Ya sea que estén reclamando #FeesMustFall [«las tarifas deben caer», protesta contra los aumentos de los costos universitarios] en Sudáfrica, oponiéndose al colonialismo de lxs pobladorxs blancxs en Canadá, o defendiendo el derecho a la autoorganización y descolonización de lxs afrofeministas en Francia, lxs feministas negrxs de todo el mundo están dando batalla, en luchas interconectadas pero singulares.
El Foro de Feminismos Negros (BFF, por su sigla en inglés) se realizó antes del 13º Foro Internacional de AWID, en reconocimiento de la larga historia de organización feminista negra de Brasil, y particularmente de Bahia.
¿Recuerdan los sonidos, los ritmos y las voces de Bahia?
¡El primer Foro de Feminismos Negros (BFF, por su sigla en inglés) fue una experiencia tan sensorial! Recuerdo hermanxs afrobrasileñxs hablando en portugués y usando lenguaje corporal para comunicarse con parientes reencontradxs de África y con gente de la diáspora. Recuerdo a activistas por los derechos territoriales de Colombia conectándose con activistas del Movimiento por las Vidas Negras de los Estados Unidos y el Reino Unido. Todavía recuerdo mi reacción emocional frente a las fotografías de Sabriya Simon y a los retratos de Sokari Ekine de mujeres practicando la espiritualidad tradicional haitiana. Recuerdo los enamoramientos, la risa, las lágrimas y las reuniones nocturnas de la familia feminista negra. Para el histórico primer Foro de Feminismos Negros, estos intangibles resultaron ser tan (o incluso más) esenciales que la agenda formal.
Estos elementos constituyen lo que June Jordan llamó «Living Room,», o lo que Alexis DeVeaux denominó «home space» («espacio doméstico»), un componente de la praxis feminista negra. Son espacios autónomos, autoorganizados y a veces efímeros, que lxs feministas negrxs creamos cuando nos reunimos. El espacio doméstico desafía la institucionalización y la violencia administrativa que surgen de estructuras que han sido usadas tradicionalmente para vigilar, controlar y destruir a las comunidades negras.
El BFF fue un encuentro global de sanadorxs, estudiantes, trabajadorxs sexuales, artistas, activistas de base y otrxs feministas de distintos movimientos y pertenencia social. Este evento se realizó precisamente en un momento en que el brote de zika afectó en forma desproporcionada a las personas afrodescendientes de la región nordeste de Brasil, cuando la violencia contra mujeres trans negras sigue proliferando, y solo unos pocos meses antes de que los Estados Unidos eligieran a la «amenaza naranja», entre otras manifestaciones de capitalismo, misogynoir [misoginia hacia mujeres negras], y violencia supremacista blanca.
Refutando el mito de la ‘uniformidad’
Recuerdo una conversación que se desarrolló entre tres feministas negras en un espacio más pequeño dentro del salón principal: Fania Noel, una de las cofundadoras de Collectif Mwasi, un grupo feminista interseccional anticolonial y antirracista de Francia; Wanelisa Xaba, activista sudafricana por la justicia de género que ha participado en la lucha por la educación libre y descolonial en el contexto del movimiento #FeesMustFall [«las tarifas deben caer»]; y Kimalee Phillip, integrante del grupo de trabajo del BFF del equipo de AWID y organizadora en Decolonize Now, un grupo anticolonial y antirracista de Canadá.
Esta era la primera vez que se encontraban, pero compararon sus notas y descubrieron paralelismos impresionantes (aunque no sorprendentes) entre sus experiencias de los sistemas de opresión (que incluyen misogynoir, colonialismo y violencia supremacista blanca), así como de las estrategias de organización y de la búsqueda de júbilo y liberación para sí mismas y sus comunidades.
Wanelisa evocó una dinámica que las mujeres y las personas no binarias negras experimentan dentro de su movimiento al resistir contra la violencia a manos del Estado, de las personas blancas y de sus propias comunidades en Sudáfrica.
«Como mujeres y personas no binarias negras, hacemos múltiples cosas a la vez. Luchamos contra el gobierno, luchamos contra las personas blancas, y luchamos contra los varones cis negros del movimiento que violan mujeres y personas no binarias, que son absolutamente patriarcales y que literalmente quieren eliminarte», dijo Wanelisa.
Fania, que en ese momento estaba planificando con Collectif Mwasi el campamento descolonial de verano (un programa de educación popular diseñado por y para personas negras y de color que viven en Francia), compartió su análisis sobre la marginalización y el racismo contra lxs negrxs en ese país:
«Si bien somos ciudadanxs franceses, vivimos en los márgenes. No es lo mismo que vivir en un país del Sur Global o en un país donde la mayoría de la población es negra. Es un contexto diferente. El Estado utiliza la violencia (violencia comunitaria entre hombres negros y mujeres negras) en su propio beneficio. No la usa para protegernos, sino para atacar a nuestra comunidad».
Es importante mencionar que hace dos meses, y por segunda vez en dos años, Collectif Mwasi estuvo en el ojo de una tormenta mediática en Francia, experimentando lo que solo puede ser descripto como «acoso político» por parte de políticxs que objetaron los campamentos descoloniales de verano y el encuentro afrofeminista Nyansapo Festival, espacios que fueron creados exclusivamente para personas negras y de color.
Fania habló sobre la complejidad que implica organizarse, y reconocer las experiencias de su comunidad en otras regiones:
«Debemos usar un enfoque muy distinto para luchar contra el racismo sistémico y el patriarcado, para salvarnos nosotrxs y a la vez salvar a nuestras comunidades. No podemos darle al Estado armas para utilizar contra nuestra comunidad a través de los cuerpos policiales y de seguridad. Es verdaderamente complejo. Y vemos que tenemos algunos puntos en común con lxs feministas negrxs de África Occidental, por ejemplo, pero también que tenemos muchos más puntos en común con lxs feministas negrxs del Reino Unido y de los Estados Unidos. Estamos viviendo en un lugar donde somos minoría, en todos los sentidos del término».
No obstante, Wanelisa afirmó que sus experiencias de opresión, aunque similares, eran todas singulares, y requieren de autoconciencia y autocrítica para evitar encarnar la opresión.
«Es impresionante encontrar similitudes (entre las luchas), pero creo también que éste es un espacio para reflexionar sobre el poder, la desigualdad, y cómo orientarnos en la visibilidad. Estamos en un mismo espacio pero no somos todxs verdaderamente iguales allí. Existen personas que son hipervisibles en este espacio, y existen también personas que no entienden los contextos de otrxs y quieren imponer ciertas cosas. He estado pensando mucho sobre las formas en que yo encarno el poder. ¿De qué forma soy hipervisible en Sudáfrica y quizás también invisibilizo a otras personas?»
Durante el diálogo entre estas activistas, Kimalee volvió sobre el tema de crear espacios, resaltando la importancia de estar en ese ámbito y de conectarse con otrxs por algo que no fuera la violencia.
«Creo que estamos siempre respondiendo a la violencia: violencia en nuestros lugares de trabajo, en nuestras relaciones, en nuestras familias. Y pienso que lo hermoso del BFF fue que reconocemos esa violencia, pero no estamos necesariamente encontrándonos debido a la violencia. Es bueno estar en un espacio en el que no solo estamos respondiendo a algo. En realidad estábamos solo escuchándonos unxs a otrxs, y viviendo el momento».
Al acercarse el primer aniversario del BFF, me pregunto sobre la energía, las lecciones y las conexiones que la gente se llevó consigo. Visualizo una especie de casa, con muchas habitaciones, con corredores interconectados, bibliotecas, puertas, y pasadizos secretos; y espero que continuemos construyendo esa casa, este espacio doméstico feminista negro.
Sobre la autora
Valérie Bah, feminista negra de la diáspora haitiana y coordinadora de AWID, reflexiona sobre el BFF y habla con feministas negrxs de Sudáfrica, Grenada, Canadá y Francia sobre sus luchas interconectadas pero singulares.