NOTAS DE LOS VIERNES: El mundo tiene ahora un Tratado sobre el Comercio de Armas, pero todo sigue igual para el complejo militar-industrial. Es vital que activistas por los derechos de las mujeres se movilicen continuamente a fin de asegurar que este primer paso hacia la regulación de las armas no sea el último.
Por Rochelle Jones
El 2 de abril de 2013, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó el histórico Tratado sobre el Comercio de Armas (TCA), cuyo objetivo es regular efectivamente el comercio internacional de armas convencionales. El TCA fue abierto a firma el 3 de junio de 2013 y hasta la fecha tiene 114 firmas y ocho ratificaciones. Activistas por los derechos de las mujeres han realizado campañas exitosas para que se incluya una cláusula sobre la violencia de género, haciendo del TCA el primer tratado que reconoce el vínculo entre ese tipo de violencia y el comercio internacional de armas.[1]
Aunque los países continúan firmando el Tratado e intentando comprender las particularidades de la ratificación, para el complejo militar-industrial global todo sigue igual. Por ejemplo, del 10 al 13 de septiembre de 2013 el Reino Unido—signatario del TCA—fue anfitrión de un ‘Evento Mundial Líder en Defensa y Seguridad’ de la Feria Internacional de Equipo de Defensa y Seguridad (DSEi), una feria global de armas que cada dos años reúne a aproximadamente 1,500 empresas de armas y 30,000 compradores y vendedores de armas.[2]
La DSEi, un microcosmos para el completo militar-industrial
El complejo militar-industrial es un matrimonio de guerra [defensa] y lucro, hecho posible por la normalización del militarismo y, en la historia reciente, legitimado y oculto bajo el velo de la ‘seguridad nacional’ con el advenimiento del terrorismo. La manufactura, compra y venta de armas a nivel mundial es una industria masiva: el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo calcula que “el gasto militar global en 2012 ascendió a un total de $1,753 millardos, alrededor del 2.5 por ciento del PIB [Producto Interno Bruto] mundial”.
La DSEi (así como otras exhibiciones de armas en todo el mundo) es un microcosmos de esto. En ella no se permite el ingreso a miembros del público. Sólo pueden asistir delegaciones gubernamentales u organizaciones/contratistas financiados por gobiernos. Ello es para asegurar que los expositores en la DSEi no vendan armas a compradores independientes u organizaciones terroristas, pero además es una manera conveniente de establecer contactos y hacer negocios tras puertas cerradas. También existe la estipulación de que las ventas y exhibiciones de armas “deben adherirse al más alto escrutinio regulatorio, cumpliendo las leyes, los tratados y convenciones del Reino Unido e internacionales”, lo cual significa, por ejemplo, que los expositores no pueden vender armas a gobiernos a los cuales se les ha impuesto un embargo de armas por parte ya sea de las Naciones Unidas, la Unión Europea, la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) o a nivel nacional en el Reino Unido. La exportación de armas también está oficialmente restringida debido a preocupaciones sobre el ‘uso final’—por ejemplo, la represión interna de un país contra sus ciudadanas y ciudadanos, la inestabilidad regional y otras violaciones a los derechos humanos o preocupaciones respecto al desarrollo de armas de destrucción masiva. Sin embargo, un lenguaje ambiguo como ‘represión interna’ puede dejar abierta la puerta a diferentes y variadas interpretaciones.
El descargo de responsabilidad de la DSEi es: “Todas las exhibiciones de defensa y seguridad en el Reino Unido, incluyendo la DSEi, pueden servir solamente a la industria legítima de defensa y seguridad que es la industria más altamente regulada en el mundo. Esto significa que expositores y visitantes deben adherirse al más alto escrutinio regulatorio, cumpliendo las leyes, los tratados y convenciones del Reino Unido e internacionales. La DSEi trabaja estrechamente con departamentos gubernamentales que incluyen el Ministerio de la Defensa (MOD), la Oficina de Relaciones Exteriores y de la Mancomunidad, el Departamento de Empresas, Innovación y Cualificaciones (BIS) y el Ministerio del Interior para asegurar este estricto cumplimiento de todas las normas, regulaciones y leyes. Además, el propio Gobierno del Reino Unido es responsable de invitar a las delegaciones internacionales”.
Sin embargo, la lista oficial de invitaciones para la DSEi 2013 incluyó delegaciones de 14 regímenes autoritarios, entre ellos Bahréin y Arabia Saudita, y seis países en guerra, incluyendo Afganistán e Iraq. A fin de resaltar este absurdo del complejo militar-industrial, la Campaña contra el Comercio de Armas (CAAT) dijo sobre la DSEi 2013 que “Libia ha vuelto a la lista de invitaciones. Fue invitada a la DSEi 2009 cuando el régimen de Gadafi aparentemente era un buen comprador de armas. No se le extendió una invitación para la DSEi 2011 debido a que el Reino Unido estaba en guerra con el régimen”.
Acá surgen dos preguntas: En primer lugar, ¿puede la sociedad civil confiar en que sus gobiernos se adhieran al más alto escrutinio regulatorio de los mecanismos nacionales, regionales e internacionales de los derechos humanos? Y en segundo lugar, ¿son esos mecanismos lo suficientemente robustos para mantener bajo control al complejo militar-industrial?
¿Puede el Tratado sobre el Comercio de Armas (TCA) marcar una diferencia?
Según la alianza mundial Armas bajo Control, el TCA “es el primer instrumento internacional que establece obligaciones jurídicamente vinculantes para los Estados, a fin de garantizar controles responsables y eficaces para todos los tipos de transferencias internacionales de armas convencionales, municiones y piezas y componentes. (...) El TCA incluye prohibiciones explícitas contra la autorización por parte de los Estados de transferencias de armas en determinadas circunstancias, incluidos los casos en que haya conocimiento de que las armas serían utilizadas para perpetrar crímenes de guerra, genocidio, ataques contra civiles y otras violaciones graves de los Convenios de Ginebra”. El TCA es también el primer tratado que incluye criterios legalmente vinculantes sobre el nexo entre la violencia de género y el comercio internacional de armas. La Liga Internacional de Mujeres Pro Paz y Libertad (LIMPAL) considera que éste es un paso positivo: “El nuevo artículo 7(4) ordena explícitamente a los Estados Partes exportadores que, como parte del proceso de evaluación de riesgos, tengan en cuenta el riesgo de que las armas, municiones, partes o elementos sean utilizados para cometer o facilitar actos graves de violencia por motivos de genero o actos graves de violencia contra las mujeres y los niños”. El TCA también alienta a cada Estado Parte “a que aplique lo dispuesto en el presente Tratado a la mayor variedad posible de armas convencionales”, lo cual significa que a los Estados Partes se les está solicitando extender voluntariamente el alcance del TCA. El Fondo Global para las Mujeres dice: “se espera que el Tratado sobre el Comercio de Armas conduzca a que algunos gobiernos se detengan, al menos por un momento, antes de poner en primer lugar el lucro y los intereses políticos—por encima de las vidas de incontables niñas, niños, mujeres y hombres”.
Sin embargo, hay un peligro real de que el TCA no sea lo suficientemente abarcador y pueda de hecho legitimar al complejo militar-industrial y allanar el camino para que la industria de armas opere. En un artículo publicado por la revista británica independiente Cese al Fuego, por ejemplo, se llama al TCA “una falla histórica y trascendental”, aseverando que el Tratado tiene algunas lagunas legales y fallas graves y que “el lenguaje original de 2003 era relativamente fuerte”, pero las disposiciones adoptadas están ahora “tan diluidas que lo hacen prácticamente ineficaz”.[3] A organizaciones de derechos de las mujeres como el Fondo Global para las Mujeres y la LIMPAL también les preocupa que el alcance del TCA sea tan estrecho y que sus limitaciones y lagunas legales creen “el riesgo de legitimar el comercio internacional de armas, especialmente las transferencias irresponsables, lo cual debe evitarse a través de una interpretación y una implementación cuidadosas”.
Semántica y lagunas legales
Al igual que el término ‘represión interna’ utilizado en la política oficial del Reino Unido sobre las exportaciones de armas, el uso de la palabra ‘manifiesto’ en el texto del Tratado es un ejemplo de cómo un proceso de negociación puede utilizar la semántica para debilitar y desdibujar el significado. En el Artículo 7, numeral 3, el Tratado asevera que los Estados no deben autorizar la exportación de armas si existe “un riesgo manifiesto” de que se cometan o faciliten violaciones graves del derecho internacional humanitario o del derecho internacional de los derechos humanos. Según el artículo en la revista Cese al Fuego, la palabra “manifiesto” está abierta a interpretación: “Se podría entender que significa que las exportaciones de armas deberían detenerse sólo en circunstancias extremas o excepcionales, o que un Estado podría decidir que el riesgo de abuso no fue suficiente como para rebasar los beneficios percibidos de las exportaciones de armas”. El autor escribe: “El borrador original de [la alianza mundial] Armas bajo Control decía que las transferencias de armas debían ser rechazadas si existía la ‘probabilidad’ de que se utilizaran para cometer violaciones graves. Borradores posteriores elevaron el umbral a ‘riesgo sustancial’ y en 2012 fue elevado aun más a ‘riesgo manifiesto’. Las ONG se esforzaron por que eso se cambiara de nuevo a ‘sustancial’, con el apoyo de muchos países, pero Estados Unidos insistió en que la palabra ‘manifiesto’ debía permanecer”.
También hay inquietudes en torno a cómo se hará cumplir y se supervisará la aplicación del Tratado porque, ante la ausencia de un cuerpo internacional con el mandato de velar por que se aplique, en los Estados Partes recae la responsabilidad final. Aunque la Conferencia de los Estados Partes será el foro oficialmente responsable de supervisar la aplicación del TCA cuando éste entre en vigor, los Estados no tienen que hacer nada que no quieran hacer, lo cual lleva nuestra atención de vuelta al complejo militar-industrial como una eficiente y efectiva máquina de hacer dinero para los Estados. Hay una carga constante sobre la sociedad civil para mantener bajo control a sus gobiernos.
Organizaciones y movimientos por los derechos de las mujeres a nivel mundial quieren ver que se erradique la violencia contra las mujeres exacerbada por la prevalencia de las armas, así como el fin de sociedades militarizadas que crean límites sofocantes en torno a lo que las mujeres pueden y no pueden hacer en sus vidas cotidianas. El TCA es un paso notable para controlar las armas en todo el mundo y es el comienzo de una especie de conversación internacional sobre los impactos del complejo militar-industrial. Sin embargo, es importante escuchar tanto a quienes critican como a quienes defienden el TCA, actuar con cautela y estar vigilantes al fortalecer a los movimientos de mujeres contra el comercio de armas pues, tal como un comentarista ha señalado, “si una pieza de legislación propuesta para el control de armas tiene el apoyo de los más grandes Estados productores de armas y el apoyo de la propia industria de armas”,[4] es necesario que nos mantengamos en constante alerta.
Notas:
[1] Tratado sobre el Comercio de Armas, Artículo 7, numeral 4: “Al realizar la evaluación, el Estado parte exportador tendrá en cuenta el riesgo de que las armas convencionales comprendidas en el artículo 2, párrafo 1, o los elementos comprendidos en el artículo 3 o el artículo 4 se utilicen para cometer o facilitar actos graves de violencia por motivos de genero o actos graves de violencia contra las mujeres y los niños”.
[2] La DSEi es organizada por Eventos Clarion, que también organiza otras exhibiciones comerciales militares/de defensa. La DSEi 2013 reunió a 32,169 visitantes de 121 países (un incremento del 13 por ciento en comparación con 28,440 en 2011) y a 1,489 expositores internacionales. Pero la DSEi no es la única feria de armas que actúa como un microcosmos del complejo militar-industrial. Otras exhibiciones de ‘defensa’ (sin contar las organizadas por Eventos Clarion) incluyen: Exposición de Armas de Rusia; Farnborough Internacional (Reino Unido); Feria de Armas Sofex (Jordania); Exhibición Internacional de Defensa – IDEX (Emiratos Árabes Unidos); Exhibición y Seminario Internacionales de Defensa – IDEAS (Pakistán); y Eurosatory (París).
[3] Ver el artículo The Arms Trade Treaty: A historic and momentous failure [El Tratado sobre el Comercio de Armas: Una falla histórica y trascendental] de Kirk Jackson, activista anti-militarista que actualmente trabaja para la Campaña contra el Comercio de Armas (CAAT).
[4] Ibíd.
Más información:
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Declaración de Lakshmi Puri, Directora Ejecutiva Adjunta de ONU Mujeres, sobre la adopción del Tratado sobre el Comercio de Armas, 3 de abril de 2013 (disponible en inglés).
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La historia de DSEi, controversia política, Apress Media LLC.
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Los dirigentes mundiales deben cumplir con el Tratado sobre el Comercio de Armas ahora que más de 100 Estados ya lo han firmado, Amnistía Internacional, 26 septiembre 2013.
Fuente: Notas de los Viernes de AWID, 1 de noviembre de 2013. Título original: The Military Industrial Complex – Risks, Semantics and Loopholes. Traducción: Laura E. Asturias