Mientras en La Habana, Cuba, continúan las conversaciones por la paz dentro del país, en la región del Norte del Cauca, lxs colombianxs negrxs estamos pidiendo acceder a nuestro territorio ancestral y recibimos gas lacrimógeno y balas de goma como respuesta.
Vimos que se acercaba el ESMAD, el temido escuadrón policial convocado para sofocar las movilizaciones populares contra el gobierno.
Nos apretamos unxs contra otrxs cada vez más para mantener la posición en una de las principales carreteras que conecta entre sí el norte y el sur del país. Éramos cerca de mil colombianxs negrxs de una de las regiones más pobres del país, reunidxs para demostrarle al gobierno que no nos quedaremos calladxs mientras nos arrebatan las tierras. De repente, sin previo aviso, el ESMAD comenzó a atacarnos y pronto ancianxs, niñxs, mujeres y jóvenes se estaban asfixiando producto del gas lacrimógeno y sentían ardor en aquellas partes del cuerpo alcanzadas por las balas de goma que nos dispararon sin discriminación.
El ataque del ESMAD ocurrió el 25 de abril en la región del Norte del Cauca, Colombia. Al día siguiente, el Escuadrón saboteó el diálogo entre los Consejos Comunitarios y las autoridades; volvieron a atacar y esta vez entre las víctimas también hubo funcionarixs del gobierno. Un bebé de tres meses y varixs niñxs resultaron heridxs por una granada de gas lacrimógeno que explotó en el interior de su hogar. Lxs colombianxs negrxs somos casi rehenes del ESMAD, tanto que el gobierno nacional había prometido una reunión en el despacho del alcalde del pueblo más cercano.
La región del Norte del Cauca, ubicada en el departamento del mismo nombre, es una zona crítica para las negociaciones entre el gobierno colombiano y las FARC que actualmente se llevan a cabo en La Habana, Cuba. A pesar de esto, ni las comunidades negras ni nuestros intereses hemos sido contemplados en el debate, aunque nuestro territorio ancestral se verá afectado por al menos uno de los acuerdos: el de las 63 zonas llamadas de reserva campesina. La mayoría de las zonas donde las FARC quieren asentarse o que piden seguir controlando se encuentran en el medio o cerca de territorios negros e indígenas.
Las principales organizaciones negras nacionales nos hemos reunido en el Consejo Nacional de Paz Afrocolombiano (CONPA) que junto con la Comisión Interétnica de Paz viene exigiendo y presionando al gobierno colombiano para que nuestra voz e intereses formen parte de las discusiones en La Habana. Pero como han ignorado nuestros pedidos, tuvimos que encontrar nuevas formas de hacernos oír.
Tal como sucedió muchas veces en nuestra extensa historia de lucha y resistencia en Colombia, una vez más debimos recurrir a las manifestaciones de protesta. En noviembre de 2014, ochenta mujeres afrodescendientes nos movilizamos y cruzamos el país a pie hasta llegar a Bogotá, la capital de Colombia, donde tomamos el edificio del Ministerio del Interior para exigir un alto a la expansión de la minería ilegal en nuestros territorios. Las actividades mineras han traído muerte, violencia y tragedia. Cuando colapsó una mina murieron más de 40 personas de nuestro pueblo.
A menudo fueron mujeres negras quienes lideraron estas movilizaciones, sobre todo en los últimos años.
Hicimos que el gobierno firmara acuerdos para acabar con la minería ilegal y admitiera que al otorgar derechos de minería a compañías multinacionales violaba su propia legislación. También logramos que reconociera que dichos acuerdos violaban el derecho a la consulta y al consentimiento previo e informado, tal como establece el Convenio sobre Pueblos Indígenas y Tribales de la Organización Internacional del Trabajo. Sin embargo estos reconocimientos no se han traducido en respeto por nuestros derechos ni en cambios en las acciones o el enfoque del gobierno. De hecho, a pesar de los acuerdos, la legislación y el mandato constitucional de consultar, respetar, promover y proteger los derechos de la población negra, el gobierno colombiano ha otorgado concesiones mineras que abarcan el setenta por ciento del territorio caucano a multinacionales como Anglo Gold Ashanti.
La Marcha de Mujeres Afrodescendientes ha sido objeto de numerosas amenazas de muerte por nuestras acciones para proteger los derechos y territorios de nuestra comunidad. El gobierno nunca ha logrado encontrar a los responsables de la minería ilegal o las amenazas de muerte.
Por todo esto debemos seguir resistiendo.
Los Consejos Comunitarios seguiremos bloqueando la carretera hasta que las autoridades nacionales se comprometan a un nuevo diálogo que conduzca a cambios de fondo en cómo se protegen los intereses de nuestras comunidades. Nos resulta claro que las vidas negras cobrarán importancia solamente gracias a nuestros propios esfuerzos.
Este artículo se publicó originalmente en IPS (en inglés)
Sobre la autora
Charo Mina Rojas es activista integrante del Proceso de Comunidades Negras (PCN) de Colombia y del Grupo de Trabajo del Foro de Feminismos Negros. El Foro de Feminismos Negros se celebrará el 5 y 6 de septiembre de 2016 en Salvador de Bahía, Brasil, antes del Foro AWID 2016.