La educación popular (EP) es una experiencia latinoamericana concebida en de la década del sesenta por el educador brasileño Paulo Freire[1]. Es una práctica de educación no formal que desde entonces está identificada con la lucha de los diversos sectores oprimidos, y que fue asumida por organizaciones sociales y políticas del continente como herramienta de cambio social. AWID conversó con la integrante de “Pañuelos en Rebeldía”, la educadora popular feminista de Argentina Claudia Korol, sobre cómo se utiliza la EP como herramienta para crear saberes feministas y abrir espacios de debate en organizaciones mixtas.
AWID: ¿Podrías explicar cómo conciben la educación popular (EP) en el equipo de “Pañuelos en Rebeldía”?
Claudia Korol (CK): La EP fue inspiradora de propuestas de formación de movimientos tan diversos como el Movimiento Sin Tierra de Brasil, o el Zapatista en México. En Argentina es utilizada por diferentes organizaciones que realizamos prácticas de formación política, de alfabetización, de salud y comunicación popular. En nuestro caso, como Equipo de Educación Popular Pañuelos en Rebeldía[2], entendemos a la EP como una propuesta político pedagógica de los movimientos que luchamos contra diversos sistemas de opresión: el capitalismo, el colonialismo, el héteropatriarcado. En nuestras experiencias de lucha, la educación popular es parte de los procesos organizativos populares, y se va constituyendo como una dimensión pedagógica en la relación entre teoría y práctica de las experiencias emancipatorias.
Como parte de las mismas, nos encontramos con diversos aportes del feminismo descolonizador, que promueven una transformación radical de la sociedad, revoluciones pequeñas y grandes, y de creación de poder de lxs de abajo, feminista, y popular. En esa dirección, intentamos contribuir a la construcción de sujetos organizados autónomos, con conciencia de las opresiones, con acciones para terminar con ellas y para crear un horizonte de libertad.
La educación popular es también en un diálogo horizontal de saberes diversos, un camino para la creación colectiva de conocimientos, que interpela los modos hegemónicos de transmisión de saberes que reproducen el colonialismo, el patriarcado y las diversas formas de dominación. Para realizar esto contamos como recursos didácticos distintos modos de pensar y sentir el mundo como el arte, el juego, el sicodrama, teatro de lxs oprimidxs, buscando involucrar en el proceso de enseñanza y aprendizaje a todo el cuerpo.
AWID: ¿Cómo crean conocimientos feministas utilizando la educación popular?
CK: La EP tiene una base en el diálogo de saberes. Por eso, en la medida en que viene siendo asumida por colectivas feministas y por espacios de mujeres -que son parte de movimientos sociales o no-, por colectivos de la disidencia sexual, cuestiona los saberes feministas existentes, los interpela desde las nuevas prácticas, concepciones, experiencias. Al tiempo que alborota la experiencia y el legado de más de un siglo de actuar del feminismo, crea nuevos conocimientos que surgen de estas prácticas, por la integración a las mismas de nuevas generaciones, o grupos sociales antes alejados del pensamiento feminista.
En la búsqueda de forjar nuevos modos de hacer política, alejados y confrontados con el ejercicio masculino y machista del poder, hemos encontrado entre los colectivos feministas posibilidades de diálogo potentes que van más allá de la fragmentación entre las respectivas organizaciones. Es por eso que hemos logrado y somos parte de talleres en los que cuestionamos por ejemplo el machismo en nuestros colectivos, y descubrimos que siendo parte de distintos movimientos, las escenas de dominio masculino de la palabra y de la vida política de la organización, se repiten de maneras muy semejantes.
La mirada feminista que parte del territorio cuerpo, de la crítica de la vida cotidiana, enriquece las perspectivas de esos mismos movimientos. Uno de los resultados de estos procesos de formación, comienza a ser el desencubrimiento de aquellos varones violentos que son parte de las organizaciones. “Afuera es como el Che, y en la casa Pinochet”, repiten las compañeras la consigna, y discuten también las prácticas de mercantilización de los cuerpos de las mujeres, los temas de la sexualidad en la casa, como de la explotación sexual y la trata de personas, con sus compañeros. También repensando temas como la invisibilización del trabajo doméstico, y la extensión del mismo a los movimientos, a la hora de la distribución de tareas, que muchas veces se siguen realizando con criterios que refuerzas la división sexual del trabajo.
AWID: ¿Cuáles son los grupos de mujeres con los que articulan? ¿Qué trabajo realizan en conjunto?
CK: Una línea de articulación es con los espacios de mujeres de organizaciones sociales mixtas: piqueteras, campesinas, trabajadoras, estudiantiles. En algunos casos son espacios de mujeres, en otros son espacios de géneros que incluyen a mujeres, lesbianas, trans y travestis. Estamos realizando una experiencia de formación feminista entre varias organizaciones, son talleres de educación popular feminista con la participación de alrededor de 250 compañeras[3] de Argentina. Participan además compañeras que son parte de las asambleas socioambientales que luchan contra la minería, contra la instalación de una planta de Monsanto en Argentina, integrantes del pueblo mapuche, y compañeras de experiencias latinoamericanas, como CONAMURI (Coordinadora Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas) de Paraguay, Movimiento Sin Tierra de Brasil, Congreso de los Pueblos de Colombia (para citar sólo algunos ejemplos), Marcha Mundial de Mujeres, colectivas feministas de Perú.
Articulamos también en redes amplias en Argentina como la Campaña contra las Violencias hacia las Mujeres, la Campaña por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, Socorristas en Red, y a nivel regional lo hacemos con otras experiencias de educación popular, como las de la Red ALFORJA, de Centro América, y a nivel internacional somos parte de la Marcha Mundial de Mujeres, pero también acompañamos experiencias concretas de mujeres presas o perseguidas judicialmente, trabajadoras de casas particulares, migrantes. En estos acompañamientos, parte de la pedagogía feminista, vamos dilucidando cómo se expresa en nuestros cuerpos la violencia patriarcal, y los modos especiales en que se profundiza por la interacción con el racismo y la pobreza.
AWID: AWID: Por qué para Pañuelos es importante trabajar estos temas en espacios no feministas?
CK: Entendemos que el feminismo parte de cuerpos concretos que buscan emanciparse, pero que estas posibilidades no se resuelven desde lógicas individualistas. Por eso buscamos ampliar la conciencia feminista más allá de nuestras fronteras inmediatas. El sistema patriarcal, regido por la violencia impuesta de manera cotidiana, se regenera una y otra vez recurriendo a los medios de comunicación, al sistema educativo, a las iglesias, al Estado. Nos interesa que la influencia feminista crezca en las organizaciones sociales, en las instituciones, en los medios de comunicación, en los sistemas de enseñanza y aprendizaje. El objetivo de terminar con el sistema patriarcal de opresiones, no lo realizaremos un grupo selecto de feministas. Es una tarea que requiere ampliar nuestra fuerza e influencia, hasta lograrlo.
AWID: ¿Tienen una manera de evaluar y dar seguimiento para ver si estos espacios feministas de debates han crecido o si las realidades de quienes participaron en talleres o reuniones han comenzado a cambiar en algo?
CK: En el caso de los colectivos de Argentina, hay un seguimiento que se relaciona con el hecho que nos vamos encontrando en nuevos procesos de formación y en acciones colectivas (marchas, actos, campañas, movilizaciones). Ahí vamos apreciando los temas que ya se han vuelto parte del pensamiento de esos colectivos, y los nuevos temas que se plantean. Uno de los datos interesantes que podemos evaluar en una década de trabajo, es que la mayor parte de las organizaciones con las que hemos trabajado, inicialmente con pequeños colectivos de mujeres que se organizaban como espacio dentro de las mismas, hoy se denominan como “antipatriarcales”. Son movimientos mixtos, que comenzaron trabajando en términos generales por el “cambio social” y hoy ubican que una de las dimensiones de ese cambio es antipatriarcal.
Otro de los logros es que con estos espacios se sostiene una articulación permanente, que en los últimos ocho años ha participado de manera coordinada en los Encuentros Nacionales de Mujeres de Argentina, promoviendo en ese contexto un espacio autoconvocado de Feministas Latinoamericanas en Resistencia. También somos parte del sostén de una radio abierta en estos Encuentros, que informa de los mismos desde una perspectiva feminista, disputando con los sentidos heteronormativos y patriarcales que también recorren al movimiento de mujeres cuando se expande tanto (los últimos Encuentro han reunido alrededor de 30000 mujeres).
Un aspecto que nace como influencia de estos procesos, es la formación, en el marco de los movimientos, de espacios de varones antipatriarcales, que inician debates tendientes a pensar las masculinidades hegemónicas y a cuestionarlas. También observamos la participación de colectivos de disidencias sexuales, en una creciente problematización de sus prácticas desde una perspectiva feminista.
Nosotras entendemos que producto de este caminar colectivo está naciendo una corriente del feminismo, que se va identificando como feminismo popular, comunitario, y que tiene entre algunas de sus características distintivas, ser un feminismo de acción directa, en las calles, en las cárceles, en las barriadas populares, en los centros de trabajo y estudio. También en las casas y en las camas. Un feminismo activista, creativo, que recurre al arte como manera de comunicar. Un feminismo sin fronteras, que enlaza nuestros cuerpos y territorios en todo el continente, y más allá… junto a las mujeres palestinas, kurdas, o de cualquier lugar del mundo donde nuestras vidas vienen siendo avasalladas, por las guerras, invasiones, o por la violencia de los fundamentalismos religiosos.
[1] Freire es autor entre otras obras de “Educación para la Libertad”, “Pedagogía del Oprimido” y “Pedagogía de la Esperanza”.
[2] Antes de tomar este nombre, el 20 de diciembre del 2013, éramos desde el año 2000 Equipo de Educación Popular de la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo
[3] Integrantes del Frente Popular Darío Santillán, Movimiento Popular La Dignidad, Frente de Organizaciones de Base, Corriente de Organizaciones de Base La Brecha, Colectiva Feminista Las Bartolinas, entre otras.