Con la ampliación del acceso a internet y el uso cada vez más difundido de las redes sociales, la frecuencia de crímenes violentos contra las mujeres en el ciberespacio ha aumentado en forma dramática. Atacar a las mujeres — publicando comentarios y epítetos ofensivos, compartiendo sus fotos personales sin autorización y amenzándolas con agresiones virtuales — es una práctica cada vez más común en internet. Según un informe de la ONU, casi el 73% de las usuarias de internet se han visto expuestas a alguna forma de violencia virtual.
extensiones de lo que vivimos en la ‘vida real’, las consecuencias de las agresiones virtuales muchas veces llegan más allá del ciberespacio para causar daño psicológico y emocional. Estas amenazas a menudo conducen al daño físico, porque casi nunca se aborda la importancia de protegerse en la internet. Muchas mujeres exponen detalles de sus vidas personales y dónde es posible ubicarlas, lo que las hace vulnerables a ser atacadas.
Distintas formas de violencia afectan a las mujeres en forma desproporcionada debido a las diferentes formas de opresiones que ellas viven y que se entrecruzan sobre la base de sistemas de desigualdad de género, raza, etnia, clase, orientación sexual e identidad de género, entre otros. Esto se aplica también a la violencia contra las mujeres en internet. Por ejemplo: los ataques contra perfiles de mujeres negras en las redes sociales casi siempre consisten insultos raciales. La mayoría de las personas negras que usan internet son víctimas potenciales de ataques por el color de su piel y suelen estar expuestas a delitos de tinte racista en internet.
Cuando publicamos algo por fuera de nuestros círculos activistas, tenemos que acordarnos de no leer los comentarios. O, de lo contrario, prepararnos para recibir odio porque publicar nuestras ideas y opiniones implica ocupar espacios que nuestra sociedad no quiere que ocupemos. Nos encontramos con el odio por haber tomado conciencia de que somos humanas y por habernos hecho lo suficientemente fuertes como para no someternos más a la opresión.
En Minas Programam (en portugués) luchamos contra la misoginia y la violencia racistas.
Promovemos talleres y clases sobre alfabetización digital y programación para muchachas jóvenes y mujeres, así como sesiones públicas para debatir cómo el racismo y la misoginia afectan a las mujeres negras en el ámbito de la tecnología. Nos dimos cuenta de que para luchar de verdad contra esta clase de violencia, necesitábamos diseñar estrategias que tuvieran en cuenta las experiencias de las mujeres negras. Mientras se excluya a las mujeres que no son blancas y están empobrecidas de los procesos que crean y desarrollan tecnología, nunca se tendrán del todo en cuenta sus necesidades. Para crear Minas Programam, nos inspiramos en Girls Who Code [Chicas que programan; en inglés], Black Girls Code; [Chicas negras que programan; en inglés]; RodAda Hacker (en portugués) Maria Lab (en portugués), Infopreta [Infonegra; en portugués], entre otras.
Durante el 13º Foro Internacional de AWID conocimos otros proyectos como ¡Dominemos la tecnología! en el Intercambio Feminista sobre Internet, espacio centrado en la tecnología feminista y en las organizaciones e iniciativas de internet. Estar en contacto con diferentes grupos que buscan cambiar las realidades de las mujeres en la tecnología nos inspiró para continuar promoviendo actividades destinadas a involucrar a niñas y mujeres en el mundo tecnológico y a buscar más y mejor conocimiento para poder actuar con mayor eficacia. Lo que resulta cada vez más claro es que tenemos que abordar las razones políticas e históricas que hacen que las mujeres estén excluidas de la tecnología. Otro paso importante es abrir más espacios para analizar el rol del racismo en la forma en que las mujeres negras brasileras se relacionan con la tecnología como usuarias y como potenciales trabajadoras en este campo.
Ariane Cor, Bárbara Paes y Fernanda Balbino son fundadoras del proyecto feminista Minas Programam.