Llenxs de energía y motivaciones, lxs jóvenes feministas africanxs luchan por sus derechos.
Durante el Foro de la Asociación para los Derechos de las Mujeres y el Desarrollo (AWID), que tuvo lugar en Brasil del 8 al 11 de septiembre pasado, plantearon los desafíos que enfrentan y se hicieron oír.
La guerra es ardua, el campo está minado, el enemigo cambia de rostro todo el tiempo.
Pero lxs jóvenes feministas africanxs no se han dejado amilanar: crearon organizaciones y movimientos que, a veces en forma de redes, defienden los derechos de las mujeres. En el Foro de la Asociación para los Derechos de las Mujeres y el Desarrollo (AWID) que tuvo lugar en Bahía, Brasil del 8 al 11 de septiembre pasado, lxs activistas hablaron de los tabúes sobre la sexualidad, del estatus sagrado de la virginidad, de la estigmatización asociada al uso de anticonceptivos y de las luchas de las personas trans.
Tanto entre lxs ponentes como entre el público estuvo muy presente el tema de la mutilación genital femenina (MGF), que ejerce su impacto sobre la sexualidad, puede causar esterilidad o generar complicaciones durante el parto. Con ira en su voz, la activista de Gambia Mariatou Newlands (Think Young Women [Piensa en las mujeres jóvenes]) contó cómo su prima «tuvo que circuncidar a su hija para salvar su matrimonio». Esto demuestra que pese a las campañas de concientización, la presión social continúa siendo fuerte. Y no solo entre las personas de más edad. Sentada entre el público, una joven feminista sostuvo que el discurso contra la MFG «se está convirtiendo en una nueva forma de colonialismo» cuyo objeto sería demostrar «que en África somos retrógradxs».
Y luego agregó: «¿Qué sentido tiene luchar como feministas africanas si permitimos que nos dominen valores racistas?».
En el salón se veían muchas caras de espanto.
Pero este discurso no es nuevo: hay muchxs intelectuales y funcionarixs de alto rango de África, hombres y mujeres, que hablan así invocando la identidad. Indignada, una mujer de Mauritania preguntó: «¿Cómo movilizamos a la gente para que no haya más mutilaciones, más circuncisiones en mi país?». Mairatou Newlands considera que debemos evitar las imitaciones. «Es importante identificar qué es lo que funciona mejor en el país donde nos encontramos. Nosotrxs nos centramos en la juventud, las mujeres jóvenes, las futuras madres.»
Este trabajo también incluye a jefes de aldea, líderes religiosos, docentes, personal médico.
Pero para defender los derechos de las mujeres en general es necesario ser persistente.
A veces implica imponernos frente a sociedades patriarcales y hacer que nos escuchen personas mayores que a veces le dan poco crédito a lo que dicen lxs jóvenes. ¿Es una misión imposible? Según Kakana Kanyanta, activista de derechos humanos en Zambia, no lo es:
«Hay que estar educando y concientizando todo el tiempo. Si llegamos a dos personas de cada diez, ya podemos ir cambiando algo en la sociedad... Lo que necesitamos es solidaridad, trabajar juntxs, sin dejar a nadie atrás».
La meta: victoria total.
Y para lograrla “no podemos hablar del fin de las malas prácticas sin hablar del derecho a la salud reproductiva, a la educación, al acceso a la información, a la autonomía ... es un paquete completo”, subrayó la activista Lana Razafimanantsoa, fundadora y directora ejecutiva de Gasy Youth Up, con sede en Madagascar. «Hay que ser valiente», afirmó Mariatou Newlands, pero “no tiene nada de malo reivindicar tus derechos».
En todos los frentes: en el territorio pero también en el ciberespacio, donde están surgiendo nuevas formas de violencia contra las mujeres como apropiarse de fotos para dañar la imagen de una víctima.
Según Chadian, exigir «el paquete entero» a veces puede «asustar» a algunos actores.
Ella propone un enfoque gradual: «Lo que deberíamos decirles a las mujeres es que aun la victoria más pequeñita cuenta, que los cambios mínimos pueden derivar en grandes cambios». Otra mujer, de Ghana, contó que cuando se trabaja por la salud reproductiva es fundamental tener en cuenta que ciertas poblaciones viven en condiciones precarias: «Si les hablas de métodos de planificación familiar y no tienen dinero para comprar anticonceptivos, estás predicando en el desierto...».