Si Mozn Hassan y otras activistas no pueden continuar con su tarea de defensa por los derechos humanos, en Egipto el camino hacia la igualdad de género y la estabilidad en el largo plazo se tornará inalcanzable.
En la reunión de la Women Human Rights Defenders Regional Coalition for Middle East and North Africa [Coalición regional de defensoras de derechos humanos en Medio Oriente y Norte de África.] que tuvo lugar el mes pasado en Beirut, era evidente que había una silla vacía.
Mientras cumplía con los trámites de salida en el Aeropuerto Internacional de El Cairo, Mozn Hassan – activista comprometida, una de las fundadoras de la Coalición y su consejera para el Norte de África además de directora ejecutiva de la inspiradora organización Nazra for Feminist Studies [Ojos para los estudios feministas, Nazra] – fue informada por las autoridades de que se le tenía prohibido salir del país.
En un artículo escrito en marzo de 2016, Brian Dooley resumió muy bien el rol destacado que desempeña Mozn Hassan como una de las principales feministas y defensoras de derechos humanos egipcias.
Dooley escribió: «Hay personas tan conocidas en su campo o más allá de él, que alcanza con llamarlas por su nombre, sin apellido», y ubicó a Mozn Hassan dentro de ese grupo.
Para muchxs de nosotrxs que trabajamos con organizaciones no gubernamentales o con movimientos sociales en general promoviendo y protegiendo derechos fundamentales así como para las mujeres a las que ella defiende, esta activista incansable es simplemente Mozn, una hermana, aliada, amiga y mentora.
Creada por Mozn en 2007, Nazra reúne a hombres, mujeres y otras personas para problematizar muchas temáticas relacionadas con el género desde una perspectiva feminista. Un ejemplo de este trabajo es el apoyo psicológico, médico y otros tipos de apoyo claves que brinda Nazra a sobrevivientes de violencia sexual en la esfera pública en Egipto, como las que fueron agredidas y violadas por grupos numerosos de hombres en la Plaza Tahrir de El Cairo.
Mozn y Nazra también exigen constantemente la liberación de destacadas defensoras de derechos humanos egipcias como Mahienour el-Massry y Sana Seif y alientan la participación activa de las mujeres en los procesos de toma de decisiones no solo en Egipto sino en todo Medio Oriente y Norte de África (MONA). Mozn es una inspiración para incontables activistas en Egipto y fuera del país por lo singular de su visión y su compromiso, y por sus estrategias genuinas para enfrentar la discriminación y la violencia de género en MONA.
En marzo de 2014, Mozn y sus compañeras activistas crearon la Coalición regional de defensoras de derechos humanos en Medio Oriente y Norte de África para dar una respuesta colectiva a preocupaciones y problemas comunes en un contexto regional altamente polarizado y caracterizado por la violencia sectaria y los intereses en disputa. Recientemente, el comité ejecutivo de la Coalición se reunió para discutir estrategias que puedan proteger a las defensoras que están luchando todos los días en la región MONA para seguir existiendo a pesar de todos los obstáculos.
La prohibición de salir del país no es una táctica nueva del gobierno egipcio. El gobierno habitualmente utiliza esta clase de prohibiciones para reprimir a las voces disidentes y tratar de silenciar al movimiento por los derechos de las mujeres en Egipto. La prohibición es un ataque deliberado para impedir que prospere una colaboración original y fuerte entre defensoras de derechos humanos en MONA.
La prohibición de salir del país que se le aplicó a Mozn Hassan se encuadra en el contexto del Caso Número 173 más conocido como «El caso de las ONG con financiación extranjera». En 2011, el gobierno egipcio abrió una investigación acerca del financiamiento que recibían las ONG del exterior y para decidir cuáles de ellas no estaban registradas adecuadamente según las disposiciones de la ley 84, una ley draconiana de la era Mubarak y que tiene como propósito que el gobierno pueda manejar de cerca el funcionamiento de las organizaciones de derechos humanos.
Esta ley contradice, sin duda alguna, los compromisos internacionales asumidos por Egipto al ratificar el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PDCCP) que le exige respetar y proteger las libertades civiles. Si a Mozn y a otrxs líderes de ONGs les aplican el artículo 78 del Código Penal egipcio, podrían ser condenadxs a prisión perpetua por haber recibido financiamiento externo para actividades que «perjudican intereses nacionales». Nazra, una organización que goza de prestigio internacional y estatus consultivo en la ONU, no ha operado de manera ilegal ni clandestina: solo ha intentado mejorar la situación de las mujeres en Egipto. Este caso no es más que un fiasco judicial sin siquiera pretensión de legitimidad y cuyo propósito es desestabilizar la incidencia por los derechos humanos y la lucha por la justicia de género, ambas muy legítimas, que llevan adelante Mozn y Nazra.
Las defensoras de derechos humanos promueven los derechos de algunas de las poblaciones más marginadas y estigmatizadas como lo afirma el 2016 State of Civil Society Report [Informe sobre la situación de la sociedad civil 2016].
Las defensoras se enfrentan a «riesgos significativos en el trabajo que realizan. Para muchas, exigir derechos para las mujeres o simplemente ser activistas y ser mujeres son factores que pueden poner en riesgo sus vidas».
El trabajo que lleva adelante Mozn en Egipto no es una excepción en este sentido. Los movimientos feministas internacionales y toda la comunidad que trabaja por los derechos humanos están indignados por este ataque sin sentido contra el trabajo de Mozn. Lo que resulta muy preocupante es la intensidad del doble rasero en las relaciones diplomáticas con Egipto que se hace evidente en el silencio y la falta de respuesta a los ataques permanentes contra lxs ciudadanxs que tienen conciencia social en el país.
La falta de apoyo diplomático para Mozn y otrxs activistas acusadxs en el marco del caso sobre financiamiento externo muestra un enfoque limitado por parte de las así llamadas democracias occidentales. En lugar de darle la espalda a lxs activistas egipcixs comprometidxs, deberían reconocer la legitimidad de estos actores que utilizan medios no violentos y legítimos para construir el diálogo y la paz y para defender derechos fundamentales, incluyendo los derechos de las mujeres en MONA.
Mozn, Nazra y otros actores de la sociedad civil pueden ser un componente fundamental para reconstruir una región polarizada y destrozada por las guerras. Ellxs pueden abrir el camino para la participación ciudadana y hacer que las voces de las mujeres de MONA se escuchen fuertes y claras. Pero si Mozn Hassan y otrxs activistas no pueden continuar trabajando por los derechos humanos, incluyendo los derechos de las mujeres, el camino hacia la igualdad de género y la estabilidad en el largo plazo para Egipto se torna inalcanzable.