¿Qué pasaría si tuviéramos billones de dólares públicos, para todas las personas y comunidades afectadas por la crisis del COVID-19? ¿Para los sistemas de salud al borde del colapso? ¿Para quienes han perdido sus ingresos pero no tienen derecho a recibir apoyo del estado porque su trabajo es demasiado precario, estacional o ilegal? ¿Para todxs aquellxs que realizamos tareas de cuidado no remuneradas y construimos iniciativas solidarias para sostener a nuestros seres queridos, a nuestrxs vecinxs y a nuestras comunidades?
Este dinero existe, y no proviene de la caridad.
Es dinero y capital transferido por las corporaciones y las élites adineradas a lugares (en general del Norte global) que ofrecen secreto financiero y máximo beneficio.
En algunos casos, el origen de ese dinero es ilegal (es resultado, por ejemplo, de la corrupción o del comercio ilegal de armas), y en otros casos deriva de la explotación económica y el abuso fiscal tolerados y promovidos a fin de atraer inversiones. Estas transferencias «ocultas» de capital son conocidas como flujos financieros ilícitos (FFI). Es dinero que podría haber sido utilizado para servicios sociales y redes de seguridad social, para salud y educación públicas, para iniciativas comunitarias y para la sociedad civil (incluyendo a las organizaciones y los movimientos feministas y por la justicia social, que a menudo están al frente de las respuestas a las emergencias).
El Banco Mundial ha estimado que estos flujos financieros ilícitos ascienden a entre un billón y 1,6 billones de dólares estadounidenses anuales. Para entender cuánto dinero realmente es, pensemos que la ayuda externa global calculada por la OCDE es de 135 mil millones USD. Desde la década de 1970, debido a esta fuga de capitales los países africanos solamente han perdido más de un billón USD, mientras que sus deudas externas combinadas representan menos de 200 mil millones USD. Pero los flujos financieros ilícitos son relevantes no solo para comprender el orden mundial neocolonial, sino también nuestros recursos para la vida diaria.
La crisis del COVID-19 es un momento crítico para profundizar en aquello que ha llevado a algunos sistemas de salud pública a desmoronarse, a través de décadas de privatización y austeridad, y a otros a estar pobremente financiados desde antes.
Los movimientos globales del capital configuran nuestra vida diaria: ¿tendré una cama en la unidad de terapia intensiva? ¿Recibiré compensación por pérdida de ingresos? ¿Podrá mi organización comunitaria acceder a financiación de emergencia? Es un momento crítico para recuperar esos recursos «ocultos» de las élites adineradas, para la gente y las comunidades, para el bien común y la justicia social y económica.
Sabemos que las mujeres son las más perjudicadas por la injusticia fiscal y los flujos financieros ilícitos. Un menor (o nulo) pago de impuestos por parte de las grandes corporaciones a menudo aumenta la carga impositiva sobre los productos básicos, lo cual impacta en forma desproporcionada sobre las mujeres empobrecidas. Menos ingresos fiscales significan también que hay menos fuentes de financiamiento para servicios públicos fundamentales que, al no funcionar, aumentan la carga de las tareas de cuidados no remuneradas. La pérdida de ingresos públicos es una de las barreras clave para que los estados puedan efectivizar la igualdad de género y movilizar los máximos recursos disponibles para la realización de los derechos de las mujeres.
Feministas, ¡es momento de decidir adónde van los recursos públicos!
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Lee el informe introductorio Flujos financieros ilícitos: por qué deberíamos reclamar estos recursos para la justicia de género, económica y social y compártelo con tus redes.
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¿Puedes reunirte con otras personas, en línea o en forma presencial? Sabemos que entender los FFI no parece un tema feminista atractivo, ¡pero debería serlo! Nuestra nueva guía de facilitación es una herramienta de educación popular para aprender sobre los FFI desde una perspectiva feminista. Esta guía fue co-creada por AWID junto a Akina Mama Wa Afrika, Mesoamericanas en Resistencia, Oriang, PKKK, y el Centro Ivanovo sobre Estudios de Género. Presenta una metodología paso a paso para organizar un taller presencial de dos días para grupos feministas y por la justicia social, y algunas de las actividades pueden adaptarse para una actividad en línea. Si eres unx educadorx o capacitadorx popular, ¡esto es para ti!
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También disponible en inglés y ruso -
Mientras nos ocupamos de los FFI, la actual pandemia del COVID-19 también requiere una respuesta inmediata, estratégica y colectiva que tenga una amplia base y esté liderada por feministas, en apoyo de las mujeres y las personas trans y de género diverso que sostienen nuestras economías y sufren las consecuencias de esta crisis en forma desproporcionada. Únete a nosotrxs el 21 de mayo para organizar y movilizar la campaña #RescateFeminista [#FeministBailout].
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Un día nos despertaremos en el mundo post-COVID-19
Las grandes empresas y las corporaciones transnacionales demandarán en forma masiva rescates estatales y recursos públicos; de hecho, ya lo están haciendo. Reclamar los recursos públicos perdidos vía los flujos financieros ilícitos resulta esencial para reorientar nuestras economías hacia el beneficio de la gente. El futuro debe ser público, y debe ser feminista.