NOTAS DE LOS VIERNES – Hace ya un año que las 276 estudiantes de secundaria del internado de Chibok, en el Estado de Borno a norte de Nigeria, fueron raptadas. La campaña #BringBackOurGirls se inició en respuesta a ese rapto, pero la suerte de la mayoría de esas niñas sigue siendo desconocida[1]. AWID se entrevistó con activistas feministas nigerianas y camerunesas para conocer más sobre la situación de las mujeres y niñas de Nigeria y de los países vecinos, las respuestas ofrecidas a nivel nacional e internacional así como también sobre los obstáculos a los que se enfrentan para realizar acciones apropiadas y eficaces tras el rapto de Chibok.
Boko Haram, que significa “la educación occidental es un pecado”, es un grupo islamista armado que lleva adelante ataques cotidianos contra civiles en Nigeria, Camerún, Níger y Chad. El grupo organiza diversos ataques, entre ellos el rapto de mujeres y niñas que no están casadas, y la ejecución de hombres. El número de civiles muertos como consecuencia de esos ataques se estima en al menos 3750 durante el 2014, y según la ONG Human Rights Watch, ese número va en aumento para el primer trimestre del 2015 en relación al mismo trimestre de 2014. Recientemente, Boko Haram declaró su fidelidad al autoproclamado Estado Islámico, provocando así nuevos temores en términos de reforzamiento militar y financiero del grupo armado.
Un conflicto regional con múltiples problemáticas humanitarias
La insurrección islamista en el norte de Nigeria se remonta bastante antes de abril del 2014, más exactamente hasta el comienzo de los años 80. Antes incluso de la creación de Boko Haram en el 2002, la villa de Kano había presenciado alzamientos islamistas radicales por parte de miles de militantes de la secta de Maitatsine que fueron violentamente reprimidos por el Estado. Amy Oyekunle, activista nigeriana y Directora ejecutiva de la organización Kudirat Initiative Democracy (KIND), explica “desde el 2009, el noreste de Nigeria se ha confrontado con la insurrección de Jama'atu Ahlis Sunna Lidda'awati wal-Jihad, generalmente conocido bajo el nombre de Boko Haram. La parte noreste de Nigeria está inmersa en un clima de violencia e inseguridad producto de las actividades de “Boko Haram” las que incluyen bombardeos y destrucción de iglesias, escuelas, aeropuertos y otros lugares públicos. La secta mata a la gente sin distinción, viola y rapta niñas y mujeres inocentes propagando al mismo tiempo un espíritu de temor a lo largo del Estado. Han destruido negocios de millones de Nairas[2], reducido los medios de subsistencia de las poblaciones y de ese modo agravado las tasas de pobreza en la región. Durante los últimos dos años, el grupo atacó a escuelas, docentes y alumnas/os – casi 900 escuelas en el noreste fueron incendiadas, 176 docentes asesinadas/os y centenas de mujeres y niñas raptadas. Las actividades de Boko Haram se centran en los alrededores de las ciudades fronterizas de Maiduguri, pero ahora se extienden además a partes del Chad y Camerún”.
El ataque a Baga y localidades cercanas, en el Estado de Borno al noreste de Nigeria en el cual mataron aproximadamente a 2000 personas en enero del 2015 es “quizás la masacre más letal de la historia de Boko Haram” según Amnistía Internacional. La escalada de violencia en la región perpetrada por el grupo islamista es la causa de numerosas consecuencias humanitarias. Al Norte de Camerún, la situación de crisis es más grave aún en términos de pobreza, inseguridad alimentaria y acceso limitado a la educación, al agua y la salud, puesto que la misma se inscribe en una región que afronta las tasas más elevadas de pobreza registradas en el Norte y el extremo norte, 9.6% y 13.6% respectivamente, según Luxe Bonnet Siwe, docente e investigadora camerunesa[3].
Amy Oyekunle evoca igualmente los desplazamientos masivos debidos a los ataques, “las ciudades fronterizas de Maiduguri proporcionan los mercados de bienes entre Nigeria y otros países, y era además una ciudad próspera para la piscicultura y otras actividades. Pero todo esto se acabó puesto que Boko Haram atacó e incendió los mercados, los bienes y mató a las poblaciones de esas ciudades. Algo muy importante es que las nigerianas y nigerianos que huyen se desplazan en masa hacia las ciudades vecinas, lo que también conlleva severas consecuencias para sus recursos”. Según la iniciativa presidencial para el Noreste de Nigeria, en 2014 casi 1.5 millones de personas son desplazadas/os internas/os, de las cuales más del 70% son mujeres y niñas/os. La nota informativa del ACAPS de enero de 2015 recuerda que 135000 personas huyeron hacia los países vecinos y que 9 millones de personas están actualmente afectadas por la violencia en el noreste de Nigeria, de las cuales un tercio necesita intensamente asistencia humanitaria.
Una violencia extrema contra las mujeres y niñas
En ese contexto, las mujeres y niñas son particularmente víctimas de la insurrección de Boko Haram. “Debido a los raptos, muchas escuelas han cerrado por causa del alto nivel de inseguridad e incluso cuando las escuelas están abiertas, las madres y padres se muestran reticentes a enviar allí a sus niñas y tienden más bien a casarlas a fin de evitar los raptos o peor aún la muerte” explica Amy Oyekunle.
Las mujeres y niñas constituyen el objetivo principal de los raptos por parte del grupo[4] que habría raptado ya más de 500 mujeres y niñas desde el 2009 según Human Rights Watch. Generalmente estas son víctimas de conversión religiosa, violencias sexuales, casamientos forzados e incluso de asesinatos[5]. En un video publicado en octubre de 2014, el jefe del grupo islamista, Abubakar Shekau, afirmaba especialmente que más de 200 estudiantes de secundaria raptadas en el internado de Chibok fueron convertidas y desposadas de manera forzada. Algunas de ellas fueron usadas como escudos humanos o forzadas a participar en los atentados suicidas en los ataques perpetrados por el grupo islamista. El significativo traumatismo psicológico frente a este nuevo fenómeno es la causa de nuevas violencias, tales como la muerte por linchamiento de una nigeriana sospechada de ser una kamikaze de Boko Haram, al comienzo del mes de marzo de 2015.
Las fuerzas militares nigerianas no han sido efectivas para oponerse a Boko Haram y sus persistentes ataques, y en algunos casos, las tropas militares han sido de hecho responsables de numerosos abusos que incluyen los incendios de casas, asesinatos y encarcelamientos de hombres y muchachos, así como la violación y apaleamiento de mujeres y niñas. Durante una misión exploratoria de KIND en mayo de 2014, Amy Oykunle se encontró con mujeres y niñas que sobrevivieron a ese tipo de violencia y reunió algunos de esos testimonios, especialmente sobre el tema de las violaciones, el maltrato físico y el acoso psicológico por parte de esas tropas militares.
Cuando sobreviven a dicha violencia, las mujeres y niñas que vuelven a sus hogares son muy a menudo deshonradas al momento de reunirse con su familia, afrontando el riesgo de embarazo, las infecciones de trasmisión sexual y la vergüenza ante la comunidad.
Respuestas nacionales e internacionales lentas e inadecuadas
Ante estos abusos, las respuestas nacionales, regionales e internacionales han sido inadecuadas. El gobierno nigeriano ofreció una respuesta muy tardía al rapto de las estudiantes de Chibok. Amy Oyekunle explica que “la respuesta letárgica del gobierno nacional ante los raptos ha originado una protesta que se ha transformado en un movimiento denominado #BringBackOurGirls. La campaña se ha vuelto viral y llamado la atención nacional e internacional sobre las niñas de Chibok. La campaña obligó al gobierno a colocar la problemática de las niñas y los incesantes ataques en el centro de la atención. Por ejemplo, el gobierno estableció la iniciativa presidencial para el Noreste y el Fondo de apoyo a las víctimas para el Estado de Borno entre junio y agosto del 2014”. En octubre de 2014, la ONG Human Rights Watch denunciaba los incumplimientos del gobierno nigeriano en términos de protección adecuada de las mujeres y niñas frente a los numerosos abusos, apoyo psicológico y médico para las recuperadas, garantías de acceso seguro a las escuelas y procesos judiciales para los autores de esos abusos. En este sentido, persiste una ambigüedad sobre las medidas efectivas del Fondo de ayuda a las víctimas del terrorismo establecido en agosto de 2014.
A nivel regional, la respuesta también ha sido lenta y la Unión Africana estableció una fuerza especial multinacional – compuesta de fuerzas de seguridad de Nigeria, Chad, Camerún, Niger y Benin – en febrero del 2015 para combatir a Boko Haram. Si bien esas fuerzas han llegado para reducir a Boko Haram de algunas zonas, la concentración sobre el aspecto exclusivamente militar sin embargo sigue siendo insuficiente para gestionar esa crisis.
En un contexto donde los intereses políticos[6]y financieros[7] motivan las decisiones gubernamentales, la sociedad civil se mantiene movilizada para exigir la puesta en práctica de respuestas apropiadas a corto, mediano y largo plazo que integren la violencia basada en el género de la cual son especialmente víctimas las mujeres y niñas en esta crisis. Luxe Bonnet Siwe recuerda que “a pesar del compromiso asumido por jefas y jefes de Estado y gobernantes en su Declaración Solemne para la Igualdad de Género en Áfricaen 2004, las cuestiones relativas al bienestar de las mujeres no son prioritarias. Por lo tanto es necesario inducir a los políticos a tomar en cuenta este componente”, Amy Oyekunle agrega que “El desafío es sostener la dinámica. El 2015 es un año electoral en Nigeria y en consecuencia la problemática de las niñas raptadas fue relegado en favor de otras “cuestiones urgentes””
Amy Oyekunle recuerda que son las organizaciones de derechos de las mujeres en la región africana las que aseguraron que el rapto de Chibok no sea barrido debajo de la alfombra. “Ellas movilizaron y proveyeron los fondos para las reuniones, el apoyo psicosocial y los cuidados para las recuperadas y continuarán haciéndolo hasta que las niñas sean devueltas”. A nivel internacional, una marcha mundial, la Global School March, se realizará el 14 de abril de 2015, entre otras acciones de movilización, a los fines de continuar con la sensibilización y el llamado a los gobernantes a tomar medidas concertadas que salven las niñas de Nigeria y protejan a todas las colegialas en todo el mundo.
NOTAS:
[1] 57 de ellas lograron escapar.
[2] Moneda nigeriana.
[3] Luxe Bonnet Siwe es docente-investigadora en las universidades públicas, Universidad de Yaoundé 1 y Universidad protestante de África Central de Yaoundé, y en universidades privadas también.
[4] Según Amy Oyekunle, generalmente los hombres son asesinados mientras que los muchachos son reclutados como soldados para su ejército.
[5] Boko Haram habría ejecutado especialmente decenas de nigerianas desposadas por la fuerza antes de la recuperación de la ciudad de Bama por parte del ejército. Para más información sobre este asunto: http://madame.lefigaro.fr/societe/des-nigerianes-mariees-de-force-a-des-boko-haram-puis-tuees-pour-rester-pures-200315-95553
[6] Nigeria tuvo elecciones presidenciales en marzo de 2015. Para saber más sobre esto ver aquí: http://www.rfi.fr/afrique/2min/20150331-nigeria-mummadu-buhari-jonathan-goodluck-election-presidentielle/
[7] La posición del Presidente chadiano Idriss Deby Itno respecto a Boko Haram es particularmente ambigua frente a algunas y algunos. Para saber más al respecto ver aquí: http://makaila.over-blog.com/2015/02/mediapart-dans-la-lutte-contre-boko-haram-le-tchad-est-juge-trop-ambigu.html