasan a la acción”, durante el cual las luchas de mujeres tunecinas, palestinas, kurdas, mozambiqueñas y americanas fueron expuestas a fin de constituir grupos de trabajo temáticos que trataban respectivamente la autonomía de las mujeres, la apropiación de los bienes comunes, la violencia basada en el género así como las guerras y la militarización. Finalmente, las apuestas feministas fueron inscritas en el seno de movimientos de emancipación económica y social más amplios, especialmente en ocasión de una Asamblea de convergencia titulada “Diálogo entre las religiones, las culturas y las civilizaciones por la liberación y la emancipación” durante la cual el Colectivo feminista por la igualdad recordó la necesidad de crear convergencias sobre la base de la igualdad de derechos, la justicia social, la libertad de elección y la paz en un marco no solamente de igualdad hombres-mujeres sino también de igualdad entre todas las mujeres.
En ese contexto marcado por numerosos desafíos, que van del recurso a la violencia a una falta de integración del género en el seno del Foro Social Mundial pasando por los desafíos organizacionales[4], las feministas han tenido éxito una vez más al exponer sus preocupaciones, construir nuevas alianzas y demostrar su determinación en proseguir la lucha hacia un mundo más justo y equitativo.
[1] La mayoría de las y los participantes venían de la región de Medio Oriente y África del Norte.
[2] Un grupo de aproximadamente ocho hombres jóvenes portaban una pancarta con el slogan “Blaa-Blaa-Blaa” a modo de provocación. Debido a estos altercados, el que sostenía la pancarta fue expulsado de la Asamblea.
[3] Especialmente las mujeres saharianas solicitaron en muchas oportunidades que se les diera la palabra. Luego de muchos pedidos y altercados, las mismas se arrojaron sobre el estrado para tomar la palabra.
[4] Los pedidos de traducción no fueron siempre tomados en cuenta y las salas delos talleres fueron objeto de cambios a último momento.